El retiro de Merkel da alas a la ultraderecha y a los euroescépticos
Angela Merkel, la superviviente de todas las crisis europeas, la líder más influyente de la Unión Europea en el transcurso del siglo XXI, inició su retirada y marcó su fecha de caducidad con el abandono del poder y la política para 2021, dejando abiertas a las fuerzas más retrógradas del continente para ocupar su lugar.
La canciller federal alemana, apresuró su retiro de la política al anunciar sorpresivamente su renuncia a la reelección como presidenta del partido Unión Cristiano Demócrata (CDU) y a su escaño en el Parlamento, aunque continuará como jefa de gobierno en Berlín hasta que termine su cuarto mandato, en 2021. No nací canciller, eso no lo he olvidado nunca. Hoy es el día en el que se abre un nuevo capítulo, declaró.
Fue un mal octubre, cuando sumó dos derrotas. El partido conservador que lidera y sus socios menores, la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), sufrieron el último domingo de octubre un duro castigo en las elecciones regionales de Hesse, que marcaron además el desembarco de la ultraderecha en todos los parlamentos del país.
Quince días antes su partido hermano bávaro, la Unión Cristiano Social, perdió la mayoría absoluta del próspero Land (estado federado) del sur. Pese a mantenerse como el partido más votado, los apoyos a la CDU de Merkel cayeron a su valor más bajo desde 1966 en Hesse, situándose en el 27,9 por ciento, lejos del 38,3 por ciento de las últimas elecciones.
Los alemanes querían un cambio y Merkel no encajaba como timonel de una renovación. Su gobierno no encontró respuestas a los desafíos de la migración, como tampoco pudo identificar los peligros y oportunidades de la inteligencia artificial. Tampoco se puede dejar de mencionar el cambio climático. Merkel perdió el apoyo de sus propias filas, pero no perdió su instinto de supervivencia: no esperó a que no la reeligieran, renunció.
Ésto le brinda un poco de tiempo para preparar a su sucesora favorita, Annegret Kramp-Karrembauer, y disfrutar del cargó por más de dos años.
Mientras, la formación populista de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) – de tintes xenófobos e islamófobos, que desde septiembre de 2017 es la tercera fuerza en el Parlamento-, volvió a capitalizar el descontento con la política migratoria, que ha llevado al país a acoger cerca de 1,5 millones de refugiados desde 2015. Los Verdes, por su parte, lograron casi el 20% de los votos en Hesse, gracias al carismático candidato de origen árabe Tarek Al-Wazir
Lo más importante es que, después de mucho tiempo, la fuerza que sostiene a la Merkel, si bien ganó, hizo su peor elección desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los dos partidos tradicionales, socialcristianos y socialdemócratas, mostraron una notoria pérdida de influencia sobre los electores. Son los que vieron en Los Verdes la ilusión de mantener sus niveles de vida, frenando un desordenado crecimiento urbano y aspirando a reconstruir los idílicos paisajes de tiempo idos.
Merkel y el futuro impredecible de la UE
La repentina caída del muro de Berlín convirtió a Angela Merkel en ciudadana de la comunidad europea a sus 35 años de edad. Y también repentinamente, la canciller nacida en Alemania Oriental hizo el anuncio de su retiro, tras asistir a 80 cumbres europeas, donde, al menos el 2010, se jugaba el futuro de la UE. Con gran cintura, zafó indemne, mientras contemplaba la caída de sus colegas del Consejo Europeo.
Desde la crisis griega de mayo de 2010 y hasta julio de 2012 (cuando Mario Draghi pronunció su famoso «lo que haga falta» para mantener el euro), 17 de los 20 líderes que afrontaron elecciones perdieron el cargo, entre ellos el presidente francés Nicolas Sarkozy, quien se estrelló contra los pies de plomo de Merkel durante la crisis del euro, que ambos lideraron. La alemana sobrevivió indemne para soltar amarras cuando Europa afronta la plena deriva populista y renacionalizadora.
Merkel era el blanco de quienes luchaban por debilitar o terminar con las competencias de la Unión Europea, blindar las fronteras nacionales y aplicar un proteccionismo comercial al estilo de la nueva administración estadounidense de Donald Trump.
Hoy Merkel cosecha lo sembrado durante la gestión de la crisis de la zona euro (en la que impuso el modelo de la troika), los bandazos en la crisis migratoria por la apertura total al control de fronteras y sus continuas desautorizaciones a la Comisión Europea, que fue puesta bajo la tutela del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La lucha se desató en el partido europeo de Merkel (desde el canciller austriaco Sebastian Kurz al primer ministro húngaro Viktor Orbán) como fuera del paneuropeísmo, como los ultraderechistas Matteo Salvini, vicepresidente del gobierno italiano, o Jaroslaw Kaczynski, el líder en la sombra del gobierno polaco.
El gobierno austríaco (integrado por conservadores y de extrema derecha) anunció su retirada del Pacto de la Inmigración, respaldado por la UE y rechazado por Trump, sumándose a la administración del ultraderechista primer ministro húngaro Viktor Urban.
Mientras, los países de la llamada Liga Hanseática (desde Holanda a los Bálticos) reclamaron por escrito que se retiren a la Comisión Europea las competencias de vigilancia presupuestaria para traspasárselas a un organismo intergubernamental como es el Mecanismo Europeo de Estabilidad o fondo de rescate de la zona euro.
Corinna Hörst, subdirectora de The German Marshall Fund (GMF), señaló en Bruselas que»Orbán, Salvini y el resto piensan que han ganado, pero a la larga saldrán perdiendo», ya que «las tendencias más temibles que existen reactivarán a las fuerzas del otro lado y habrá una respuesta europea de la opinión pública en Polonia, Italia….».
La decisión de Austria sobre el Pacto de Migración es la primera señal simbólica de la estampida posMerkel y se espera que muchos otros gobernantes comiencen a quitarse la careta. La desbandada en política migratoria y económica remata el legado europeo de una canciller que ha dominado el club comunitario durante casi tres lustros y ha marcado, en letra y espíritu, el presente y el futuro de la Unión.
No se puede olvidar que las normas vigentes –por el Tratado de Lisboa, en vigor desde 2009- fueron posibles gracias a su tenacidad, y la crisis del euro convirtió a Berlín en la capital de facto de Europa, donde Merkel despachaba con el presidente de la Comisión y del Banco Central Europeo, entre otros casos es del “rescate” de Grecia, las tensiones por la crisis de los refugiados y las relaciones con EEUU, Rusia, Turquía y China.
Algunos analistas señalan que Merkel no era el problema, pero sí parte del mismo. Otros señalan que se limitó a la gestión de los problemas a corto plazo sin dar ningún impulso para el largo plazo.
Asimismo, el principio del fin de la era Merkel marcará el congreso del Partido Popular Europeo en Helsinki, donde se debe elegir el candidato a presidir la Comisión Europea, una carrera en la que el eurodiputado alemán Manfred Weber parte como favorito, pero tambipen definir si sigue como .una formación demócrata-cristiana o da un drástico giro hacia el nacionalismo identitario que apuntan desde Kurz en Austria y Pablo Casado en España.
La batalla decisiva se libará tras las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2019 si no se precipita cuando se de el relevo de Merkel al frente del CDU en diciembre. El PPE copa las tres presidencias (Comisión, Consejo y Parlamento) paneuropeas. ”Europa necesita un revujenecimento, con nuevos líderes, nuevas perspectivas, nuevo lenguaje», señala Corinna Hörst.
Alguien se mete en las elecciones alemanas
Simon Hegelich, profesor de la Universidad Técnica de Munich está investigando los métodos de los «social-bots» como llaman a los programas poderosos de robots que redactan, envían y potencian por miles y millones mensajes falsos o difamatorios en las redes sociales. Un programa con un software de alta calidad puede manipular hasta 10.000 cuentas de twitter, dice, y por 500 dólares se consigue un programa así.
Hegelich asesoró al gobierno alemán, ya que en este país se detectó una importante actividad de los bots en la antesala de las últimas elecciones presidenciales 2017. Los mensajes falsos vinieron prioritariamente – o casi exclusivamente – de EEUU, de organizaciones de ultraderecha.
Finalmente todos los partidos políticos acordaron renunciar al uso de empresas de mercadeo electoral digital y sus técnicas de manipular la opinión de los votantes con programas robot en las redes sociales, especialmente en WhatsApp, Facebook, Twitter, You Tube, 4chan, reddit y Gab.ai.
Hay algo en lo que los analistas están d acuerdo: La Unión Europea, si persiste, ya no será lo mismo sin Merkel.
* Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)