El Salvador: mueren más que cuando había guerra

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Jon Cortina ( imagen de apertura)es un hombre dotado de una cabeza patricia, con rasgos marcados, cejas pobladas y ojos severos que se escudan tras unas gafas sujetas con un cordón a su cuello. Su primer rictus de severidad oculta por poco tiempo unos ojos reidores y una amplia y franca sonrisa.

La condición de profesor de ingeniería mecánica se trasluce en los bolsillos de su camisa por donde asoman toda clase de rotuladores, lápices y bolígrafos. Su minúsculo despacho en la UCA (Universidad Centro Americana) también desgrana otros elementos de su personalidad. Es desordenado como revelan a las claras la maraña de papeles, libros y textos que parcialmente invaden su pequeña mesa de trabajo. Es despistado como queda claro al contabilizar los innumerables post it con recordatorios y números de teléfono pegados a los atestados anaqueles.

El machete campesino, el banderín con el emblema del Athletic de Bilbao y la taza de café con la silueta dibujada del Guggenheim nos dicen que es sentimental. Su sentido del humor y su condición de ex fumador empedernido quedan claras al leer un texto colocado en lugar preferente “Los fumadores advierten que las autoridades sanitarias pueden ser perjudiciales para la salud”. Y es consecuente, la foto de Monseñor Romero y la de su amigo asesinado Ignacio Ellacuría cuelgan de una chincheta clavada en el corcho.

–El Salvador, un país sumido en el olvido, ha sido noticia estas semanas pasadas por una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

fotoHa sido una decisión afortunada y es para nosotros motivo de esperanza**.

La sentencia emitida acusa formalmente al estado salvadoreño de haber violado durante los años de la guerra los derechos a las garantías judiciales y la integridad personal de todos aquellos que se vieron involucrados de una forma u otra en el conflicto. Además le exige una rectificación pública y notoria y una serie de medidas compensatorias hacia las víctimas.

–¿Qué consecuencias puede tener esta sentencia?

Es un primer paso importante, pero no definitivo. Se abre ahora un proceso largo y complejo. Necesitamos el apoyo de la Corte Suprema y de alguno de sus magistrados para seguir esclareciendo los delitos ocurridos durante el régimen militar. En este país es muy difícil que la derecha acepte cualquier argumento en este sentido. La inercia que conduce a la impunidad es muy importante en El Salvador. Esta es una batalla a largo plazo, necesitamos al menos de cinco a diez años más para constatar algún cambio.

Nuestro anhelo es que esta sentencia sea un primer paso para alcanzar en el futuro el objetivo de la reprobación social de los torturadores, los asesinos y, sobre todo, de aquellos que les dieron las órdenes y los encubrieron.

No es imposible. En Argentina y en Chile ya ha sucedido en cierta manera. Al margen de las consecuencias legales sabemos de gente que se levantó de su mesa en un restaurante para no tener que compartir espacio con aquellos militares asesinos y corruptos. Ese es el castigo definitivo, cuando, por ejemplo, la gente se levanta de sus asientos en el cine y deja al torturador solo.


EL CRISTIANISMO HIPÓCRITA

–Ahora las palabras “reconciliación”, “olvido” y “perdón” son recurrentes en el discurso gubernamental.

fotoEs una postura cínica. Hay también un falso cristianismo, el que habla de poner la otra mejilla y el de la mansedumbre sin límites que parte de un concepto de justicia equivocado. Yo puedo otorgar un perdón moral a todos aquellos asesinos de campesinos desarmados, de mujeres y niños. Puedo perdonar, también moralmente, a los responsables de los asesinatos de mis compañeros jesuitas, pero una cosa es el perdón moral que yo puedo otorgar y otra el perdón legal que sólo puede concederlo un tribunal de justicia independiente con capacidad de imponer una sanción y hacerla cumplir.

Los asesinatos no pueden resolverse sin más mediante el perdón moral de las víctimas. La sociedad como colectivo y yo mismo como individuo tenemos derecho a conocer los autores intelectuales y materiales de los crímenes cometidos durante la guerra.

Esta exigencia de conocer la verdad está, además, en las esencias del cristianismo. El sacramento de la confesión exige sinceridad y arrepentimiento. También se impone una penitencia a cambio del perdón. Si esto es así, entonces ¿por qué le vamos a pedir al campesino que sea más generoso que Dios?. Los juicios legales son un derecho y han de llevarse a cabo.

–Desde su experiencia como profesor universitario, jesuita y hombre comprometido con la realidad salvadoreña ¿Cuál es su visión de el país a día de hoy?

El Salvador es un pequeño país problemático y pobre. Terminó la guerra pero el reparto de la riqueza sigue siendo brutalmente desigual. Más de la mitad del país está sumido en la pobreza y de éstos un tanto por ciento significativo vive en la indigencia extrema. El país sobrevive por las remesas de dólares que mandan a casa los emigrados a Estados Unidos. Muy pocas cosas se producen aquí. La violencia es tremenda. Este año los asesinatos han aumentado un treinta y tres por ciento más que el año pasado.

Está muriendo más gente ahora que durante la guerra, con la diferencia que en este momento ya no somos noticia. Para salir de este caos hacen falta cambios estructurales y yo no los veo por parte alguna.

Este país sigue dependiendo absolutamente de Estados Unidos y eso no ayuda a la construcción de un país viable para todos. Ahora para lavar la cara hablan de que quieren construir aquí una Escuela Internacional de Policía, que para mí no es sino una versión de la siniestra Escuela de las Américas, que preparó a los represores de todo Centro y Sudamérica. Quieren convencer a la gente argumentando que en esa academia van a enseñar Derechos Humanos a los militares y policías pero todos sabemos ya cómo se comportaron hace bien pocos años durante la guerra civil salvadoreña.

–La guerra finalizó por que el FMLN y el gobierno firmaron unos acuerdos que prometían la búsqueda de soluciones.

Los Acuerdos de Paz auspiciados por la ONU se basaron en algunos puntos fundamentales que están siendo sistemáticamente incumplidos. El fomento de la democracia se quedó en papel mojado así como el respeto a los Derechos Humanos. La reunificación de las familias desplazadas por la guerra no ha pasado de ser una intención.

TLC: MÁS DE LO MISMO

–Desde el gobierno y en los medios se ha hablado mucho de las nuevas perspectivas que se abren para El Salvador con el tratado de Libre Comercio.

El TLC es más de lo mismo. El tratado acabará con las pequeñas economías que aún subsisten y hará más rico al sector más próspero y reaccionario de esta sociedad. La economía de Estados Unidos puede inundar el mercado salvadoreño con sus productos técnicamente mejores y a mitad de precio. Habrá también un pequeño sector acomodaticio a las circunstancias que recibirá el premio a su sometimiento y luego, muy al final, la “masa melenuda”, la gran mayoría, que tan pobres son que no tienen dinero ni para vivir la vida con un mínimo de dignidad.

Las consecuencias del Tratado serán únicamente las de ahondar aún más las diferencias sociales.

–¿Qué ha venido ha sustituir los supuestos deseos de superar las causas que dieron origen a la guerra civil?

Aquí lo único que interesa ahora a nivel oficial es el concepto extraño ese de desarrollo sostenible, que en realidad encubre burdas estrategias para que los poderosos acumulen más dinero y poder.

Los cambios estructurales necesarios, que pasan por fomentar e invertir en educación y la reconciliación nacional fundamentada en la búsqueda de la verdad y la justicia, no interesan. De esta forma el pueblo salvadoreño sigue condenado.

El gobierno dice buscar la imparcialidad y el encuentro entre las partes, pero sus códigos son falsos. Un ejemplo. Es cierto, sí, que hubo un juicio contra los autores materiales de los asesinatos de mis compañeros jesuitas y de las dos señoras que esa trágica noche los acompañaban, pero ¿cuál fue el resultado? Los autores materiales de la matanza exculpados y la honorabilidad del Estado Mayor del ejército salvadoreño, que fue quien dio las órdenes de apretar el gatillo, ni siquiera fue puesta en duda. Se toman iniciativas cuyo verdadero objetivo no es sacar la verdad a la luz sino ocultar los hechos.

–Llama la atención en las calles de San Salvador la omnipresencia de las sectas religiosas norteamericanas.

No es un fenómeno reciente. Las sectas hunden sus raíces en estrategias de Estado norteamericanas diseñadas entre otros por Kissinger y Rockefeller. El objetivo era hacer perder fieles a la Iglesia Católica ya que el compromiso adquirido por una parte importante de la misma en Latinoamérica estaba tornándose incómodo para las autoridades y el poder económico.

Se diseñó así un cristianismo folklórico que busca el beneficio económico de sus patrocinadores. Falsean la religión, evitan el compromiso social y se desentienden de los verdaderos problemas que rodean a este país sustituyéndolo todo por una especie de histeria religiosa. Cuentan con muchos medios materiales y aquí en El Salvador están por todas partes.

HABLANDO DE SANTOS DE LA IGLESIA

–¿A qué distancia se encuentra Roma de San Salvador?

Roma está demasiado lejos. La curia examina y compara números, pero nosotros hemos visto las caras y los cuerpos de los que han sufrido y de los que han sido asesinados. Hay un desprecio de la fe sencilla, de aquella que es profesada por los pobres y que es ajena a sutilezas del dogma.

Es un hecho que los pobres pueden tener más fe que los teólogos y aquí la gran mayoría de los creyentes son pobres. El que no los vea es porque no quiere verlos.

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–A los pocos meses de la muerte del anterior papa su proceso de canonización parece imparable. Han pasado ya muchos años desde el asesinato de Monseñor Romero (izq.) y su proceso de beatificación sigue estancado. ¿No le parece un agravio comparativo?

El hecho en sí es bastante prosaico. Mientras el cardenal colombiano López Trujillo ocupe puestos de responsabilidad en la curia vaticana y el arzobispo de San Salvador siga siendo el navarro Sáenz Lacalle el proceso de canonización de Romero no tendrá lugar nunca.

–¿Tan grande es la influencia de estos dos religiosos en el seno de la Iglesia?

Ellos tienen la sartén por el mango y el mango también. Están bien situados y saben moverse y hacer las cosas para ejercer su gran influencia en el sentido que prefieran.

DEFOLIANTE SOBRE LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

–La Teología de la Liberación tan presente en su universidad parece que ha perdido la fuerza de hace unos años.

La Teología de la Liberación está, en cierta medida, de capa caída. Sus poderosos antagonistas la están ahogando ejerciendo una considerable oposición a todos los niveles; por ejemplo, no se ordena sacerdote a la gente que estudia Teología de la Liberación en la Universidad Centro Americana (UCA).

En la misma línea, el arzobispo de San Salvador impide la docencia a quienes estudiaron esta disciplina en nuestra universidad. De todos es conocido la personal oposición del anterior papa a la Teología de la Liberación, lo que se tradujo en múltiples iniciativas en su contra.

Decidieron combatirla desde la raíz, extirpándola en los seminarios, forzando al silencio a sus teólogos y demonizándola en sus comunicados. Allí donde pudo florecer la Teología de la Liberación la curia vaticana se encargó de arrojar defoliante.

Juan Pablo II estuvo obsesionado con la destrucción de la influencia comunista en el antiguo bloque soviético. La realidad de la opresión centroamericana era, en cambio, muy distinta a la de los antiguos países del este de Europa y el anterior papa, presa de su obsesión, no supo ver esa fundamental diferencia. El hecho de haber nacido en Polonia y haber vivido en su propia experiencia el yugo soviético le condicionó sobremanera en su posterior experiencia como cabeza visible de la Iglesia. La Teología de la Liberación le pareció un subterfugio marxista y se dedicó a combatirla con todas las posibilidades de su personalidad y su cargo.

–El nuevo papa Benedicto XVI viene precedido por la fama que ganara como encargado de velar por la pureza de la ortodoxia católica. ¿Presiente algún cambio en las relaciones mantenidas entre la cúpula vaticana y la iglesia centroamericana?

No, la verdad es que de Ratzinger (arriba, der.) no espero nada. Quizás empiece una etapa aún más dura que cuando ejercía de cardenal prefecto.

LATÍN, CASTIDAD, SIDA Y CONDÓN

–¿Qué opinión le merecen a usted la aparente vuelta del Vaticano al dogma católico, la condena del uso del preservativo o la resurrección del uso litúrgico del latín?

El valor fundamental que hay que defender es el de la vida. Es el valor supremo, ningún otro está por encima. Las relaciones sexuales entre la gente no se interrumpen por mucha castidad que se predique y por mucha abstinencia que se recomiende. Esto es un hecho y si las enfermedades de transmisión sexual son un verdadero problema y el SIDA arrasa en Africa creo que repartir condones y proporcionar educación sexual es un imperativo.

En cuanto a volver al latín litúrgico, yo me pregunto con ironía porque no nos remontamos más y volvemos al griego o mejor aún al arameo que era al parecer la lengua usada por los primeros cristianos. Es algo irrazonable. Yo desde luego jamás daré una misa en latín, primero porque no lo sé pero sobre todo porque quiero que la gente entienda lo que digo y, además, que participen.

¿UNA IGLESIA EN SILENCIO?

–Los religiosos comprometidos con el pueblo centroamericano han sido públicamente amonestados por la jerarquía vaticana, algunos incluso apartados de sus funciones. ¿Se siente usted a gusto en la actual Iglesia Católica?

Es triste que para poder hablar con independencia haya que abandonar la Iglesia. Leonardo Boff, el teólogo, está ahora fuera y puede expresarse con mayor contundencia y libertad. En mi caso la única alternativa posible es o bien dejar la Iglesia o quedarse con todas las consecuencias para tratar de que el discurso dominante no se convierta en único y arrollador.

–Después de perder a compañeros muy cercanos, de sobrevivir a varios atentados y a una guerra civil, a huracanes y terremotos. ¿Qué vínculo le mantiene unido a El Salvador?

Me sostienen muchos vínculos con este país. Aquí he perdido mucho pero la gente me ha devuelto mucho más de lo que yo me he dejado. Además aquí soy un privilegiado, ser jesuita y poseer una educación superior hace que pueda permitirme decir cosas y hacer otras que el resto de salvadoreños no puede.

MOTIVOS PARA LA ESPERANZA

–¿Puede usted ahora vivir aquí con una cierta serenidad?

fotoYo ahora estoy más tranquilo pero el miedo siempre está presente. Sé que ahora no me van a matar, pero tengo miedo por la suerte de gente que colabora estrechamente conmigo, por ejemplo los que llevan los casos de niños desaparecidos durante la guerra civil. Que maten a alguien por algo que he dicho yo o de lo que soy responsable es algo que me preocupa mucho.

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–¿Queda esperanza para El Salvador y para la legión de países que se encuentran en parecida situación?

Creo que sí hay motivos para la esperanza. Es más, yo diría que la esperanza es revolucionaria y peligrosa para el sistema. Lo desestabiliza. Quieren hacernos creer que no hay más opciones que el consumo, el nuevo ídolo al que han vestido con ropajes de Dios.

Mientras haya gente que lucha hay motivos para la esperanza. Aquí en El Salvador, la perseverancia y los triunfos obtenidos en el campo de los Derechos Humanos en Argentina, Chile y Uruguay son para nosotros semillas de esperanza. Tal vez no germinen pero yo también quiero creer que, tal vez, otro mundo es posible.

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* Periodista español (Especial para Piel de Leopardo).

** Se refiere a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en marzo de este año sentenció al Estado salvadoreño por violación de los derechos fundamentales de la familia de Erlinda y Ernestina Serrano Cruz, dos niñas que desaparecieron el dos de junio de 1980, durante una ofensiva del ejército en Chalatenango.
El gobierno apeló el fallo, finalmente ratificado en setiembre.
(Mayor información puede encontrarse en El Faro (www.elfaro.net/secciones/Noticias/20051003/noticias6_20051003.asp) y en otros periódicos digitales.

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