Bernard Cassen*
La enorme cobertura mediática de la que disfrutó la Cumbre del G20 del 15 de noviembre en Washington, que no desembocó en nada concreto, ha sido directamente proporcional al silencio que han guardado los medios de comunicación de todo el mundo con respecto a una reunión que, sin embargo, va a desembocar en un acontecimiento histórico: el establecimiento de una estructura monetaria regional que rompe totalmente con la lógica de las instituciones de Bretton Woods y que destruirá el monopolio del Fondo monetario internacional (FMI).
Recordemos que para frenar la gran crisis financiera de 1997, parte de Asia oriental, Japón, propuso la creación de un Fondo monetario asiático que, inyectando liquidez en los circuitos financieros de los países afectados, habría permitido limitar la amplitud del «tsunami» y evitar su propagación a Rusia y después a Brasil. El gobierno estadounidense y el FMI cortaron de raíz aquella iniciativa.
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