El turno de Mujica

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Rivera Westerberg.

Distintas razones: quizá las descubiertas masacres perpetradas por tropas estadounidenses en Iraq, o el tembladeral cubano, el reacomodo de la política colombiana tras hacerse imposible otra reelección de Uribe, en fin, nuevas muertes en Honduras, los primeros pasos del gobierno chileno de Sebastián Piñera, tal vez simplemente el protocolo no reglado que manda un "stand by" cuando asume un nuevo presidente, han mantenido a José Mujica solo discretamente en los titulares.

El porfiado Chávez, aunque al parecer debilitado, mantiene firmes las riendas en Venezuela y no deja de lucir entre los titulares de la prensa; Evo Morales consolida —sin dejar de avanzar en su programa— la situación de Bolivia, y se produce un compás de espera. Otro dirigente de izquierda, Lula, negocia aquí y allá (y ahora un acuerdo militar con EEUU que comprende a Amazonia) puede que con la esperanza estratégica de al menos no quedar a oscuras sobre las intenciones de la Casa Blanca en un área vital del continente. Correa, por su parte, da señas, no muy claras, cierto, de volver al redil: las cancillerías ecuatoriana y colombiana dialogan y acuerdan acordar.

Así que es Cuba, ¡cuando no!, el objeto de campañas y analisis; como antes, pareciera que están a punto de producirse grandes novedades en la isla y —como antes— el gobierno cubano toma impertérrito sus medidas sin importarle aparentemente que se agolpen amigos y enemigos frente a las puertas de casa.

En lo que se considera el otro lado de espectro político latinoamericano, el flamante presidente de Chile da sus primeros pasos —a veces parecen meramente deambulatorios— en el gobierno. No se apresura, pero no por indecisiones. Nada tiene que temer: en Chile no hay fuerza política conocida que se plante contra el sistema; son todos reformistas, aunque no definen qué reformar.

Frente a un cuadro pesaroso, triste e intelectualmente pobre resulta imposible no pensar en Uruguay. José Mujica parece haber medido con rigor los límites del marco; sin declaraciones altisonantes ni remover los vientos continentales fija el rumbo de la nave cuyo timón está en Montevideo. Lo suyo no contenta a los restos de la izquierda revolucionaria (que a veces parece simplemente revoltosa, pero no al modo de los jóvenes llenos de energía, sino con la tozudez propia de los ancianos aquejados de demencia senil) e incomoda a la derecha libremercadista. Todavía no se lo demoniza: los centros económicos, políticos, mediáticos y etcétera que suelen organizar y manipular a los sometidos al "destino manifiesto" no dan las órdenes pertinentes.

Y sin esas órdenes el doctor Mujica ha podido estructurar los espacios necesarios para disponer sus piezas en el complejo tablero americano. Lo prueba, por ejemplo, el modo como encamina las relaciones bilaterales con la Argentina y Brasil, pero en especial el  reciente acuerdo comercial con Venezuela.

Comienza a salirle gente al baile, lo acusan de cometer un profundo error al encarar la política internacional urguuaya de acuerdo con la afinidad política que haya entre él y los demás dirigentes. Lo dijo su orora rival por la Presidencia, Juan Alberto Lacalle: "Me temo que va a incurrir [Mujca] en el mismo error que el doctor Vázquez, de creer que las relaciones internacionales del Uruguay se mueven por afinidades ideológicas entre gobiernos".

Acuerdos en marcha

Lo apuntado por el hoy senador Lacalle asoma como una pequeñez política, o caso de ceguera política, o miserabilidad política, al considerar el abanico de asuntos tratados en Brasilia:

– intensificación del comercio y de las inversiones, interconexión eléctrica,
– integración de mallas ferroviarias,
– construcción de un nuevo puente fronterizo e implementación de redes de conexión fluvial.
Todo ello dentro de un esquema que consulta fortalecer el Mercosur y probablemente aumentar la cooperación de ambas partes en la Unasur.

Cabe considerar que además se trabaja en romper el desequilibrio entre las economías de Argentina y Brasil y las de Paraguay y Uruguay en el Mercosur, pacto de integración al que se asocian también Bolivia y Chile, aunque no como miembros plenos, y Venezuela, que tiene detenida su total integración por maniobras dilatorias presentes en el Congreso del Paraguay.

En los dos primeros meses del 2010 las negociaciones entre Uruguay y Brasil significaron alrededor de 406 millones (en dólares estadounidenses), un crecimiento de más de un tercio comparado con igual período de 2009.

¿En qué pensaría Lacalle al afirmar "La verdad absoluta es que tienen que moverse por los intereses del país. Por ejemplo, los intereses del Uruguay con respecto a la Argentina van a ser los mismos, gobiernen los radicales o los peronistas", segun consignó a República de Montevideo, que rubrica: "Vamos a tener los mismos problemas por la lucha de puertos, los mismos problemas de dragado, los mismos problemas de los puentes, entonces, basar las relaciones internacionales en las coincidencias ideológicas me parece un profundo error".

El comercio entre Uruguay y Venezuela, por otra parte, alcanza unos 700 millones de dólares. La suma se verá incrementada; en lo inmediato algo más de 200 productos uruguayos se transarán en Venezuela libres de gravámenes aduaneros. Entre ellos, automóviles y camiones ensamblados en el país sureño, carne de pollo, lácteos y otros. Como contrapartida, al menos hasta el moento las importtancioes uruguayas son básicamente petróleo; de hecho por este concepoto Montevideo mantiene una deuda con Caracas del orden de los 520 millones de dólares.

Ambos gobiernos intentan reflotar el comercio mutuo, que cayó en picada duante las primeras 12 semanas de 2010: un 36%.

Las relaciones uruguayo-argentinas, sobre o bajo las diferencias coyunturales que afectan a sus respectivos gobiernos y, en muchos casos, movimientos sociales, nunca se han deteriorado en los últimos años hasta el peligro de ruptura; los incidentes más conocidos —por las plantas de celulosa instaladas a en la ribera del río Uruguay— van camino de solución política, y bueno es reconocer que en contra de esas plantas —una española y otra finlandesa— se pronunciaron oportunamente ecologistas de ambos países.

En lo que llevan operando las plantas no se han producido accidentes ni derrames tóxicos, pero nadie sostuvo que se producirían, lo que afirman los ambientalistas es que no debe descartarse que se produzcan, por una parte, y por la otra, el daño que causan los cultivos de especies extrañas, pinos y eucaliptus, materia prima para las fábricas, que consumen mucho más agua que especies autóctonas y acidifican la tierra.

Bajo el gobierno de Tabaré Vásque se había avanzado en  la limadura de asperezas o tal motivo y se plantearon asuntos derivados de la desigualdad de los aparatos productivos de Uruguay y Argentina y sus efectos en el comercio del área; la búsqueda de acuerdos y soluciones, recibirá un gran impulso, afirman, en los próximos meses.

No es poco para un presidente recién instalado. Y ello explicará por qué todo apunta a que José Mujica será el próximo gobernante en recibir el dudoso honor de ser objeto de análisis y comentarios en la "gran" prensa comercial y cipaya de América.
 

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