Elecciones en EEUU y los excluidos de la »gran democracia»

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Que el gobierno de George Bush sea uno de los gobiernos de Estados Unidos más impopulares en el exterior no es ninguna novedad. Para descubrirlo no eran necesarias las manifestaciones de Atenas -que culminaron con la renuncia de Collin Powel a asistir a la ceremonia de clausura de los juegos olímpicos-. La prepotencia usada por Bush y los neo-conservadores que gobiernan con él, junto a las imágenes diarias de muertes y horrores que nos ha traído su «guerra al terrorismo» han sido rechazadas por los pueblos del mundo, una y otra vez.

Sin embargo, en estos días hemos sido testigos también de los miles de ciudadanos de Estados Unidos que en una Nueva York blindada se juntaron bajo el lema «el mundo dice no al programa de Bush», capitaneados por Michael Moore, el cineasta famoso en todo el mundo por sus críticas a Bush y ganador del último festival de Cannes. También hemos visto como la mayoría de los cantantes y actores de Hollywod se han declarado a favor del candidato demócrata, John Kerry o, de todas formas, en contra del actual presidente.

Los estadounidenses han salido a las calles a decir no a la guerra en Irak, pero no sólo eso. Los Estados de Unidos de América se auto proclaman, tanto en las películas como en la realidad, el país de las oportunidades. Es la tierra de los McDonalds, de la Coca Cola y de los rascacielos, cualquiera puede ir y con su esfuerzo logrará el éxito fácil. Esa fue la idea que ha motivado a millones de personas a emigrar al país de la esperanza. Sin embargo las cosas no son así.

Hace pocos días se hizo público un estudio según el cual los pobres – en ese país- subieron a 36 millones, 1,3 millones más que el año anterior, equivalente a un 12,5 por ciento de la población. Es el tercer año consecutivo que se registra un incremento de esta cifra.

En EEUU uno de cada cinco menores de 18 años vive en la pobreza y aumentan considerablemente las personas que no tienen acceso a seguro médico. No son cifras de país desarrollado y por eso en las movilizaciones de estos días los manifestantes eran los más postergados por las políticas económicas del gobierno: los desocupados, los estudiantes y los indocumentados. Todos ellos exigen una política social que no los siga excluyendo.

Bush: una ventaja insostenible

Aunque a muchos pueda sorprender, no obstante los fracasos de la guerra en Irak y de la política económica del gobierno estadounidense, según las últimas encuestas Bush aventaja al candidato del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre próximo. Seguramente la contienda electoral que definirá quién será el presidente de la primera potencia mundial por los próximos 4 años será nuevamente estrecha y es justamente a eso a lo que han apuntado los republicanos en su campaña.

Probablemente volverá a ser el dinero y no la voluntad ciudadana la que se exprese el 2 de noviembre en el acto que constituye la única fuente de legitimidad de la democracia norteamericana y que excluye a la vez cualquier otra vía de participación ciudadana.

En EEUU no son los ciudadanos los que definen programa y candidatos, son accionistas quienes definen el programa electoral, seleccionan el candidato, financian las campañas, logran los votos, desembarcan a sus hombres en la administración ganadora y aplican las políticas deseadas.

El periodista Charles Lewis en su libro La compra del presidente 2004, denunció que el dinero de las campañas está financiado por el uno por ciento de la población compuesto por millonarios, grandes corporaciones y grupos de presión. Por otra parte, el lobby juega un papel protagónico en la política de los Estados Unidos.

Durante el período en que Bush fue gobernador en Texas, las principales empresas contaminantes se reunieron con él para diseñar su programa sobre la polución. Esto se tradujo en US$ 243.900 para su campaña presidencial mientras para los ciudadanos de Texas -según la Agencia de Protección Ambiental- sólo en 1998 se utilizaron 30.000 toneladas de pesticidas y se alcanzó la más alta concentración de refinerías y plantas químicas del país.

A todo lo anterior, se agrega la falta de participación ciudadana, derivada de las reglas electorales y la forma en que se hace política. Existen millones de extranjeros que trabajan, pagan impuestos y forman parte de las fuerzas armadas cuando es necesario, pero carecen de la ciudadanía norteamericana. Ellos no pueden participar, junto a los millones de indocumentados.

Por otro lado, se calcula en casi cuatro millones las personas que cumplen penas por un delito mayor y han perdido el derecho al voto. También ha sido escandalosa la cantidad de errores en el censo de las últimas elecciones, con personas que no aparecían en los registros y otras que se encontraban en ellos más de una vez. Se calcula que cerca de un 40 % de la población electoral no se inscribe en los registros, y los que están inscritos y no votan alcanzaron en las últimas elecciones presidenciales -consideradas de alta participación- un porcentaje del 50 por ciento.

Esta es la «gran democracia» norteamericana. ¿Será ese el modelo de sociedad que los gobernantes de EEUU quieren exportar con bombas y tanques al resto del mundo? Nosotros, sin lugar a dudas, rechazamos la oferta, pero también lo harían -y lo hacen en estos días en las calles- muchos norteamericanos. Eso nos tiene que hacer pensar que los que toman las decisiones y deciden los destinos del mundo no son los países del norte del mundo, sino que son los poderosos del norte y del sur, mientras los excluidos del norte y del sur del planeta sufren las consecuencias.

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* Egresado de Derecho y ex Presidente de la Federación de Estudantes de Chile

Artículo publicado en el Portal del pluralismo (www.portaldelpluralismo.cl.

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