Elecciones parlamentarias en Colombia: coaliciones y expectativas
A pesar de tener un régimen presidencialista, la composición del Congreso colombiano que resulte de los comicios del 13 de marzo será determinante para lograr las transformaciones que el país requiere.
El domingo 13 de marzo se elegirán los 107 senadores de la República que conformarán el Senado de la República. De esos curules, cinco serán elegidos dentro de los candidatos del partido Comunes, expresión política hoy de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC-EP en proceso de reincorporación a la sociedad y son parte de los Acuerdos de Paz firmados con esa guerrilla.
Dos corresponden a las circunscripciones especiales indígenas y uno más corresponde al candidato presidencial segundo en votos en la segunda vuelta presidencial o en la primera si hubiese un ganador en esta primera ronda, lo cual no es muy probable.
En la Cámara de Representantes se elegirán 167 representantes por circunscripciones departamentales, una circunscripción de los colombianos residentes en el exterior, uno más por las comunidades negras y uno más por las comunidades Indígenas. Además, se elegirán 16 representantes de las zonas rurales de los 170 municipios que fueron los más golpeados por la confrontación armada entre el Estado y la guerrilla de las FARC-EP que corresponden a los municipios donde se están ejecutando los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial.
A pesar de ser Colombia un régimen presidencialista que trató de limitarse en la Constitución de 1991, pero que nuevamente se ha venido fortaleciendo, como producto de una serie de reformas que han regresado al más férreo centralismo sobre todo en materia fiscal y en el control y manejo del orden público, la composición política del Congreso de Colombia es definitiva para lograr los cambios y las transformaciones que el país requiere.
Así lo han entendido tanto las fuerzas políticas que proponen un cambio sustantivo en materia social, económica y política y quienes se resisten a ello y propugnan por mantener el ancien regime, esta es la confrontación de fondo en la cita electoral de este domingo 13.
Germán Vargas Lleras hombre de la derecha extrema en sus propuestas y formulaciones políticas y uno de los más conspicuos representantes de esa élite tradicional conservadora así rotule a su partido como Cambio Radical lo escribió recientemente. “Prácticamente no hay asunto de importancia que no esté ligado a decisiones del órgano legislativo”.
“Creo muy relevante favorecer y fortalecer a los partidos que han garantizado por décadas la estabilidad institucional de este país, particularmente en esta coyuntura. Este 13 de marzo se definirá en últimas el modelo económico, político y social del país… dependiendo de las mayorías que se consoliden en el Congreso”.
Luego Vargas Lleras anuncia su agenda legislativa que no es otra cosa que sostener las políticas que nos han traído a donde estamos en medio de una crisis social, quizás la más profunda en materia de pobreza y hambre que hayamos vivido en muchos años. Considera que ya es suficiente con el incremento del salario mínimo del 10,6% decretado el año pasado y que el alza de precios de los alimentos presentada en estos dos primeros meses en más de un 14%, sepultó.
Pero para Vargas Lleras eso no solo es suficiente sino satisfactorio. Así mismo sueña con arrasar con la consulta previa a los pueblos indígenas para la realización de mega obras y considera que el modelo de desarrollo neoliberal que nos ha traído a la crisis que vivimos está bien y hay que mantenerlo a cómo dé lugar, a punta de represión si es necesario, como hizo el gobierno de Uribe-Duque, a sangre y fuego, frente al Paro Nacional de 2019 y al Paro del 28 de abril del 2021, que contó con el apoyo de Vargas Lleras y su partido.
Anuncia que hay que defender el modelo extractivista que nos rige y oponerse a la limitación de las industrias extractivas del petróleo y el carbón que proveen el 50% del valor de las exportaciones del país. Claro, dice que hay que transitar al cambio del modelo basado en las energías fósiles causantes del calentamiento y la crisis climática, pero eso deberá hacerse más adelante.
Se muestra muy preocupado por el creciente déficit fiscal que ha llegado al 7,2% del PIB, pero nada propone para remediarlo, pues sabe que no puede anunciar más incrementos a los impuestos indirectos, que fue el motivo que rebasó la copa de la indignación popular en abril de 2021 y fue el motivo más inmediato del Paro Nacional. (Vargas Lleras, Germán. ¿Qué Congreso Elegimos? El Tiempo 27 de febrero de 2022).
En el otro extremo del escenario político está la propuesta de Gustavo Petro y su coalición electoral, Pacto Histórico. A mi juicio fue un acierto que Petro desde el comienzo de esta larga campaña hubiese mandado el mensaje que para hacer los cambios y las reformas que necesita el país se requiere cambiar la composición actual de ese Congreso. Ganar solo la presidencia de la República no basta pues el Congreso se puede convertir en el gran enterrador de esas propuestas.
Detrás de esa campaña política y pedagógica que Petro ha hecho no solo en las entrevistas y debates que ha propiciado o a los que ha sido invitado, sino en las 40 manifestaciones de Plaza Pública, ha insistido con razón en que los electores deben entender que para llevar adelante la agenda de transición democrática que requiere Colombia se precisan mayorías en el Congreso.
La meta es muy alta, pero creo y así lo muestran las encuestas que la lista del Pacto Histórico puede ser este 13 de marzo la lista más votada. Si es así mostrará que Petro acertó en su apuesta política. Pienso que esa lista tendrá entre 16 y 20 senadores y que sacará unos 20 renglones a la Cámara de Representantes. Un resultado realmente muy significativo.
Las otras Coaliciones no tienen una lista única. Es lamentable lo que ocurre en la Coalición de la Esperanza que representa al centro político del país. Sus errores tanto en la forma como se conformó la Coalición como en la resolución de sus problemas internos, han dejado ver las enormes diferencias de los distintos precandidatos, tanto en materia de propuestas frente a los problemas del país como a sus egos, lo cual no les permitió presentar un programa más allá de las generalidades y tampoco una lista única y eso se reflejará en el resultado de este 13 de marzo.
Esta coalición no construyó su propuesta de cara a los problemas del país. Hoy está claro que allí conviven propuestas como las de Fajardo que son continuistas de lo que hay, como en materia de Salud, con cambios en otros temas como el de educación, protección del medio ambiente, pero su programa presentado esta semana sigue adoleciendo de generalidades sin concretar propuestas frente a la pobreza, el hambre o la inequidad, se le abona su respaldo decidido al cumplimiento de los Acuerdos de Paz.
Robledo también ha presentado algunos puntos programáticos que se ubican en el extremo de Alejandro Gaviria, un neoliberal progresista que aún no atina a decirnos qué es lo que hará frente a esos mismos problemas. Es evidente que Gaviria lo que quiere es administrar el modelo neoliberal con algunos retoques superficiales. La lista al Congreso que es un acuerdo con el Partido Verde y que encabeza Humberto de la Calle tendría un buen resultado si logra mantener los 10 renglones al Senado y los cuatro curules de la Cámara que tiene actualmente el Partido Verde.
En realidad, la Coalición de la Esperanza es una coalición muy diversa en que conviven diversas tendencias de centro derecha amigas del modelo existente que proponen cambios superficiales con propuestas más reformistas como la representada por Robledo, más inclinada a un reformismo democrático. Las disputas dentro de la coalición son de dos tipos además de los egos crecidos que allí abundan.
Hay disputas programáticas desde quienes defienden en lo fundamental el estado de cosas actual y proponen medidas remediales tibias, retoques como un auxilio para las personas de la tercera edad que no tienen ningún tipo de seguridad social, hasta allí llega su reformismo social, que ni siquiera considera propuestas como la renta básica para hacer frente a la falta de ingresos y no habla en materia agraria más allá del cumplimiento de los Acuerdos de la Habana que es importante claro está, pero que es insuficiente.
El reformismo del centro de Fajardo que avanza un poco más en materia de educación y propuestas más reformistas como las de Robledo que considera necesario revisar la política agraria para avanzar en el logro de la seguridad alimentaria. En general el Centro Político llega a las urnas sin propuestas claras frente a los principales problemas del país.
El segundo terreno de las disputas se da en torno a los apoyos y las alianzas. Sin programa conocido que no sea el continuismo de lo que existe, Alejandro Gaviria ha apelado a los clientelistas tradicionales para ganar la consulta y esto tensionó la coalición hacia adentro y la implosionó parcialmente. El problema es que esa coalición al no tener un programa sino tantos programas cuantos candidatos hay, les impidió construir unas reglas del juego.
Nadie sabe cuáles son los acuerdos de Alejandro Gaviria con el clientelista exgobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey ni con Germán Varón Cotrino y todos los políticos tradicionales que le organizan las manifestaciones a Gaviria. Frente a esa fila de clientelistas se ha levantado el moralismo hirsuto de Ingrid Betancourt. La política es el arte de los acuerdos y las alianzas.
El centro de los acuerdos son las políticas públicas que se pondrán en marcha si esa u otra Coalición gana en las urnas y claro, estos acuerdos que deben ser en torno a políticas concretas, proyectos específicos, deben también tener un mínimo de acuerdos éticos que deben ser claros y expresos frente a los electores. Eso no es lo que ha construido Gaviria, pero ese no es el reclamo de los otros miembros de la Coalición, simplemente porque no tienen acuerdos programáticos claros y menos unas normas éticas frente al manejo de los recursos públicos.
Ese el error central de esta coalición, ya irremediable antes del 13 de marzo y casi imposible de construir después de las elecciones parlamentarias, porque ya se han expresado vetos de Robledo a Gaviria y tibiamente de Fajardo a Gaviria. Así que sea quien sea el que gane concurrirá prácticamente sólo a la primera vuelta.
En materia electoral la otra lista referenciada a la coalición de la Esperanza es la del resucitado Nuevo Liberalismo cuyo principal reto, bastante difícil, será el de obtener más de 500 mil votos que será el umbral en estas elecciones para el Senado de la República.
Es el mismo reto que enfrenta la lista de Fuerza Ciudadana, la lista que representa la fuerza electoral del gobernador del Magdalena Carlos Caicedo, aunque ésta de acuerdo a la última encuesta de Cifras y Conceptos estaría figurando dentro de las que podría pasar el umbral. Difícil tarea. Esta lista se referencia al Pacto Histórico.
En la derecha la Coalición Equipo Colombia no tiene listas propias. Los partidos de la derecha que allí conviven tienen sus listas. Se prevé que el partido Conservador mantenga sus 14 senadores, el Partido de la U perderá una buena parte de sus senadores y se calcula que solo mantenga 8 0 9 de los 14 que actualmente tiene. Los cristianos subirán a unos 7 senadores.
Cambio Radical podría perder uno o dos senadores de los 16 que eligió en 2018. El Centro Democrático de Uribe podría perder unos 10 senadores quedando solo con 8 0 9 de los 19 que eligió como la bancada más numerosa en el año 2018.
Finalmente, el Partido Liberal podría mantener sus 14 senadores y mantener su bancada en Cámara de Representantes que es de 35, la más numerosa de este organismo actualmente.
Estos son los pronósticos con base en las encuestas que se han hecho más recientemente. Pero la otra apuesta fuerte es la que se libra por las candidaturas de las tres coaliciones la derecha del Equipo por Colombia, la del Centro Esperanza y la de la izquierda en el Pacto Histórico. Sobre ello volveremos la próxima semana. Por lo pronto el reto ahora y un reto vital para el país, es la renovación del Congreso por las fuerzas democráticas y alternativas.
*Director de la Revista Sur