En Argentina, gobierno y policía, peleando en la cornisa

La evolución del drama nacional argentino ha permitido observar una nueva vuelta de rosca: variadas demandas policiales de diferentes provincias, terminaron condensándose en “la bonaerense”, sus reclamos y movilizaciones.Son muchas las cuestiones que esta situación encierra. Entre ellas podemos destacar la historia de “la bonaerense” y el rol de la policía en los preludios de golpes de Estado; las dudas del gobierno y la debilidad de sus respuestas; la diversidad de las peticiones formuladas, según la jerarquía interna de los reclamantes.

Gobierno y oposición, frente a este conflicto, procuran transferir culpas a su oponente. La verdad es que, en la nefasta historia de “la bonaerense”, tienen responsabilidades el oficialismo y la oposición. Durante estos últimos 37 años, con vigencia institucional, el peronismo gobernó (en la Provincia de Buenos Aires) 29 años y la actual oposición (radicalismo y macrismo) ocho años, entre ellos el reciente período 2015/2019.

Durante todos esos largos años se gestó, en “la bonaerense”, la idea de un Facundo Astudillo Castro víctima de una “desaparición forzada”“autogobierno corporativo”. Los diferentes gobiernos lo toleraron, prefiriendo “mirar para el costado”. Esas tendencias hicieron posible que pudieran tener alguna forma de continuidad algunos rezagos de la impunidad desarrollada durante el proceso militar.

Los multiplicados casos de “gatillo fácil”, que tuvieron por víctimas a jóvenes de las barriadas humildes, desapariciones como las de Miguel Bru, Jorge Julio López, Luciano Arruga y recientemente Facundo Astudillo Castro, lo demuestran.

Tampoco es ajeno a esta situación un fenómeno que ha tomado dimensiones incontenibles: el narcotráfico. Es harto conocido que buena parte de las conducciones políticas de los municipios, junto a funcionarios judiciales y autoridades policiales compiten, articulan y deciden sobre esta cuestión, fundamentalmente en el Gran Buenos Aires.

Estos temas, con toda la importancia que tienen, es probable que no sean los únicos que detonaron el conflicto policial. En ese sentido no se puede descartar el fenómeno que estamos transitando en varios países de la región.

Aprovechando una progresiva derechización del discurso público se despliegan estas fuerzas. Es probable que muchos sectores consideren que haciendo estas “concesiones” domarán al león. La experiencia histórica ha dado largas pruebas que no parece que ése es el mejor camino.

Las dudas del gobierno y la debilidad de sus respuestas

El gobierno “no vio venir al conflicto” y los sucesos policiales lo sorprendieron. Es evidente que la jactanciosa soberbia de Sergio Berni, Ministro de Seguridad bonaerense, no le permitió comprender la profundidad y extensión de lo que se estaba incubando. Lo cierto es que el gobierno vaciló y tardó en dar respuestas, dejando la imagen de una pérdida de poder muy peligrosa para los tiempos que se vienen.

Anunciaron que el nuevo salario mínimo de la Policía bonaerense será de $44.000La respuesta económica al reclamo, apelando a la reducción de la coparticipación porteña, es una justa medida sin hablar de otros problemas no menores. El Presidente exhibió ese hecho como una muestra del federalismo que pretende desarrollar. Pero éste exige otras respuestas, no solo ésta, limitada al territorio bonaerense.

Cada día parece con mayor fuerza la necesidad que, aún con esta Constitución, se debe cumplir con el mandato de establecer un nuevo régimen  para la distribución primaria, es decir replantear qué proporción de la masa de recursos se apropia la Nación y qué parte se distribuye entre las provincias.

En este sentido las provincias vienen perdiendo fuerzas desde hace varias décadas. Luego quedará por resolver la distribución secundaria, es decir qué porcentaje se le asigna a cada provincia.

Acerca de los números sólo se analizan los recursos que se corresponden a transferencias del Estado Nacional, pero no se toman en consideración otras razones estructurales que benefician a la capital. Eso está bien para equilibrar los ingresos entre provincias grandes y chicas.

Sin embargo, el centralismo económico -que ningún gobierno logró torcer- ha hecho que muchas empresas, con actividades desparramadas por distintos puntos del territorio, paguen sus impuestos en la ciudad-puerto. Ese mecanismo impositivo, entre otras causas, ha determinado que la Ciudad capital tenga un ingreso per cápita muy superior al resto del país.Argentina: terminan las protestas de agentes de la Policía tras acordar un aumento salarial

En ese marco, pretender resolver el problema reduciendo en un punto -o algo más- los ingresos de la Capital, para ser destinados a mejorar la seguridad en la Provincia de Buenos Aires, encierra muchos interrogantes. Además de las cuestiones políticas deja abierto el debate sobre una eventual inconstitucionalidad de la norma dictada.

El otro peligro es que ahora habrá una lluvia de legítimos reclamos de sectores, como salud, educación, empleados públicos, que han quedado retrasados respecto a los otorgados al personal policial. Es difícil saber cómo hará la Provincia de Buenos Aires, para responder a los mismos.

Los diferentes reclamos policiales y algo más…

Sobre estos reclamos policiales quedaron flotando un par de interrogantes. Uno tiene que ver con la oportunidad, dado el silencio de estos mismos protagonistas cuando eran esquilmados por el gobierno de Mauricio Macri. Lo segundo es la tentación a pensar que hay algo más detrás de este reclamo.

Respecto a lo primera da la impresión que el reclamo hace centro en el tema salarial del personal subalterno. Ello le dio un mayor sustento, haciendo más simpático este reclamo ante la opinión pública. De esa manera el mismo tendría mayor efecto publicitario.

Es sabido que para el caso de los rangos superiores el salario oficial no es el principal componente de sus ingresos, ya que ellos están más vinculados a sus relaciones con el manejo de mafias territoriales que a lo que dice su plantilla salarial.

Por otro lado, esa legitimación de dichos reclamos salariales servía al objetivo de deteriorar al gobierno de turno, fortaleciendo al objetivo de crear condiciones para otras maniobras semejantes. Ese es uno de los modos  que usan los sectores más conservadores para continuar con sus planes de aproximación al poder.

 

 *Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

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