En grave crisis, la derecha de EEUU: su imagen pública, destrozada
David Brooks*
La derecha electoral carece hoy de líderes, tiene una base militante más reducida que en cualquier momento en por lo menos dos décadas y una imagen pública destrozada, sus líderes son responsabilizados de la peor crisis económica desde la gran depresión, de los altísimos costos de la guerra en Irak, prácticas corruptas y manejo de gobierno mediante el engaño y la distorsión.
No hace tanto los estrategas de la derecha electoral estadunidense hablaban de que estaban preparando el camino para que su monopolio sobre el poder nacional fuera permanente, pero hoy el Partido Republicano y sus corrientes más conservadoras todavía no se reponen de la devastadora derrota que sufrieron a manos de Barack Obama y el masivo rechazo en las urnas a sus líderes, que se expresó en las elecciones generales realizadas a finales del año pasado.
Sólo en los últimos cuatro años los republicanos han perdido el control de la Casa Blanca, la Cámara de Representantes, el Senado y varias gubernaturas, y aún no logran establecer un mensaje y menos una estrategia para enfrentar al gobierno de Obama. Sólo el ex vicepresidente Dick Cheney se atreve a defender al gobierno de George W. Bush, mientras los demás republicanos hacen todo lo posible por distanciarse de lo que muchos consideran la peor presidencia de la historia del país.
Brota la histeria más que otra cosa de quienes ahora se presentan como líderes de la oposición: advierten contra el
“socialismo”que promueve Obama, llaman
“racista”los nombramientos de latinos a altos puestos, critican el gasto federal inflado (sin mencionar que fueron ellos, durante el auge, quienes convirtieron un superávit presupuestal en uno de los déficit más profundos) y tratan de resucitar la militancia de sus deprimidas bases electorales.
Según encuestas más recientes, el Partido Republicano, y sobre todo sus corrientes más conservadoras, ha caído a los niveles más bajos de aprobación y apoyo. El Pew Research Center, en una encuesta a finales de mayo, registró que
“el Partido Republicano está en su posición más débil en que se haya encontrado en las dos décadas de sondeos”de esa organización. Sólo 23 por ciento de los encuestados se identifica republicano (30 por ciento se identificaba así en 2004), algo cercano al punto más bajo de su historia, 21 por ciento en 1975, 1977 y 1979, según encuestas Gallup.
De acuerdo con Pew,
“en total, el Partido Republicano ha perdido aproximadamente una cuarta parte de su base en los últimos cinco años”. Y encuestas y análisis de USA Today y Gallup, indican que han sufrido una erosión de apoyo en casi todos los sectores demográficos,
“el desplome más agudo desde la Segunda Guerra Mundial, aun más grande que las secuelas del escándalo Watergate en los 70”, afirma el diario.
Según encuestas del sitio dailykos. com, el Partido Republicano cuenta hoy con 20 por ciento de opinión pública favorable (los demócratas gozan de 49 por ciento, y su líder Obama supera el 65 por ciento de aprobación).
La Una encuesta de USA Today/Gallup difundida hoy registra que una mayoría (52 por ciento) no puede identificar a una sola persona cuando se pregunta quién habla hoy a nombre del Partido Republicano. De los que podían nombrar uno, 13 por ciento identificó al locutor de radio ultraconservador Rush Limbaugh, seguido por Dick Cheney, el ex candidato presidencial y senador John McCain y el ex presidente de la Cámara Newt Gingrich; el recién retirado presidente George W. Bush llega en quinto lugar.
Ninguno puede decir que representa
“el futuro”de su partido. Para algunos Sarah Palin, la gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia, podría representar eso, pero para otros ella es en sí casi una broma. El presidente del Partido Republicano, Michael Steele, un afroestadunidense con talento para cometer errores verbales, sólo fue mencionado por el uno por ciento.
Y la retórica de estos disminuidos líderes aún no encuentra eco en el público. Palin y otros han declarado que Estados Unidos bajo Obama se enfila hacia el
“socialismo”.
“Nuestro país podría evolucionar hacia algo que ni reconoceremos, ciertamente algo que está muy lejos de lo que los fundadores de nuestro país se imaginaban”, dijo en entrevista reciente.
Gingrich afirmó que las políticas económicas de Obama
“ya son un fracaso”y defendió a Cheney y otros por criticar la política exterior del presidente, la cual califican de
“peligrosa”. Otros republicanos también intentan descalificar al gobierno, casi siempre insinuando que es
“ajeno”a este país. Por ejemplo, el senador Richard Shelby, líder de la bancada republicana, afirmó que Obama está convirtiendo a Estados Unidos en un país socialista y deploró:
“sin duda, vamos con la intervención gubernamental en todas partes, a propiedad de gobierno”.
Pero al igual que sus otros líderes, los republicanos en el Congreso cuentan con enorme desaprobación. El sitio dailykos.com registra este miércoles que tienen 11 por ciento de aprobación (los demócratas tienen 40 por ciento).
El Partido Republicano se encuentra ahora a la deriva.
“Nadie lo escucha. A nadie le importa lo que piensa”, afirma el analista político no partidista Charlie Cook.
Sin embargo, las pérdidas en apoyo popular de los republicanos no han resultado en avances en las filas de los demócratas, donde a escala nacional sólo 35 por ciento se identifica con ese partido, casi lo mismo que hace un año, y sólo dos puntos más que en 2004, señala el Pew Research Center. El aumento se registra en quienes se dicen independientes –36 por ciento ahora, seis puntos más que en 2004. Y con la excepción de Obama, los políticos demócratas cuentan con bajo nivel de aprobación.
Por eso algunos analistas dicen que una serie de errores del gobierno de Obama y el liderazgo demócrata en el Congreso es su mejor apuesta para recuperar fuerza electoral.
“Los republicanos están apostando a que el gobierno de se desintegrará, desilusionará de manera muy rápida y espectacular, y eso resulte en un gran movimiento popular de descontento con el gobierno”, dice David Frum, uno de los redactores de discursos para la Casa Blanca de Bush.
Al parecer los republicanos y la derecha electoral no podrán, por sí solos, resucitarse y por lo tanto necesita que los demócratas se autodestruyan para poder recuperar su poder en Washington.
*Corresponsal de La Jornada de México en EEUU