En la encrucijada: ¿qué es, quiénes son, que significa en Chile al promediar 2011 HidroAysén?

Lagos Nilsson.

Dos asuntos conmueven y movilizan a la sociedad chilena; uno, la educación pública en todas sus instancias, el otro la política energética, representada por el plan de centrales a carbón y generadoras hidroeléctricas. Ninguno de esos serios problemas parecen definirse por acciones gubernamentalea que consideren el bien común y la consulta a la ciudadanía. En la opinión pública se instaló el convencimiento de que la educación se ha entregado a las "fuerzas del mercado" como empresa lucrativa y que la falta de una política de Estado en materia energética empeña en manos de empresas —chilenas y extranjeras— el futuro del país y de sus habitantes.

No son, desde luego, los únicos problemas que arrastra la sociedad desde el imperio de la dictadura militar-cívica de 1973/90 y no es justo pensar que la responsabilidad recae exclusivamente en el gobierno encabezado por Sebastián Piñera; las dos décadas y los cuatro gobiernos concertacionistas que siguieron a la dictadura no supieron, no quisieron y no pudieron tomar de verdad cartas en estos y otros asuntos cruciales para el destino y devenir de la república, incluso bajo la considración de que sus proyectos fueran torpedeados en su hora por quienes integran ahora la actual coalición gobernante.

Los retazos a zurcir

El país debate —sus fuerzas sociales enfrentadas al sistema y aquellas críticas y sectores emergentes, tanto como otras neutrales, quisieran debatir, buscan espacios para hacerlo— sobre multitud de asuntos entre los cuales Hidroaysén y el (horroroso) estado de la educación son la "punta del iceberg"; pendiente siguen los dramas cincernientes a los servicios de salud, la seguridad urbana y rural, el alza del costo de la vida, las relaciones laborales y la sindicalización, los conflictos de intereses entre el universo político y el empresarial-corporativo, la soberanía alimentaria, la propiedad sobre los mantos mineros, el develar realmente dos crímenes cometidos durante la dictadura, el narcotráfico, la violencia y el alcoholismo juvenil, los derechos ciudadanos y de las regiones, la cuestión mapuche y de las naciones indígenas, destrabar lo del acceso al mar para Bolivia y una larga lista de etcéteras.

En definitiva, la ciudadanía parece haber recuperado —o estar en camino de recuperar en lo concreto— el apotegma que sustenta la democracia: la soberanía reside en el pueblo y los funcionarios del Estado —electos o contratados— son solo sus mandatarios.

El marco en el que estas discusiones tarde o temprano tendrán lugar es en sí mismo una incitación a la subversión ciudadana: la profunda e írrita desigualdad entre las clases y los sectores de las clases sociales. Y otras discusiones se agolpan a la espera de ser llamadas; la situación social y ambiental de la capital del país, por ejemplo, o lo grados que presidirán las autonomías regional-provinciales.

Violento despertar

Chile despierta de una siesta inexplicable para descubrir que está tendido sobre un barril de pólvora con la mecha encendida. Dicho en otras palabras: recupera su historia dormida a punta de represión salvaje, primero, y con técnicas goebbelsianas después. Resulta inconcebible que a diario se informe de "golpes al nacotráfico" y a diario se constate que aumenta la circulación de drogas en calles, plazas, sitios de esparcimiento públicos y privados —y escuelas.

Si la dictadura convirtió al país en un remedo diríase cinematográfico (cine "c") de un suburbio del Primer Mundo y la Concertación lo transformó en una California surera y sin memoria, un porcentaje ciertamente mayoritario de la ciudadanía —y el ciudadano no se define por cumplir con el rito poco ceremonial del sufragio— está dispuesta a no dejar se avance otro paso en su capitis diminutio para hacer del país una sociedad anónima (y cerrada, además), para que cumpla ella el rol menesteroso del cliente al modo romano.

En Chile todos juegan con fuego sobre ése metafórico barril de pólvora; por un lado está el bando de los sigilosos calculadores con intereses y expectativas perfectamente definidas, por el otro una multitud que parece saber qué no quiere, aunque todavía no pueda definir sus propias expectativas; y finalmente está el cadáver de lo que queda de esa traición histórica llamada Concertación, que ya no descubre qué decir en el arsenal de sus frases hechas.

En 2006 la rebeldía de los "pingüinos" (estudiantes secundarios) fue ahogada por su propia inexperiencia, la sordera de las autoridades gubernamentales, y por —será alguna vez necesario admitirlo— tanto la intromisión de agrupaciones políticas de todo signo que les birlaron el tablero, como la ciega, torpe y egoísta conducta de organizaciones adultas —que no pasaron en el mejor de los casos de la clásica solidaridad hueca de alguna declaración entre dientes.

En 2011 los estudiantes acaso pudieran probar que la sociología autodescrita casi rebelde equivoca sus categorías, en tanto las preocupaciones ambientales bien podrían probar que no son asunto de idealistas desfasados. Al fin y al cabo lo que está en juego es apenas lo que quedó trunco en 1973: qué país quieren los chilenos. Todos ellos.

Y eso no se dirime en un acto eleccionario pervertido. Todo trata acerca del orden que se quiera dar a la casa…

Las represas

En la región del Bío-Bio se instalaron represas; proveen, sí, energía eléctrica, pero no solucionaron ningún problema social ni dan trabajo como lo prometieron; quizá al contrario, crearon nuevos puntos de fricción social y deterioro ambiental. Comprar conciencias nunca constituye solución a un problema, sólo posterga el estallido.

Hoy ¿por qué? —una pregunta que no se responde porque no se plantea— Hidroaysén (o hidroAysén o HidroAysén) paga una campaña publicitaria, también posible de definir como de "comunicación envolvente o persuasiva para querer convencer a la ciudadanía de las bondades del proyecto represeril; la carta bajo la manga es el tendido de las líneas del flujo energético para los eventuales demandantes de fuerza eléctrica.

Es una campaña que en los medios periodísticos cuesta, ay, muchos millones. Eso solo basta para pensar que hay conejos en el sombrero del mago. El sombrero del mago es el gobierno, vale la pena pensar quién lo usa en el multicéfalo Estado chileno.

Ya no se trata de saber cómo crecen los tomates (serán, son, tomates transgénicos), tampoco de argüir sobre asuntos puntuales —porque en las partes el todo esconde sus cuchillos, del mismo modo como debajo del poncho el asesino sus puñales—, los que debieran tratarse, y sin prejuicios, luego de acabada la cuestión esencial; la cuestión esencial es saber quiénes discuten y por qué lo hacen.

La mesa no debe de ser grandemente redonda, porque no será una discusión entre iguales: la soberanía no es igual a los intereses particulares, el futuro no es par de la ambición, los niños que nacen y nacerán (si las parejas apagan la tele) no son ni serán iguales a sus muertos ancestros —tampoco el mundo en el que serán adultos.

Preguntas frecuentes

Muchos programas —"software"— para computadoras (u ordenadores electrónicos) entregan a quienes pretenden utilizarlos un archivo titulado FAC, siglas en idioma inglés para "preguntas frecuentes", es decir: para disipar probables dudas acerca de cómo usarlos, qué bondades tienen, qué no hacen. Un grupo de ambientalistas y economistas —junto con otros interesados— han publicado de manera anónima algunos interrogantes y sus respuestas sobre hidroAysén.

Es el siguiente:

¿Qué es HidroAysén?

Es la fusión de Endesa-España y Colbún S.A. Endesa-España es dueña del 51% de la empresa fusionada.

¿A quiénes pertenecen Endesa-España y Colbún S.A.?
El 92 % de Endesa-España pertenece al gigante de energía italiano ENEL (31,6 % de este es del Estado Italiano). Colbún S.A. pertenece al clan Matte, de Chile.

¿Principales características del proyecto HidroAysén?

HidroAysén sería un complejo hidroeléctrico de 2.750 MW (megawatts) de potencia instalada, en dos de los ríos principales de la región: Baker con 2 represas; y Pascua con 3. Esto significaría la inundación de 6.000 hectáreas. El costo estimado del proyecto es de 4.000 millones de dólares. Sería el proyecto con el mayor impacto ambiental en la historia de Chile.

¿Principales características de la línea de trasmisión?

HidroAysén necesitaría una línea de trasmisión de 2.300 kilómtros de exctensión, con 6.000 torres de 60 a 70 metros de altura y la expropiación de una franja de terreno de 70 metros de ancho, con un costo estimado de 3.000 millones de dólares. Esta línea atravesaría el 51% del territorio chileno e impactaría territorio Mapuche, 8 regiones, 66 comunas, 16 áreas protegidas del estado, 32 áreas protegidas privadas. En suma, 4.600.000 hàs. directamente afectadas.

¿Esta electricidad sería para los consumos domiciliarios?
No, sería para el centro industrial de Chile, para las deficiencias energéticas de la R.M., y para las actividades de extracción minera en el Norte. Por sus características técnicas a este tendido no se le puede inyectar ni extraer energía eléctrica en el camino. La caída de una torre significaría dejar en oscuridad a 2/3 del país. Entre el 10 y el 15% de la electricidad se pierde en la conversión bidireccional de electricidades continua y alterna.

¿Son estas las únicas represas que se proyectan en la Patagonia?
No. Energía Austral (Xstrata-Cooper) pretende construir otras tres centrales en la Patagonia, que afectarían Río Cuervo, Río Blanco y Lago Cóndor. Recientemente ha hablado de una cuarta represa que llamaría Blanquito.
[Nota: Xtrata-Cooper lleva el emprendimiento minero El Morro en el norte de Chile].

¿Qué ha posibilitado este proceso?

El sistema constitucional y jurídico ultra-neoliberal instalado en Chile bajo la dictadura: la Constitución de 1980, el Código de aguas de 1981 y Ley General de Servicios Eléctricos, y el DFL 1 de Minería de 1982, desempoderan al Estado y al pueblo, y empoderan corporaciones de lucro. Por otra parte el sistema de evaluación de impacto ambiental está cooptado políticamente, manipulado por los proponentes de proyectos industriales y los gubiernos de turno.

¿Y en que condiciones se aceptó el estudio de impacto Aambiental de HidroAysén?

El proyecto de generación fue separado del proyecto de trasmisión, desacoplando mañosamente los efectos sinérgicos negativos. El estudio de impacto ambiental de las represas fue presentado sin la información esencial, así lo ratificaron 21 servicios públicos. Fue un intendente quien impidió políticamente que la COREMA (Comisión regional del Medio Ambiente) votara por el rechazo en su momento.

¿Necesitamos tanta energía?

El modelo de crecimiento impuesto a la fuerza y sin el debate de sus actores y afectados, habla de la necesidad creciente de energía en el marco de la amenaza (el chantaje) de la escacez.

Pero, ¿es verdad que necesitamos construir más represas y duplicar la capacidad de generación de energía al 2020, como se proyecta en los medios de comunicación, sin el modelamiento en base a datos duros?

En los últimos años, Chile ha necesitado menos energía a causa del ahorro, la eficiencia energética y una tasa de crecimiento con demanda negativa. La proyección real de la demanda estaría entre el 4 y 6% anual desde el 2011 al 2020 <a href"http://www.futurorenovable.cl">ver aquí<a/> y podría disminuirse si se desacoplara crecimiento económico y demanda energética. Sin embargo la Comisión Nacional de Energía proyecta una demanda de energía anual del 6 al 7 %, que no se ha cumplido en los últimos 10 años y cuyo promedio ha sido del 3,75 %. Expertos señalan que con ahorro y eficiencia energética podríamos evitar producir 2.500 MW hasta el 2025.

En la actualidad Chile necesita una política energética —pensada entre todos sus actores— que disminuya la dependencia de los hidrocarburos y de las grandes represas, con una fuerte tendencia al uso de energías renovables no convencionales y la eficiencia energética. El país debe y puede optar por el desarrollo de nuevos métodos de aprovechamiento energético renovable: energía eólica, solar, hidráulica, mareomotriz, geotérmica, biomasa y otras.

Si HidroAysén fuese llevado a cabo, las empresas involucradas consolidarían monopolios del 90% del mercado energético chileno y de más del 80% de los derechos de agua no consuntivos en Chile. De paso este proyecto dejaría anualmente entre 1.200 a 1.400 millones de dólares en utilidades.

Hidroaysén es un poder fáctico que daña y profundiza el daño a esta imperfecta y amarrada democracia. HidroAysén no es necesario desde el punto de vista energético. No es un proyecto país.

 

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