Energía en Latinoamérica: de exportadores a importadores endeudados 

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Latinoamérica está en su cresta de la ola, la espuma del consumo supera ya a lo líquido de la producción… la espuma nos muestra un 2022 como año récord en el consumo energético, es espuma, ya veremos que por un lado no dura mucho y no hay que perder de vista la masa en movimiento de la producción, y por otro es engañosa, cada vez la proporción de la energía consumida que se tiene que derivar en la producción energética es mayor y queda menos para el consumo industrial o individual.

La producción de energía en Latinoamérica tuvo su pico en 2015, año en que empezamos a escribir estos informes basados en el Statistical Review of World Energy realizado hasta el año pasado por BP y desde este año por Energy Institute. Desde ese momento la producción de energía transitaba por una meseta que se rompió con la pandemia y cuyo rebote no ve signos de volver a los tiempos de más acción.

Detallaremos cómo se mueve ese oleaje en la tempestad de las distintas fuentes energéticas y algunos efectos puntuales sobre la sociedad.

El petróleo

La energía más producida y más consumida en la región tiene un momento de respiro en su largo declive. Desde su pico en 2006 con el rápido declive de Cantarell en México, sus años de crecimiento relativamente importantes fueron 2014-2015 cuando el precio del barril estaba por las nubes y ahora en 2022.

Hay tres elementos importantes para entender lo que sucedió el año pasado. El primero es la puesta en marcha de la producción de la cuenca descubierta en Guyana (que comparte con Surinam y en menor medida con Venezuela y Guyana Francesa). La producción en Guyana ya equivale a la mitad de lo que produce Ecuador, en 2022 legó a los 278.000 barriles diarios (b/d) contra los 110.000 b/d del año anterior. En Surinam pronosticaban comenzar la producción offshore este año pero lo han pospuesto para 2027.

El segundo elemento, otros grandes saltos en la producción brasilera de 117.000 b/d para llegar a 3,1 millones de b/d y en la Argentina con 78.000 b/d extra para llegar a los 706.000 b/d.

El tercero la reactivación de la producción en Venezuela luego de años de caída. Uno de sus problemas era la falta de algunos petróleos condensados necesarios para poder refinar su crudo, en ese sentido Irán no sólo les exporta lo que Venezuela necesita sino que a la vez llevaron técnicos para reparar refinerías dañadas tras años de abandono. Además la llegada de Biden trajo un «alivio a las sanciones» en 2021 a partir del diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición. Se le permitió la importación de gas de EU y a fines de 2022 el gobierno estadounidense le permitió a Chevron operar en Venezuela y se espera que aumente la producción en 2023 en al menos 100.000 barriles diarios sobre el aumento de los 55.000 de 2022.

De todos modos se puede ver que la producción está lejos de los valores de hace una década.

Si la producción total dio un salto importante (444.000 b/d) el consumo dio un salto mayor (703.000 b/d) para ubicarse a 50.000 b/d del total producido. A grandes rasgos, casi todo lo que se consume en la región es de producción propia.

Gas natural

La producción de gas volvió a los niveles de la línea de declive que llevaba antes de la pandemia. Sólo dos países pudieron superar los niveles de 2019: Brasil y Venezuela; y otros dos pudieron retornar a esos valores: Perú y Argentina. Los demás mantienen el declive por causas geológicas principalmente.

La suba en la producción en Venezuela tiene la misma explicación que para el petróleo y lo mismo sucede en Brasil con el crecimiento sostenido de la cuenca offshore presal Santos (que representa cerca del 75% de toda la producción hidrocarburífera brasilera).

En Argentina el aumento en la producción de gas depende del desarrollo de Vaca Muerta. Mientras escribo estas líneas se inauguraba “la obra de transporte de gas más grande de los últimos 40 años” (así lo comunica el gobierno), un gasoducto de 573 Km de extensión que se conecta con el gasoducto troncal que abastece la provincia de Buenos Aires. Con esta obra Argentina se evitará importar gas en los siguientes años (unos 12.000 millones de dólares se fueron en gas en 2022 que dejaron la balanza comercial en rojo por 4.400 millones de dólares). En Argentina el gas es el principal insumo energético, a diferencia del resto de países de la región que dependen principalmente del petróleo.

En cuanto al consumo, los números fueron en caída. La región sigue siendo importadora neta y los precios del gas natural se fueron por las nubes. El bloqueo a Rusia a partir de la invasión a Ucrania llevó a valores no vistos desde 2008. Si bien los precios se desinflaron en 2023 la demanda local debe competir en un mercado global que llevó a pasar a Europa un frío invierno de ahorro forzoso.

Uno de los factores no energéticos de la demanda de gas tiene que ver con el aumento del uso de fertilizantes nitrogenados debido al avance de la frontera agrícola, especialmente durante el periodo de Bolsonaro en Brasil, con el desmonte indiscriminado en la selva amazónica (sólo en los últimos cuatro años de Bolsonaro se desmontaron más de 40.000 Km² de selva, algo así como la superficie de Suiza). Más de la mitad de las importaciones dependen de Brasil (cuarto consumidor a nivel global). El aumento en la región de un 4% de los distintos fertilizantes le costó un 137% más que en 2021 por el aumento de los precios (Rusia es uno de los principales exportadores hacia Latinoamérica). La producción local viene en aumento pero compite con el consumo de gas para otros usos (calefacción, energía eléctrica y otros usos industriales).

Carbón

La producción y consumo de carbón en la región es escasa. Sólo en Colombia la producción representa una importante fuente de divisas, especialmente el año pasado por el aumento del precio. Los principales importadores del carbón colombiano son países europeos. A pesar de eso la reactivación post pandemia está lejos de volver a los niveles de 2019. Las principales demandas internas son de México y Chile pero lejos de los años de mayor consumo.

“Renovables”

Las energías no hidrocarburíferas siguen aumentando. Se destaca en 2022 la solar casi duplicando los valores de 2020, año en que había superado a la producción de energía nuclear. La hidroeléctrica volvió a producir valores cercanos a los picos de 2011-12 y la energía eólica sigue creciendo linealmente.

Estas energías dependen en última instancia del avance de la electrificación. La transición a la movilidad eléctrica sigue estando lejos de convertirse en alguna solución para una descarbonización con crecimiento económico pero su auge es innegable y en la región están algunas de las principales reservas de litio (Argentina, Chile y Bolivia) donde las multinacionales, los estados y las comunidades que habitan esos territorios aún no han llegado a un modelo productivo que satisfaga a todos los actores.

Consumo versus producción

El consumo energético en la región llegó a un nuevo récord, sin embargo, al superar a la producción, dependerá cada vez más de una economía robusta que permita costear las importaciones futuras.

El aumento sostenido de las renovables y un año más de crecimiento en la producción de petróleo y gas con una demanda en aumento constante no pueden tapar el carácter geológico del declive energético que no sólo arrastra a un decrecimiento económico en la región sino también a un sinnúmero de inconvenientes políticos para sus gobernantes si no logran distribuir las riquezas obtenidas por lo sectores que se siguen enriqueciendo.

Desde 2015 casi ningún presidente ha logrado ser reelegido (sólo Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua) a diferencia de lo que solía pasar en la década anterior donde era poco probable que ganaran los opositores. La región sorteó el declive productivo tomando deuda. La deuda externa se duplicó con respecto a los valores de 2010 mientras el PBI per cápita nunca volvió a los niveles de 2014 y, por el contrario la pobreza extrema casi se duplicó de 7,8% en 2014 a 13,1% en 2022. Para 2021  ya el 1% más rico concentraba más riquezas que el 50% más pobre.

Las necesidades de descarbonización son cada vez más evidentes, estos gráficos sirven para ver el casi nulo efecto que tienen las alarmas climáticas en la estrategia energética e industrial de esta región. Hay mucho para hacer.

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