Entre la basura y el hambre

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Robert Van Otterdijk, un experto de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), asegura que entre el 10 y el 15 por ciento de los alimentos que se producen en el mundo terminan en la basura. Este porcentaje equivale a 1300 millones de toneladas que podrían alimentar a 870 millones de personas.
De esos 1300 millones de toneladas, cien corresponden a desechos de comida en América latina. Esta cifra indica que entre el 10 y el 15 por ciento de los alimentos que se producen en la región jamás llega al estómago de una persona.
La pobreza en América Latina alcanza al 28.8% de la población, 167 millones de nuestramericanos se encuentra en esa situación, reveló un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). De ellos, 66 millones viven en la extrema pobreza. El informe también habla de la región más desigual del mundo, donde el 10% de la población más rica recibe 32% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre sólo recibe el 15%.
Mientras en Chile se prepara un  encuentro entre los  países latinoamericano-caribeños, por un lado, y de la Unión Europea, por el otro,  Tristam Stuart, de la organización civil «Feeding the 5.000», señaló que uno de los principales problemas en Latinoamérica son las exigencias europeas:
“Por ejemplo, en esta región se despilfarran cantidades enormes de plátanos que no cumplen los requisitos de aspecto físico -mismo color, tamaño o forma bonita- impuestos por el mercado europeo”. Pese a “que no tienen ningún defecto a nivel nutricional”, sostuvo.
Sin embargo, Latinoamérica no está entre las zonas del mundo que más alimentos tira a la basura. Las que representan el mayor problema son las regiones con niveles más elevados de industrialización, como Europa o Norteamérica, donde un 40 por ciento de lo que se produce, que equivale a la producción total de África, se desecha.
Según la FAO, el 95 por ciento de los productos desechados en los países en desarrollo no lo es de forma intencionada, sino como consecuencia de deficiencias financieras, limitaciones técnicas o de infraestructuras en la fase inicial de la cadena de distribución. En las economías más desarrolladas las mayores pérdidas se producen en la fase final de la cadena -minoristas y consumidores- por malas prácticas, estándares de calidad establecidos y, sobre todo por los canones impuestos por el consumismo, otorgándole importancia extrema a la apariencia de los alimentos.
En cuanto a la cantidad de alimentos que se desperdician directamente por los consumidores también destacan Europa y Norteamérica, donde cada persona tira una media de entre 95 y 115 kilogramos de comida cada año, mientras que en África subsahariana y el sudeste de Asia el promedio es de 6 a 11 kilos.
«En un mundo de 7.000 millones de personas, que espera crecer hasta los 9.000 millones, desperdiciar comida no tiene ningún sentido a nivel económico, ético ni medioambiental», comentó el director del PNUMA, Achim Steiner. Obviamente, reducir el desperdicio de comida podría llevar a un uso más eficiente de la tierra y una mejor gestión del agua.

Aram

 

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