Escenarios de una tercera guerra mundial, según los geoestrategas rusos

Alfredo Jalife-Rahme*
 
 El caos del caduco orden unipolar, al unísono del timorato e incipiente cuan híbrido orden multipolar, obliga a escuchar a otros grandes actores globales –en particular, a los geoestrategas de potencias nucleares de primer orden, como Rusia– para no sucumbir en los maniqueos reduccionismos lineales de la procaz propaganda occidentaloide, los cuales, vistos en retrospectiva, suelen ser grotescamente ridículos.
 
 
El punto de vista de Rusia es crucial, ya que es el único país que puede confrontar a Estados Unidos (EU) en el ámbito nuclear. Rusia y EU tienen la capacidad para destruirse mutuamente en tan sólo 15 minutos.
 
Alina Chernoivanova, comentarista de la agencia rusa Ria Novosti (28/4/11), aborda la mesa redonda de título inocuo Conceptos militares y desafíos del siglo XXI y de contenido explosivo –las fallas tectónicas de la geopolítica; los conflictos militares en el Cáucaso, Medio Oriente, Asia Central y Asia-Pacífico; tercera guerra mundial nuclear; destrucción de la civilización–, organizada por la revista Mezhdunarodnaya Zhizn (Asuntos Internacionales) en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, el pasado 26 de abril.
 
Konstantin Sivkov, primer vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos, arguye que los conflictos locales en diferentes partes del orbe son resultado del mundo cambiante y de la formación de un nuevo orden global: No existe un caso en la historia de la creación de un nuevo orden mundial sin una guerra mundial, como sucedió todo el siglo XXI con las dos guerras mundiales.
 
Tal axioma fatalista hace eco al pensamiento estratégico de griegos y romanos de la antigüedad: pater polemos panton (la guerra es el padre de todas las cosas) y se deduce también del portentoso libro Caos y gobernación en el moderno sistema-mundo, de nuestro amigo recientemente fallecido Giovanni Arrighi, de la Universidad Johns Hopkins, y de la admirable escuela braudeliana de pensamiento.
 
Chernoivanova sintetiza la apreciación general de que, pese a que la humanidad ha aprendido (sic) a resolver los conflictos en forma más o menos pacífica, un mundo sin conflictos es una utopía (¡supersic!), cuando las disputas entre países como entre la gente son inevitables.
 
Hoy los expertos identifican tres tipos de disputas que pueden causar conflictos armados a niveles diferentes: 1) internos (subdivididos en socioeconómicos –cuando 10 por ciento de los más ricos exceden sus ingresos por 15 veces a 10 por ciento de los más pobres– y étnicos, culturales y religiosos), 2) regionales y 3) globales.
 
Según Sivkov, las cuatro disputas del ámbito global son:
1. la división entre la escala de producción y el consumo y los recursos del planeta que quedan a disposición de la humanidad que ponen en riesgo la dirección entera del desarrollo de la civilización. A su juicio, tal división se resuelve por la restricción del consumo o por el cambio del sistema social.
 
2. La desproporcionada distribución de la capacidad de producción y de materias primas cuando algunos países tienen una elevada producción de alta tecnología, mientras otros son ricos en materias primas; su intercambio inadecuado enriquece a unos y empobrece a otros. Su solución: o se deja a algunos países en una posición subordinada o se establece una justa distribución de ingresos, lo cual empobrecerá a otros países sin cambiar su sistema social.
 
3. La inmoralidad (¡supersic!) del libre mercado frente a los valores espirituales de las civilizaciones tradicionales. A nuestro juicio, de ser así, pese a sus publicitados ornamentos fariseos en lo religioso y lo ideológico, los sistemas anglosajón y del sionismo jázaro financierista serían los más paganos y barbáricos del planeta.
 
Es la división entre el capital financiero e industrial y, para resolverla, una forma de capital se debe subordinar al otro”. ¿De aquí nace el inconmensurable poder global del trinomio invisible de los Rothschild-Soros-Marc Rich que opera desde las penumbras del sionismo jázaro financierista?
 
A juicio de los expertos, ninguno (sic) de los poderes mundiales es probable que lance una premeditada guerra agresiva (sic), incluso un ataque nuclear.
 
Esto es cierto a escala de Estados Unidos y Rusia, pero no en niveles inferiores (local y/o regional).
 
El problema se ubica en guerras locales que pueden desembocar en guerras regionales (v. gr. las 400 bombas nucleares de Israel, las de India y Pakistán, etcétera), o en guerras regionales que pueden degenerar en una guerra mundial incontrolable.
 
Los geoestrategas rusos soslayan que hoy las guerras globales no son necesariamente bélicas, sino financieras (desde las divisas hasta los derivados financieros), geoeconómicas, alimentarias y energéticas, es decir, multidimensionales: cuando una guerra local y/o regional forma parte de una guerra global que no se atreve a pronunciar su nombre.
 
En este sentido, a nuestro juicio, el mundo vive ya la tercera guerra mundial: sólo le falta el componente bélico global (que participa ominosamente en los niveles local y/o regional).
 
Sivkov aduce que el uso de armas de destrucción masiva sería el estadio final de una guerra global con consecuencias catastróficas: una nueva guerra mundial duraría entre 6-7 (sic) y 25-30 años, e involucraría a más de 100 millones de personas de ambos lados. Las pérdidas humanas agregadas podrían exceder varias centenas de millones.
 
Sivkov no dice cuáles lados, pero se deduce que se trataría en última instancia de EU y China. ¿De qué lado se colocaría Rusia, la cual seguramente no permanecerá con los brazos cruzados, como en las dos guerras mundiales?
 
Los expertos esgrimen que los militares hace mucho que cesaron de iniciar las guerras, que han pasado a ser una decisión exclusiva de los civiles: políticos o capitanes de la economía.
 
Urge devolver a los militares la decisión final de iniciar una guerra que hoy se encuentra en manos de financieros especuladores, fanáticos físicos nucleares, contadores prestidigitadores, reguladoras desreguladas, fiscalistas pusilánimes y políticos venales, lo cual constituye el óptimo camino para detonar una tercera guerra mundial debido a su ignorancia espeluznante sobre el sufrimiento humano (que desprecian en su actividad cotidiana y sin guerras de por medio).
 
El mundo no ha cambiado mucho desde el célebre ultimátum de rendición sin condiciones del almirante ateniense Pericles a los impotentes melios: Los fuertes hacen cuanto pueden y los débiles sufren cuanto deben (Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, siglo V aC).
 
*Analista internacional mexicano, columnista de La Jornada
 

 

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