¿Está Trump dispuesto a negociar?

2

En relación a Venezuela, la política de Estados Unidos continúa anclada en los viejos esquemas

La confrontación de Estados Unidos con Venezuela se intensifica día tras día. La toma por la fuerza de un carguero petrolero en el Caribe, los vuelos de aviones de guerra frente a las costas venezolanas y la presión ejercida sobre las aerolíneas para que suspendan sus rutas han creado una atmósfera pesada, Todo apunta a que la escalada ha entrado en una fase nueva y más peligrosa.

En medio de este clima surge una interrogante: ¿está Donald Trump dispuesto a negociar un acuerdo con Venezuela? Analistas de diversas corrientes coinciden en que el interés principal de Trump es económico, centrado en el petróleo. Desde una perspectiva transaccional, un acuerdo pragmático podría incluir un levantamiento progresivo de sanciones y nuevas inversiones de empresas estadounidenses, cooperación contra bandas delictivas y mecanismos ordenados de repatriación.
El propio secretario de Guerra, Pete Hegseth, ha hecho un planteamiento compatible con negociaciones: “Nuestro departamento no se distraerá con la construcción de la democracia en otros países, intervencionismos, guerras indefinidas, cambios de régimen, moralización woke o una irresponsable construcción de naciones. Pondremos primero los intereses concretos y prácticos de nuestra nación”.
Sin embargo, las señales que emite el gobierno estadounidense son ambiguas. Por un lado, afirma oponerse a las intervenciones; por otro, despliega buques de guerra en el Caribe. El dilema es claro: la Casa Blanca debe decidir si aplica su propio discurso sobre “intereses prácticos” o si persiste en la vía del “cambio de régimen”.

LAmenazas y conversaciones

En relación a Venezuela, la política de Estados Unidos continúa anclada en los viejos esquemas. Durante años, Washington ha actuado bajo la premisa de que la combinación de sanciones económicas y amenazas de uso de la fuerza terminaría provocando una fractura interna que abriría el camino para un gobierno alineado con sus intereses. Sin embargo, los resultados han sido diferentes a los esperados.
 
Dada esta realidad, puede plantearse, al menos en teoría, la posibilidad de que Washington admita la necesidad de un cambio en su política. La reciente conversación telefónica entre Donald Trump y Nicolás Maduro abrió un pequeño espacio diplomático que no existía desde que Trump cerró el canal establecido a través Richard Grenell. No puede hablarse de un viraje, pero tampoco puede descartarse que la Casa Blanca esté evaluando la opción de un acuerdo centrado en “intereses concretos”.
 
Monroe
Este posible viraje político choca, por supuesto, con la Doctrina Monroe. El “Corolario Trump” que viene de ser anunciado representa un obstáculo para cualquier acuerdo equilibrado con Venezuela. La contradicción es evidente: Trump dice que rechaza las aventuras intervencionistas, pero su política hacia Venezuela continúa girando en torno a una visión geopolítica anticuada, que concibe a América Latina como un territorio tutelado.
Una nueva política de acuerdos y negociación sería una adaptación lúcida de Washington a la realidad actual. Para un presidente que se presenta como “gran negociador” y “pacificador”, descartarla constituiría un error estratégico. En ausencia de acuerdos, Estados Unidos quedaría atrapado en una lógica de asedio permanente o en la tentación de una intervención directa, opciones que producirían resentimientos difíciles de revertir y
Un acuerdo basado en intereses concretos permitiría evitar nuevas heridas y ayudaría a la estabilidad regional. Trump está ante esa disyuntiva: aferrarse a la espada de una doctrina anacrónica o avanzar hacia un entendimiento pragmático. De esa elección dependerá, en buena medida, la paz en el hemisferio.

* Politólogo y analista potico venezolano. Cofundador del Movimiento al Socialismo, fue ministro de Trabajo

También podría gustarte

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.