Estados Unidos: nuestra exitosa democracia en el extranjero

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Estados Unidos, como nos enseñaron en 1er. grado, representa a la mejor economía del mundo y a la más exitosa democracia, porque vivimos según manda la ley. Y con todo derecho decimos a otros países cómo pueden hacer para estar a nuestra altura —incluyendo cómo enfrentarse a nuestros enemigos terroristas—. Y los ayudamos.

Las fuerzas de EEUU, por ejemplo, intervienen en Pakistán para asesinar a nuestros enemigos (los que también debían ser sus enemigos), lo cual provoca daño colateral: niños, mujeres y otros inocentes también son liquidados. Pero nada de esto debe interferir con la virtuosa retórica detrás de nuestra política. Es más, utilizando a Estados Unidos como modelo, la secretaria de Estado Hillary Clinton da lecciones a nuestro aliado de otros tiempos, Pakistán, de cómo deben comportarse las democracias.

“Una de las cosas que más rabia me da”, dijo ella a la conferencia de Coalición de Liderazgo Global de EE.UU. en septiembre de 2010, es un país (Pakistán) “que no cobra impuestos a su élite, que esperan que nosotros vayamos a ayudarlos a servir a su pueblo no va recibir el tipo de ayuda que han recibido históricamente de nosotros”

Unos pocos en el público pensaron en los impuestos ridículamente bajos que pagan los billonarios norteamericanos y los impuestos que no pagan (cero) las compañías petroleras norteamericanas. Pero incluso Estados Unidos no es perfecto. Hillary se molestó ante el hecho de que Pakistán tuviera “una tasa de impuestos del 9 por ciento del PIB cuando los propietarios de tierras y todas las otras élites no pagan nada o pagan tan poco que es risible. Y luego, cuando hay un problema, todos esperan  que EEUU y otros vayan en su ayuda”.

La secretaria Clinton dijo a los reporteros en Bruselas después de su conversación, que le pidió a Pakistán que “expandiera su base impositiva”. Ella hizo énfasis en que “es absolutamente inaceptable que aquellos que tienen medios en Pakistán no estén dando un aporte justo para ayudar a su propio pueblo”. Pakistán debe “movilizar urgentemente sus propios recursos y la comunidad internacional solo puede llegar hasta un punto”.

(¿Pudiera ser que un asistente haya copiado en su discurso para Pakistán parte de un discurso destinado al Congreso de EE.UU. ?)

Pakistán pecó por no haber dado a Washington la dirección de uno de sus residentes. Si la CIA hubiera sabido el paradero de Osama ben Laden, los heroicos SEAL de la Marina hubieran podido asesinarlo (hacerle justicia sin un juicio) hace años. Nuestro presidente y el pueblo se hubieran sentido no digo ya menos ansiosos, sino realmente eufóricos.

¿Cómo podremos confiar en ellos si permitieron que Ben Laden se ocultara a la vista de todos durante casi una década? Algunos oficiales del ejército y la inteligencia pakistaníes hasta apoyan al talibán afgano y a ramas de Al-Qaeda. Todo ese país se ha convertido en un aliado problemático —y en un dolor de cabeza.

¿Cómo podemos justificar darles más de mil millones de dólares anuales en ayuda —mayoritariamente militar— cuando las encuestas demuestran “que los norteamericanos son rechazados por los pakistaníes, que además desconfían de ellos?” Pero es más: “una encuesta reciente demostró que 80 por ciento de los pakistaníes creen que su país no debiera cooperar con Estados Unidos en la guerra al terror”.
(http://politicalticker.blogs.cnn.com/2011/05/27 y en Business Insider, 9 de febrero de 2011)

Lo que es un escándalo es que altos funcionarios del gobierno pakistaní y oficiales del ejército consideren que la India es un enemigo mucho más importante que al-Qaeda o el talibán. A esos ingratos no les importa tomar nuestros dólares duramente ganados, así que automáticamente deben convertir a nuestro enemigo en su enemigo.

Imagínense, algunos pakistaníes se sienten indignados ante el hecho de que en enero Raymond Davis mató a tiros a dos hombres en Lahore, porque sospechó que tenían malas intenciones cuando se detuvieron ante su auto en una luz roja. Davis dice que cuando le dio un tiro por la espalda con su pistola Glock a uno de los pakistaníes que huía, estaba disparando en defensa propia.

Los pakistaníes echaban chispas. Pero Davis abandonó la cárcel y regresó a EE.UU., gracias a la persuasión norteamericana. Así que pagaron a las familias de los dos individuos —probablemente  más de lo que valían.

Luego muchos pakistaníes objetaron también que nuestros SEAL fueran a su país a matar a Ben Laden y a miembros de su clan. Algunos hasta se quejan de que nuestros aviones sin piloto bombardeen a los terroristas en Pakistán —tan solo porque muchos que no son terroristas mueren también en esos ataques.

Oigan, si  no quieren que lo hagamos, el ejército o la policía pakistaní debería matarlos. Eso es lo que se hace en una democracia.

La economía norteamericana se viene abajo, los electores no confían en el gobierno, la élite política ignora el cambio climático, así como una horrible brecha de riqueza y el sufrimiento de decenas de millones. Pero los dirigentes continúan extendiendo la democracia con tropas, aviones sin piloto y lecciones justificadas a otros países de la manera en que se puede llegar a ser como nosotros. ¡Eso es el descaro democrático!

* Cineasta, escritor.
En http://progreso-semanal.com

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