¡Estos suecos…! Vargas Llosa, el escritor bajo sospecha

Rivera Westerberg.

Sobre el escritor peruano, Premio Nobel de Literatura 2010, pende la vieja espada de Damocles; Vargas Llosa podría perder el Nobel por contratar mano de obra anónima para escribir sus libros. La Academia sueca lo habría anunciado el martes. El asunto se maneja con la más absoluta discreción, pero algunos detalles han atravesado la impermeabilidad de las telas del secreto procedimiento de investigación que al parecer efectúa el ministerio público del reino escandinavo.

Hace un tiempo el colega y conciudadano de Mario Vargas, Jayme Bayly, sostuvo en una revista colombiana que el Nobel era un tipo de "mala entraña"; no fue la única manera en que lo calificó; dijo además que era un matón de las letras. Fiel a la imagen que ha sabido cultivar, Bayly agregó que en su listado de "cabrones" él mismo merecía un sitio.
 
La cosa no pasó a mayores: otra "boutade" de Jaime, pensaron los humoristas y reprocharon los serios, pocos, que en el mundo cultural van quedando. Hoy, sin embargo, las opiniones de Bayly podrían merecer otra escucha y, consecuentemente, una perspectiva diferente para el análisis.

El informe que circula por la red en el sentido de que la Academia de Estocolmo investiga al último Nobel de Literatura por fraude no ha podido ser confirmado —al menos en esta redacción— por fuentes oficiales. Los trascendidos señalan que Vargas contrata a escritores, que permanecen en el anonimato a la hora de establecer autorías sobre los materiales con los que escribe —o ha escrito— algunas de sus obras. Otras fuente oficiosas apuntan directamente a la contratación de "negros" (por lo general escritores jovenes o periodistas) para la redacción de parte de los libros que firma.

Una de las personas señaladas entre los "ayudantes" de Mario Vargas es el hermano de Genoveva Casanova, pareja de de su hijo Gonzalo, que alguna vez se emparentó por matrimonio con la alta aristocracia española, del que se sospecha puede ser algo más que un colaborador de Vargas en su novela El sueño del celta, recientemente publicada. El rumor dice que doña Genoveva ya fue invitada por la Academia para charlar sobre algunos giros idiomáticos de la obra en cuestión, que provendrían del elegante suburbio mexicano donde ella y su hermano se criaron. El sueño del celta se convierte lentamente en "best seller".

Puede comprenderse que la nuera querendona y su hermano ayudaran al escritor con ciertas particularidades exigidas por el trabajo literario; lo que pone sobre ascuas a los académicos —y al ministerio público del Reino de las Tres Coronas— es que comienzan a salir a la luz otras eventuales contrataciones de Vargas: de españoles, bolivianos, chilenos, peruanos y alemanes; uno de los españoles ya tiene antecedentes en la materia: ayudó a la escritora Ana Rosa Quintana a completar Sabor a hiel, novela que debió ser retirada de los estantes por la editorial Planeta al destaparse que era plagio en el 2000.

Se hace difícil creer que un escritor del prestigio y peso de Vargas Llosa se rebaje a semejantes artilugios, en especial considerando que desde su cambio político adoptó una rígida postura ética desde una posición intelectual que parece mirar, no a sus paisanos, sino a todo el continente latinoamericano y caribeño, desde la inmarcesible altura de los elegidos por los dioses. Se comprende sin dificultad —e incluso se aplaude— que un joven escritor tome elementos, por ejemplo, de Jean-Paul Sartre para sus primeros relatos o que su Guerra del fin del mundo recuerde, y no vagamente, a Guimaraes Rosa; pero lo otro, lo que sacude y consterna, envilece y entristece a la cultura continental es realmente demasiado.

Según el periódico Diario de Burgos, Sven Eriksson  —del omité electivo de la Fundación Nobel— dijo: "Es aún prematuro hacer valoraciones sobre este asunto (…) Creo que hay que dejar trabajar a la policía". La policía porque —al parecer, de acuerdo con los rumores noticiosos que cruzan la red— se habría interceptado un correo electrónico de Mario Vargas dirigido a uno de sus redactores clandestinos en que hace mención al contenido de un relato de corte anarquista de principios del siglo XX.

El mismo periódico precisa —según correos que nos han llegado de fuentes confiables— que Vargas Llosa, por ahora inubicable para la prensa, ha recurrido por asesoría a un prestigioso estudio jurídico madrileño, el fundado por el abogado  penalista José María Stampa Braun —fallecido en 2003 y ahora en manos de sus herederos y asociados.
 

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