GANE: no importa quién gane, perderemos

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Wilson Tapia Villalobos.*

En esta época de virtualidad nos hemos acostumbrado a las ofertas. Al manejo publicitario que apunta directamente al consumismo. Hay que reconocer en eso la maestría de los publicistas. Son capaces de convencer a la gente que la felicidad viene en el envase de un dentífrico o que la mujer deseada saldrá de una botella de cerveza. Pese a que ya no puede extrañar tanta genialidad, debo reconocer que me impresionó la coherencia y profundidad de los asesores comunicacionales del presidente Piñera.

Que en medio de un país educacionalmente paralizado, convulsionado por la desesperanza y desilusión de grandes capas medias, alguien haya convencido al mandatario de enfrentar el problema de la Educación como lo hizo, me parece muy acorde con los tiempos que vivimos.

Eso de llamar GANE (Gran Acuerdo Nacional por la Educación) a su propuesta educacional, es insertarse en la misma línea del Loto, de los casinos de juego. De abrir las puertas de las esperanzas. Bueno, que sean dos o tres los que ganen, entre millones jugadores, es sólo atribuible a la fortuna. Impecable.

Ahora, si ese debe ser el criterio para establecer las líneas centrales de las políticas públicas, resulta discutible. Pero también hay un acabado ejercicio de coherencia. GANE tiene que ver con el azar, pero, fundamentalmente, con perseguir el lucro. Con hacerse emprendedor, con darle fuerte a la competitividad. Con dejar de lado las aspiraciones utópicas y centrarse en lo que realmente vale, el dinero, el éxito. Eso se llama ser consecuente con una línea de pensamiento, pese a los embates de tanto personaje baladí que no quiere ver.

Aún hay un tercer elemento en este GANE. Es la coherencia ideológica. El presidente Piñera anunció que se revisará la disposición que impide que la educación persiga fines de lucro. Esto, para hacer transparente algo que hoy es una hipocresía. La educación privada en Chile es uno de los más grandes negocios. Eso lo saben, y algunas lo disfrutan, las autoridades de la actual administración. También lo sabían, y varias lo disfrutaron y disfrutan, las de los gobiernos de la Concertación, que fueron los que abrieron este surco por el cual se desangra buena parte de la clase media nacional.

Y es un gobierno partidario del modelo neoliberal, dirigido por un exitoso empresario, el que subraya lo que en el mundo desarrollado luce como aberración. Cabe destacar que entre las cien mejores universidades del mundo, no aparece ninguna que sea privada.

También en la línea de la ideología, el  ministro de Educación, Joaquín Lavín. Ha sido reiterativo en acusar a los estudiantes que protestan de estar “ideologizados”. El argumento central de su crítica es que plantean la necesidad de renacionalizar las riquezas básicas del país. Abogan por un Estado fuerte. Y que sea éste el responsable de la educación chilena. Por ende, que la educación no tenga como finalidad el lucro. El ministro y varios de sus colegas, han sido categóricos. Estos argumentos no hacen más que ideologizar, y peor aún, politizar el debate, afirman.

Es conveniente recordarles al secretario de Estado y a sus colegas, que la ideología es un conjunto de ideas que sirve para orientar un cierto modo de pensar y, también, de proceder. Y que la política es una de las primeras artes.  ARTE, así, con mayúscula, pues es la que hace posible la vida en sociedad. Por lo tanto, deberían cuidarse de satanizar a ambas.  Eso, si es que desean cumplir cabalmente su papel de responsables “políticos” de la conducción de un Estado democrático.

Que los jóvenes se preocupen de las riquezas básicas no debería resultar cuestionable.  Por el contrario, tendría que reconocérseles su responsabilidad con el país del futuro. Nación que será en la que ellos van a vivir. Creer que los estudiantes tienen que concentrarse sólo de estudiar, no es nada más que simpleza, sino una visión muy deformada de la democracia.

En todo caso, el GANE ha sido recibido con muestras dispares entre quienes están preocupados por la educación chilena.  Dejando de lado los aplausos oficiales, las opiniones se dividen entre una cauta espera por los detalles del plan; sonrisas de alivio entre rectores de universidades estatales y muy amplias entre los de las privadas; rechazo abierto de los estudiantes; miradas incrédulas de los profesores.

De cualquier manera, el GANE está lejos de ser la respuesta global que la educación chilena necesita. Por lo que se da por hecho que las protestas continuarán. Entre otras cosas, porque son respuestas parciales y cicateras. 

Por ejemplo, Chile es el tercer país de los miembros de la  Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que menos dinero destina a la educación por persona, con US$2.682. Sólo supera a México (US$2.339) y a Turquía (US$1.246). El promedio de la OCDE es de US$ 8.070 per cápita. Otro antecedente interesante: en Chile, el Estado aporta el 57% del costo de la educación y la familia el 40% restante. En los países de la OCDE, el término medio es que el Estado pague el 82%.

Aunque usted GANE, esa relación no cambiará sustancialmente.

* Periodista.

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