Grecia: Ayuda a cambio de un control casi colonial
Aunque les genere disgusto y malestar la presión que ejerce la “troika”, los griegos están obligados a ajustarse. El nuevo paquete prevé reducción de gastos en Defensa, más recortes en los sueldos y una rebaja en las jubilaciones.
Los líderes griegos expresan frustración e ira ante la rápida erosión de la soberanía de su país por los alemanes y los líderes de la Eurozona, pero no ven otra alternativa que aceptar el casi control colonial a cambio del paquete de rescate de 130 mil millones de euros. La capacidad de Grecia para tomar decisiones importantes para su futuro se está limitando mucho, ya que las decisiones sobre esos temas, como la elección del primer ministro griego, la fecha para las próximas elecciones generales y la supervisión de los gastos para el rescate, van a Berlín y a Bruselas. Los griegos están ahora por recibir un nuevo golpe con la puesta en marcha del sexto paquete de austeridad en cinco años.
Al parecer, el gobierno griego llegó a un acuerdo con sus prestamistas internacionales para recortar los 325 millones adicionales que le exigían desde Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para autorizar el segundo rescate del país. El ajuste, cuyo ahorro se notará ya este año, prevé reducción de gastos en Defensa, más tijeretazos en los sueldos y una rebaja en las jubilaciones, punto en el que Atenas se había mostrado inamovible en los últimos meses. El pacto de ayer supone el último escollo aparente que debía superar el país para poder solicitar la activación de la ayuda financiera internacional.
En los últimos días, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, expresó sus dudas acerca de que Grecia mantuviera sus promesas, diciendo que su apetito por fondos extranjeros era como un “barril sin fondo”. “¿Quién es Schaeuble para insultar a Grecia?”, dijo furioso el presidente griego, Karolos Papoulias. Y reprendió a los otros críticos de la Eurozona, preguntando: “¿Quiénes son los holandeses? ¿Quiénes son los finlandeses?”. Pero, a pesar de expresar hostilidad abiertamente, los líderes políticos griegos y parte del público no ven otra alternativa, salvo someterse. George Tzogopoulos, de la Fundación Bosossakis (un think tank), experto en la opinión pública griega y su respuesta a la crisis financiera, dijo que las actitudes de la gente eran más realistas sobre el tema de cumplir con las exigencias de la “troika” –la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI– de lo que habían sido hace cuatro meses.
Una encuesta de opinión hace una semana mostró que el tecnócrata impuesto por la UE, el primer ministro Lucas Papademos, tiene el 45 por ciento del apoyo. Dijo que Antonis Samaras, el líder conservador que probablemente sea el próximo primer ministro, “cambió totalmente su conducta agresiva hacia la ‘troika’ desde junio”. Samaras firmó una carta prometiendo implementar los términos del paquete de rescate esta semana.
“En mi opinión, la elección (de abril) será postergada por presión de la UE”, dijo Tzogopoulos. “Cuando se realicen los comicios será importante ver cuánta gente se abstiene por desilusión, angustia y falta de esperanza.” Aun a los partidos nuevos como el partido de Izquierda Democrática, fundado en 2010, que se benefició con la desconfianza del actual liderazgo político, parece faltarle un núcleo sólido de partidarios o un programa realista con nuevas ideas. Puede ser un consuelo para Papademos que la demora en acordar el paquete de rescate tuviera efectos sobre los mercados de valores internacionales y sobre el precio del petróleo.
Si se lleva a cabo la elección en abril, no habrá un ganador absoluto, según las últimas encuestas. Esto puede querer decir que Papademos podría continuar o que habría un período de negociaciones políticas y posiblemente una segunda elección, según Samaras, cuyo partido Nueva Democracia tiene un 27,5 de aprobación en las últimas encuestas. La Izquierda Democrática tiene un 16 por ciento. Pasok, el partido de centroizquierda que gobernaba solo hasta que se viera forzado a entrar en una coalición, no está repuntando en los sondeos.
Mientras los expertos económicos y los negociadores de la “troika” siguen encerrados en el Hotel Hilton en Atenas, el número de personas que dependen de ollas populares crece diariamente. “Las cosas van de mal en peor”, dijo Mary Piny mientras organizaba la distribución de alimentos en el patio de una escuela. “Si los sueldos se rebajan a 400 euros por mes, ¿cómo hará la gente para pagar la electricidad, los alimentos y el agua? Ya hay niños que llegan a la escuela con hambre, sucios y con piojos en la cabeza. El Ministerio de Salud debería ocuparse de ellos. El Estado no está presente para nada.” Ayudada por la Iglesia Ortodoxa Griega, Mary Piny alimenta a 1500 personas por día, la mitad de ellos griegos y la mitad inmigrantes.
Una anciana griega, que dijo llamarse Vasilia, afirmó que tenía una pensión de 300 euros mensuales como viuda desempleada, pero les daba esto a sus cinco hijos que estaban sin trabajo. La iglesia en su ciudad cerca del Pireo era demasiado pobre para alimentarla, de manera que tomaba un ómnibus todos los días para el centro de Atenas y conseguía un plato de porotos y lentejas en el puesto alimentario. Preguntada sobre su vida, dijo: “Sólo es un horror”.
* Periodista de The Independent de Gran Bretaña.