Un nuevo informe del Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles (IPES-Food, por sus siglas en inglés), reveló que la cadena industrial de alimentos consume al menos 15 por ciento de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) usados a nivel global, porcentaje que va en aumento. Mientras en otros sectores como transporte y energía se plantea la descarbonización
(con magros resultados, pero al menos su necesidad está en discusión), el sector agroalimentario queda en la sombra pese a ser uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático.
Según cifras de la ONU (FAO e IPCC) la cadena alimentaria agroindustrial en su conjunto es responsable de 38 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En esa cifra, la mayor parte se debe a deforestación y cambio de uso de suelo, principalmente para ganadería y monocultivos. El reporte de IPES-Food detalla ahora otras causas y deja en claro que existe una alianza de mutuo beneficio entre la gran industria de agronegocios, de fertilizantes, petroquímica y de combustibles fósiles. En cada sector, un puñado de trasnacionales controla la mayoría del rubro y juntas arrinconan a los agricultores en sistemas que mantienen la producción contaminante y de monocultivos de alimentos, forrajes, etcétera.
El informe titulado De la gasolina al tenedor: ¿qué hace falta para eliminar los combustibles fósiles de nuestros sistemas alimentarios?
concluye que 40 por ciento de todos los productos petroquímicos del mundo se consumen actualmente en los sistemas alimentarios, principalmente a través de fertilizantes sintéticos y envases de plástico (https://ipes-food.org/report/fuel-to-fork/).
Señalan que en muchas regiones, los productos petroquímicos son el principal motor del crecimiento de la demanda de petróleo, lo que convierte a los sistemas alimentarios industriales en un sector clave para la expansión continuada de los combustibles fósiles y en un área crucial para mantener las ganancias de esa industria.
Un tercio de todos los productos petroquímicos se destinan a la producción de fertilizantes nitrogenados sintéticos, lo que los convierte en el mayor consumidor de combustibles fósiles en agricultura. A su vez, casi la totalidad de los agrotóxicos (plaguicidas, herbicidas, etcétera), son derivados de la industria petroquímica.
Si bien el transporte en la cadena agroalimentaria también usa combustibles fósiles, ese consumo es superado ampliamente por el que se usa en la fabricación de fertilizantes, plásticos y agrotóxicos.
Los alimentos ultraprocesados, asevera el informe,
son la máxima expresión de los sistemas alimentarios basados en combustibles fósiles: nacen de cultivos producidos con agroquímicos fósiles, se cosechan con maquinaria que también utiliza combustibles fósiles, se moldean mediante un procesamiento industrial de alto consumo energético, se envuelven en capas de plástico y se envían a todo el mundo.
El informe también denuncia que las llamadas alternativas
que proponen las industrias, como por ejemplo lo que llaman amoníaco azul
para producción de fertilizantes, las nuevas formas de ingeniería genética en plantas que se supone usan menos recursos y las herramientas agrícolas digitales de alta tecnología, son caras, tienen riesgos ambientales, mantienen la dependencia de los agricultores con las empresas, consumen altos volúmenes de energía y agua. En el análisis del ciclo de vida no previenen, sino que aumentan el cambio climático.
Advierten que la sustitución de plásticos por los llamados bioplásticos
tampoco es una solución, ya que se fabrican a partir de monocultivos industriales y productos químicos sintéticos, o sea que también contribuyen al círculo vicioso de dependencia fósil. Además, esos plásticos pueden filtrar sustancias químicas nocivas al medio ambiente y tal como sucede con los biocombustibles
agroindustriales, compiten por tierra y agua con la producción de alimentos.
La dependencia de combustibles fósiles, somete a la producción de alimentos a la alta volatilidad de precios de petróleo y gas, por conflictos, guerras, especulación, etcétera.
Plantean que no es posible enfrentar y detener el cambio climático sin cambiar el sistema agroalimentario, para lo que existen alternativas reales y viables, uno de los temas que el IPES-Food ha trabajado y sobre lo que tiene varios reportes. Señalan entre otras cosas, que podemos afirmar y reconstruir las cadenas locales de producción y suministro de alimentos, promover la agricultura agroecológica, campesina y de pequeña escala, no consumir alimentos ultraprocesados, no usar o reducir el uso de plástico y reutilizarlo, eliminar progresivamente el uso de fertilizantes sintéticos y agrotóxicos.
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