Gisela Ortega / Supervivencia infantil en África
Evidentemente, tanto África del Norte como África subsahariana necesitarán de una transformación radical de sus sistemas de salud en los próximos años, orientados principalmente en una serie de programas prioritarios; el fortalecimiento de los métodos de salubridad por medio de acuerdos con la comunidad, establecimiento de un propósito continuo en el tiempo y en el espacio y el desarrollo encauzado hacia los logros, son los retos que tiene por delante para alcanzar los objetivos del milenio.
La administración de cuidados exhaustivos para niños y niñas demanda de medidas preventivas, además del tratamiento de enfermedades. La prevención requiere cambios de comportamientos que principian en el hogar y se refuerzan a través de la sociedad.
Como parte del sistema de higiene entendido de una manera amplia, la alianza con los habitantes en materia de atención y salud materna infantil puede desempeñar una doble función: por un lado favorece la participación activa de los miembros de la colectividad como trabajadores sanitarios y, por otro, movilizar las agrupaciones en pro de prácticas higiénicas mejoradas. También puede estimular la demanda popular de los servicios de salubridad de calidad a los gobiernos.
Es indispensable, una atención continua y cuidado eficaz que conecte la asistencia de salud materna, neonatal e infantil a lo largo del embarazo y periodo neonatal, e incluso la infancia y la adolescencia. Cada estadio depende del éxito de la etapa anterior. Los apoyos integrados dirigidos a madres adolescentes, por ejemplo, tienen como resultado un menor índice de embarazos no deseados o mal planificados.
La posibilidad de ser atendida por un experto sanitario puede prevenir problemas durante la gestación y facilitar que las madres reciban cuidados adecuados durante el parto. Una atención profesional antes, durante e inmediatamente después del nacimiento reduce el riesgo de muerte o discapacidad tanto para la madre como para el bebé. Un cuidado perenne para niños y niñas salvaguarda su derecho a la salud.
Esta vigilancia constante también suple las lagunas existentes en la atención recibida, ya sea en el hogar, la comunidad, los centros de salud o el hospital. Por ejemplo los neonatos con asfixia, septicemia o complicaciones al nacer, por causa de un parto prematuro pueden morir en cuestiones de horas o incluso minutos si no reciben la atención adecuada. Como la mayoría de las madres en África dan a luz en sus casas, es esencial que un especialista este presente en el alumbramiento y que cuente con un buen respaldo por parte de la clínica local u otros establecimientos de primer nivel.
Para acelerar el progreso en materia de supervivencia infantil es necesario aplicar las lecciones aprendidas durante un siglo de desarrollo del sector de la salud, así como adoptar enfoques eficaces para fortalecer las alianzas con la comunidad, la atención continua y los sistemas de salud. Fundamentándose en el marco conjunto desarrollado por las agencias internacionales como el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF y la Unión Africana.
Las perspectivas de supervivencia infantil dependen del contexto institucional y del entorno en que viven los niños y niñas y sus familias, así como de la disponibilidad de servicios y prácticas esenciales. Las tasas de mortalidad infantil y neonatal en África, como en cualquier otra parte son más altas en los países más necesitados, en las comunidades más empobrecidas, aisladas, marginales y con un nivel educativo más bajo y en las naciones desvastadas por las contiendas civiles. De manera similar los estados frágiles caracterizados por instituciones débiles con altos índices de corrupción, inestabilidad política y un estado de derecho poco firme, a menudo son incapaces de proporcionar servicios básicos a sus ciudadanos.
En ocasiones, los factores institucionales pueden ser determinantes en la supervivencia infantil. En aquellos países en África oriental y meridional en que el SIDA alcanza índices elevados, por ejemplo, el combate contra esta enfermedad ha representado el mayor reto para la estabilidad de la infancia. La magnitud y la naturaleza de la epidemia es tal que el resto de las intervenciones serán en vano si el problema de esta enfermedad no se ataja primero. Los países que padecen inseguridad alimentaria o que tienen propensión a la sequía, como los descuerno de África, también corren el riesgo de obtener resultados más pobres en materia de supervivencia infantil.
Los conflictos civiles suponen uno de los mayores obstáculos para la supervivencia materna e infantil en África. De los diez países africanos –Angola, Burkina Paso, Chad, la República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial, Guinea, Bissau, Liberia, Malí, Níger y Sierra Leona,- en que los niños mueren antes de llegar a los cinco años, más de la mitad han sufrido un conflicto armado importante desde 1989.
En la República Democrática del Congo, cuatro años de conflicto han apartado de sus hogares a más de un millón de personas, principalmente mujeres y niños, forzándolos a vivir en poblados improvisados donde las enfermedades letales para la infancia como el cólera y el sarampión se extienden como pólvora. La lucha para restablecer servicios esenciales continúa mucho después de que los conflictos acaban, especialmente para los niños y niñas y las familias cuyos hogares y comunidades fueron destruidos por la guerra.
A pesar de sus desesperadas circunstancias, los países africanos en situación de post-conflicto están haciendo frente al monumental desafió de reconstruir sus sociedades destrozadas por la guerra. Un liderazgo nacional fuerte que apoya la salud materna e infantil, asistido por aliados internacionales, está obteniendo frutos en Angola, Costa de Marfil, Etiopia, Liberia, Ruanda, Sierra Leona y otras naciones que están tomando acciones valientes para reducir el impacto de la guerra en los servicios esenciales.
Al mismo tiempo, se deben realizar esfuerzos adicionales para asegurar que los niños y niñas de sociedades desvastadas por la guerra tengan la oportunidad de crecer en un entorno seguro.
En muchos puntos de África, las poblaciones civiles se ven atrapadas por el fuego cruzado, y las mujeres y los niños, son a menudo victimas de los conflictos. Por ejemplo, de los 3.6 millones de personas que se estiman han sido afectadas por la presente crisis en la región de Dafur, en el oeste de Sudán, 1,8 millones son niños y niñas.
Varios países africanos caminan a pasos agigantados en materia de educación de las niñas. Sin embargo, gran parte de este progreso es reciente y los índices de atraso continúan siendo relativamente alto entre las mujeres.
Los efectos del analfabetismo femenino pueden ser desbastadotes. En comparación con las mujeres con un nivel educativo relativamente alto, las más incultas son menos propensas a contar con el apoyo de un profesional durante el embarazo y en el parto. Las que tienen una cierta educación formal tienden a contraer matrimonio y a quedarse embarazadas más tarde, a asegurarse de que se inmuniza a sus hijos, a estar mejor informadas sobre sus necesidades nutricionales y las de sus descendientes.
La Convención sobre los Derechos del Niño, establece el derecho al nombre y a la nacionalidad, y en su artículo 7 recomienda explícitamente el empadronamiento de los nacimientos inmediatamente después del parto. Aún así en 2006 no se inscribieron 51 millones de niños y niñas en todo el mundo, de los cuales 10.7 millones pertenecen a África subsahariana.
El derecho a ser inscrito es un derecho humano fundamental y una condición previa para poder gozar del cumplimiento de otras prerrogativas y necesidades prácticas, como por ejemplo, el acceso a la atención sanitaria y la educación, así como la protección contra el trabajo infantil
Fuente: UNICEF. Progreso para la Infancia.
Gisela Ortega es periodista.