Gonzalo Tarrués / Crisis o no crisis el capital tecnológico se mueve: ¿quién radicará en Brasil, si alguien?

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Algunos muestran poderío, otros son más bien cautelosos, pero en definitiva saben que la quietud de hoy puede ser la desaparición mañana. El mercado brasileño es auscultado por la industria de la computaciòn personal chino-estadounidense.

 

Lenovo es –relativamente– un recien llegado al universo de los ordenadores electrónicos "de marca". Con presencia en Chile, Argentina, Peru, Ecuador, Brasil, Mexico, Colombia, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Estados Unidos y China, de capitales estaounidenses, pero activa en Hong Kong –su principal planta de ensamblaje está en China– se estructura recién en 2005 a partir de una división enajenada por IBM. Pero este 2008 no ha sido un buen año.

La periodista Tina Wang describe de este modo cierta disyuntiva de la industria en la revista Forbes*: "Con las ventas cada vez más despaciosas en China, India y Rusia y los mercados empantanados, Lenovo ha puesto sus ojos en América Latina". Previamente nos ha informado que el mercado PC del Brasil es atractivo para las empresas chinas y estadounidenses, como una posibilidad de aminorar la caída global de la demanda.

Uno de los objetivos bien podría ser adquirir la brasileña Positivo Informática, pero los pasos son medidos: nadie quiere instalar una guerra de ofertas y precios. Dos compañías –la mencionada Lenovo y Dell– están interesadas en la paulista Positivo; no es para menos: domina alrededor de un quinto de las ventas de equipos en el país. Los primeros días de diciembre fueron muy activos y São Paulo visitada por compradores dispuestos a "beneficiarla".

O beneficiarse con algo más de 1.6 millones de dólares que la firma podría inyectar anualmente a quienes piden su mano (entre un seis y siete por ciento de las ventas de Lenovo) y una suma no calculada de las propias de un aparente tercer y discreto jugador: Hewlett-Packard. Una de las razones del interés por Positivo radica en la política tributaria de Brasil, que estimula con bajas contribuciones el desarrollo tecnológico y la creación de empleos.

Pese a la crisis que sacude al mundo industrializado –y al otro también– se especula que la adquisición podría llegar a los 750/800 millones de dólares, inversión que dejaría la empresa adquirente en buen pìe para cuando la crisis quede atrás. Eso, si la crema del pastel no se agria en estos días de vacas flacas y cables confusos. De hecho no pocos analistas creen que la adqquisición en estos días sería un error financiero.

Nadie ha manifestado mayor interés en el desarrollo tecnológico de esta parte del mundo –ni menos por la situación de la masa laboral.
 

* www.forbes.com

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