Guillermo Vargas / Habacuc. – QUÉ DICEN EL PROFETA Y EL ARTISTA Y A QUIÉN

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Habacuc significa abrazo –se abrazó a Dios, dicen los exégetas–, habría vivido en el siglo VII aC y es uno de los profetas menores entre aquellos que dejaron su huella en la Biblia.
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Los estudiosos dicen además que, pese a no entender los misterios del trabajo divino, consideraba a su Dios, Yahvé, su protección:

«Yo me alegraré en Yahvé, y me gozaré en el Dios de mi salvación, aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; porque Yavé, mi Señor, es mi fortaleza, que me da pies como de ciervo y me lleva a alturas donde estaré salvo».

Guillermo Vargas, que utiliza el nombre de Habacuc para presentar sus obras, es un artista plástico costarricense abriéndose paso a fuerza obras e instalaciones conceptuales en el mundillo artístico centroamericano. Su Exposición No1 en Managua provocó un escándalo mayor.

Escribió con comida para perros en la pared «eres lo que lees», utilizó «crack» y marihuana a modo de sahumerio y ató un perro recogido en la calle para que muriera y conferir sentido a su obra, Habría dicho:

«La hipocresía de la gente: un animal se convierte en foco de atención cuando lo pongo en un lugar blanco donde la gente va a ver arte, pero no cuando está en la calle muerto de hambre».

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En los días posteriores al hecho, algunos dijeron que el perro en cuestión se llamaba Natividad, otros que Natividad Canda es el nombre de un humano al que mataron dos rottweileres en la ciudad de Cartago.

Al parecer el artista premió a los cinco niños que «cazaron» al perrito con cinco córdobas, la moneda nicaragüense, para cada uno por la hazaña.

El 19 de octubre de 2007 en el portal http://soydondenopienso.wordpress.com se reproduce un texto de la periodista y escritora Rosa Montero. Dice:

Guillermo Vargas Habacuc. ¿Arte o narcisismo patológico?

Guillermo Vargas Habacuc es un costarricense que dice ser artista. En agosto hizo una exposición en una galería de Managua y, tras atar a un perro a una pared, lo dejó morir de hambre. Según él, esa sádica, bárbara y necia obviedad era una manifestación artística.

En internet pueden verse fotos estremecedoras del pobre animal. La noticia ha llegado ahora hasta mis manos empujada por una campaña internacional de recogida de firmas para evitar que ese matarife acuda en 2008 a la Bienal Centroamericana de Honduras*.

El repugnante montaje de Habacuc reabre la cuestión de los límites del arte, o cómo bajo la excusa del hecho artístico se pueden cometer todo tipo de tropelías que en realidad sólo buscan llamar la atención y sólo son puro narcisismo patológico.

Hace dos años, una exposición del Reina Sofía de Madrid incluyó un vídeo de 53 minutos en donde se veía matar a martillazos a una vaca; y lo peor fue que el Consejo de Críticos de Artes Audiovisuales sacó un comunicado en defensa de “la libertad creativa”.

Qué triste que, justamente aquellos que deberían estar reflexionando sobre el arte, sobre su sentido y sus fronteras morales, prefirieran abdicar del pensamiento y cultivar el corporativismo y el lugar común.

¿Pero qué demonios es la libertad creativa? ¿Les parecerá creativo matar de hambre a un perro?

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Y entonces, ¿por qué no hacer arte de atormentar a un niño, por ejemplo? Aterrorizar a un crío durante horas, ¿no revelaría muy creativamente el sustrato referencial del miedo arquetípico y otras mentecateces semejantes?

El caso Habacuc roza una cuestión aún más esencial, una de las fronteras de la civilidad del siglo XXI: la comprensión de nuestra continuidad orgánica con el resto de los animales, y la certidumbre de que no seremos capaces de respetarnos a nosotros mismos si no respetamos a los demás seres vivos (igual que, tras la Revolución Francesa, hubo que aprender que la libertad del hombre sólo se podía conseguir si también englobaba a la mujer).

Pasado mañana, Los Verdes españoles organizarán una jornada parlamentaria en apoyo de la postergada Ley Nacional de Protección Animal. Necesitamos esa ley: por los animales y por nosotros.

Hasta aquí la columna de Montero.

El jurado que admitió la obra de Vargas por su «gran calidad y excelente coherencia entre idea y ejecución», estuvo al parecer integrado por Ana Sokoloff (Colombia), Oliver Debroise (México) y Rodolfo Kronfle Chambers (Ecuador).

* Para sumarse al petitorio mencionado e informarse más sobre el caso, visitar
www.petitiononline.com/13031953/petition.html.

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