
1.- Los recursos renovables (flujos de sol, viento y agua) se encuentran dispersos en términos espaciales, tienen una naturaleza intermitente, y su densidad energética es considerablemente menor que la de las fuentes fósiles[5]. Esto significa que, si bien los recursos renovables son en principio infinitos, existen una serie de límites biofísicos para su aprovechamiento y consumo a escala industrial.
2.- La apuesta por mantener un modelo de desarrollo fósil bajo un sistema de energías renovables, necesariamente se traduciría en una gran demanda de tierras[6], así como de otros materiales y energía. Un modelo energético “100% basado en renovables” que mantiene los patrones de producción y consumo actuales conllevaría, por lo tanto, a una mayor expansión de las fronteras extractivas; así como a profundos cambios en la propiedad, uso y acceso de los territorios rurales a favor de las grandes inversiones energéticas.

Politizando el debate sobre las renovables
Mientras que el discurso eco-modernista de la transición energética tiende a presentarse como un proyecto neutral y despolitizado, los conflictos emergentes hacen visible una serie de temas que resultan fundamentales para enriquecer un debate que es, sobre todo, político. Si bien las energías renovables son una pieza fundamental para resolver la crisis climática, las injusticias socioambientales continuarán emergiendo si un proyecto de transición energética no va acompañado de cambios en los patrones de consumo y gestión de los recursos; todo lo cual implica transformaciones sociales, políticas y económicas de fondo.Una apuesta política de la transición es, por lo tanto, una apuesta por replantear los flujos metabólicos dentro de los límites planetarios, abriendo espacios para la realización de múltiples proyectos de vida que apuntan hacia transiciones civilizatorias más justas y sustentables. Las alianzas entre los movimientos a favor de la justicia ambiental, con aquellas iniciativas que promueven alternativas al desarrollo, son y serán clave en la construcción de los debates políticos sobre la transición.
Notas
[1] IPCC (2019) Informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global de 1,5 °C.
[2] Mol, A. (1996). Ecological modernisation and institutional reflexivity: environmental reform in the late modern age. Environ Politics, 5, 302–323.
[3] OECD/IEA (2014) Medium-Term Renewable Energy Market Report 2014, Executive Summary, France.
REN21 (2016) Renewable energy policy network for the 21st century. Renewables global status report, France.
[4] Jacobson M, et. al (2017) 100% Clean and Renewable Wind, Water, and Sunlight All-Sector Energy Roadmaps for 139 Countries of the World. Joule 1, 108–121.
[5] Smil V (2008) Energy in nature and society: general energetics of complex systems. The MIT Press, Cambridge
[6] Scheidel, A., Sorman, A. (2012). Energy transitions and the global land rush: ultimate drivers and persistent consequences. Glob Environ Change 22, 588–595.
[7] Para el caso de México ver: Ávila-Calero, S. (2017). Contesting energy transitions: wind power and environmental conflicts in the Isthmus of Tehuantepec, México. Journal of Political Ecology, 24(1), 992–1012.
[8] Ávila S (2018) Environmental Justice and the expanding geography of wind power conflicts. Sustainability Science. 13 (3): 599-616.
[9] Del Bene et al (2018) More dams, more violence? A global analysis on resistances and repression around conflictive dams through co-produced knowledge. Sustainability Science. 13 (3):617–633.
[10] El corredor eólico del Istmo de Tehuantepec (México) es un caso ilustrativo: con 29 mega-proyectos operando, el 74% de la capacidad instalada está destinada a proveer electricidad al sector cementero, minero y de la industria alimentaria. Ver: Ávila-Calero (2017).
[11] Merlinsky, M. G. (2015). Los conflictos ambientales y el debate público sobre el desarrollo en Argentina. Ciencia e Investigación, 65(3),5–17.
[12] Martinez-Alier, J (2005). El ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Icaria. Barcelona.
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