¿Hacia una normalización de las relaciones entre Cuba y EE.UU.?

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Salim Lamrani*

La elección del demócrata Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos es un acontecimiento sin precedentes en la historia de este país. Por primera vez, un candidato de color alcanza el puesto supremo en una nación donde el racismo estaba institucionalizado hace sólo medio siglo y donde las discriminaciones contra las minorías todavía son demasiado numerosas. Jamás un escrutinio suscitó tanto interés y entusiasmo no sólo en Estados Unidos, sino también en el mundo entero.
 
Agobiados por los ocho años catastróficos de la administración Bush que ha llevado la economía mundial al borde del abismo y ha hundido el planeta en una inseguridad notable, los pueblos del mundo habían elegido por unanimidad al joven senador del Illinois en detrimento de su adversario republicano John McCain, considerado como el heredero de George W. Bush.1
 
La Habana no escapó al fenómeno Obama y los cubanos siguieron el proceso electoral con atención. Allí también, eligieron al candidato demócrata.2 “Sin duda es más inteligente, culto y ecuánime que su adversario republicano”, declaró Fidel Castro con respecto a él. Se trata del “mejor orador político de Estados Unidos de las últimas décadas”, agregó, saludando sus “ideas bien articuladas”. En cambio, el candidato republicano John McCain es “viejo, belicoso, inculto, poco inteligente y sin salud”, señaló el líder de la Revolución cubana.3
 
En efecto, Obama es el primer presidente que ha declarado su voluntad de reunirse con el presidente cubano Raúl Castro sin imponer condiciones previas.4 También señaló su deseo de “normalizar las relaciones y suavizar el embargo que ha presidido las relaciones entre nuestros países durante los cinco últimos decenios”.5
 
Se espera que el nuevo Presidente estadounidense elimine las sanciones crueles que la administración Bush impuso en 2004. Éstas limitan las estancias de los emigrados cubanos en su país de origen a 14 días cada tres años, separando así a numerosas familias, y limitan el importe de la ayuda económica que es posible mandar a sólo 100 dólares por mes.6 “Se trata a la vez de una cuestión estratégica y humanitaria. Esta decisión […] ha tenido un impacto profundamente negativo sobre el bienestar del pueblo cubano”, declaró Obama. A partir del 20 de enero de 2009, “otorgaré a los cubano-estadounidenses derechos ilimitados para visitar a sus familias y mandar dinero a la isla”, afirmó.7
 
A medio plazo, también es posible que el Congreso, dominado por los demócratas, ponga fin a la prohibición de viajar a Cuba a los ciudadanos estadounidenses. En efecto, actualmente, pueden viajar por el mundo entero, incluso a China, a Vietnam y a Corea del Norte, pero no a Cuba. El Congreso eliminará probablemente las restricciones impuestas a los intercambios académicos, culturales y deportivos.
 
Impuestas en julio de 1960, las sanciones económicas estadounidenses son el principal obstáculo para desarrollo económico de Cuba. Han costado la bagatela de 93.000 millones de dólares a la economía cubana desde su entrada en vigor, y 3.700 millones sólo en el año 2007. Afectan también toda la población, particularmente a los sectores más vulnerables. Así, el 70% de los cubanos nacieron bajo el régimen de las sanciones.8
 
La comunidad internacional rechaza por unanimidad la política de sanciones. El 29 de octubre de 2008, por decimoséptimo año consecutivo, 185 de los 192 miembros que componen la Asamblea General de las Naciones Unidas se pronunciaron por el levantamiento de este castigo que golpea a los cubanos. Jamás se había alcanzado esa aplastante mayoría. Sólo Estados Unidos, Israel y Palau votaron contra la resolución. La opinión pública estadounidense se opone así como el mundo de los negocios (en particular las multinacionales petroleras) que ve un mercado natural caer en las manos de los inversores chinos, europeos y latinoamericanos.9
 
Wayne S. Smith, ex embajador estadounidense en Cuba, criticó la política estadounidense contra Cuba y se pronunció a favor de la eliminación de las sanciones unilaterales. Este ensañamiento “es estúpido, contraproducente y rechazado a nivel internacional”.10 “Que cese el bloqueo contra Cuba es lo que demanda nuestro pueblo, y ahora más que nunca, cuando es el reclamo unánime de la comunidad internacional”, proclamó Fidel Castro en una reflexión del 7 de noviembre de 2008.11
 
Obama, cuya inteligencia y sagacidad son evidentes, demostraría su perspicacia al estudiar la idiosincrasia cubana y entender que el lenguaje de la fuerza y la amenaza es inútil. Fidel Castro lo recordó de nuevo: “Hay quienes todavía sueñan con poner de rodillas a Cuba esgrimiendo el criminal bloqueo como instrumento de la política exterior de Estados Unidos contra nuestra patria. Si ese país vuelve a caer en tal error, podría permanecer otro medio siglo aplicando esa política inútil con relación a Cuba”.12
 
El gobierno de La Habana ha extendido varias veces una mano fraternal a Washington, recibiendo cada vez un rechazo obstinado. Raúl Castro también ha extendido dos veces un ramo de olivo a la administración Bush, sin éxito. Declaró que estaba dispuesto a dialogar abiertamente con Barack Obama. “Esperamos que el próximo presidente cambie la política contra Cuba [y] esperamos una normalización completa de las relaciones”, subrayó Felipe Pérez Roque, canciller cubano.13
 
Obama ganaría reconociendo por fin que Cuba es una nación soberana e independiente, y basando sus futuras relaciones con La Habana en la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos. Entonces los cubanos lo recibirán con los brazos abiertos y sólo recogerá entre ellos expresiones de gratitud.
 
Barack Obama dispone de una oportunidad histórica para cambiar, de una vez por todas, la política cubana de Estados Unidos y normalizar las relaciones entre los dos países. El ensañamiento insensato contra el pueblo cubano por parte de Washington es cruel, inhumano e injustificable. El joven presidente Obama tiene la obligación moral de situarse a la altura de las esperanzas que su elección ha suscitado. La humanidad entera se lo agradecería.
 
 
Notas
 
1 John Leicester, «Obama Victory Sparks Cheers Around the Globe», The Associated Press, 5 de noviembre de 2008.
 
2 Calvin Woodward, «Where Obama Stands on the Issues», The Associated Press, 5 de noviembre de 2008.
 
3 Jeff Franks, «Obama Win Raises Cuban Hopes for Change», Reuters, 5 de noviembre de 2008.
 
4 Fidel Castro Ruz, «Las elecciones del 4 de noviembre», Cuba Debate, 3 de noviembre de 2008.
 
5 Barack Obama, «Our Main Goal: Freedom in Cuba», The Miami Herald, 21 de agosto de 2007.
 
6 Colin L. Powell, Commission for Assistance to a Free Cuba, (Washington: United States Department of State, mayo 2004). www.state.gov/documents/organization/32334.pdf (sitio consultado el 7 de mayo de 2004).
 
7 Barack Obama, «Our Main Goal: Freedom in Cuba», op. cit.
 
8 Edith M. Lederer, «UN Again Urges US to Lift Embargo Against Cuba», The Associated Press, 29 de octubre de 2008.
 
9 Ibid.
 
10 Anita Snow, «Analisis: Obama Changes Could Test Castros’ Grip», 8 de noviembre de 2008.
 
11 Fidel Castro Ruz, «El tercer huracán», Cuba Debate, 7 de noviembre de 2008.
 
12 Ibid.
 
13 Edith M. Lederer, «Cuba Expects New US President to Lift Embargo», The Associated Press, 30 de octubre de 2008.
 
* Publicado e Rebelión. Salim Lamrani es profesor encargado de cursos en la Universidad René Descartes París V y periodista francés, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Acaba de publicar Doble Moral. Cuba, la Unión Europea y los derechos humanos (Hondarriaba: Editorial Hiru, 2008).

 

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