Haití, a cinco años del peor terremoto
Después del terremoto que costó la vida de 360 mil personas, Haití no termina de reponerse. Las autoridades señalan que de 1,5 millón de refugiados quedan sólo cien mil. Pero Amnistía Internacional denuncia que las condiciones son pésimas.
Haití conmemora hoy el quinto aniversario del devastador terremoto que acabó con la vida de 316 mil de sus habitantes. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) aseguró que, gracias al esfuerzo de su población, a las denodadas políticas públicas de reconstrucción y a la ayuda internacional, Haití presenta “menos de cien mil personas” viviendo aún en campos de refugiados y “el 90 por ciento de los escombros” fue retirado.
Sin embargo, desde la organización Amnistía Internacional (AI) remarcaron que el proceso de reconstrucción es lento, el acceso a viviendas dignas es para una minoría y la mayor parte de la población sigue viviendo en condiciones paupérrimas.
El 12 de enero de 2010, el terremoto alcanzó en la isla los 7,3 grados en la escala de Richter, algo que no había ocurrido nunca en 240 años en el país más pobre del continente y que equivale a la explosión de 200 mil kilos de dinamita. El movimiento sísmico dejó 316 mil muertos y más de 300 mil heridos. El epicentro estuvo a 15 kilómetros de su capital, Puerto Príncipe, que se vio seriamente afectada.
Si bien un terremoto mucho más fuerte provocó 525 muertos ese mismo año en Chile y uno similar sólo una víctima fatal en Japón, el impacto que produjo en Haití fue de los más devastadores por haber afectado a una megaurbe con construcciones inadecuadas para una zona de alto riesgo sísmico.
En la ciudad capital se derrumbaron 300 mil edificios, entre ellos la sede de la ONU en Haití, donde pereció gran parte del personal, incluyendo al jefe de la misión. Como consecuencia del desastre, el gendarme bonaerense Gustavo Gómez, de 33 años, quien cumplía funciones de seguridad en la Embajada argentina en Haití, fue el único argentino fallecido.
“De 1,5 millón de haitianos que fueron desplazados en campamentos justo después del terremoto, hoy quedan menos de cien mil; y más del 90 por ciento de los 10 millones de metros cúbicos de escombros se ha borrado de las calles”, explicó Thibaut Monnier, oficial de comunicaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Haití.
Además aseguró que “gracias al proyecto 16/6”, que se propone rehabilitar 16 barrios y cerrar 6 campos de refugiados a través del trabajo mancomunado con el gobierno local, “11 mil familias regresaron a su barrio de origen y 933 casas han sido reparadas”.
“Cinco años después, Haití celebra importantes logros de desarrollo, al tiempo que reconoce inmensos desafíos. Pero, a pesar de la fragilidad política y estructural, el progreso social y económico es evidente”, dijo.
Menos optimistas se mostraron representantes de organismos internacionales que trabajan en el lugar, quienes creen que el proceso de reconstrucción es “extremadamente lento”.
Chiara Ligouri, experta de Amnistía Internacional, sostuvo que el balance de lo avanzado en los últimos cinco años en el país es “negativo”, y que “lo que falta son soluciones sostenibles para los desplazados”.
Pese a que la enorme mayoría de refugiados tiene ya un hogar, muchas de las más de dos millones de personas que el terremoto dejó sin techo siguen viviendo en condiciones pobres. Según cifras de la organización defensora de derechos humanos, más de 85 mil personas viven aún en 123 campamentos provisionales en Haití.
“Las condiciones en muchos de esos campos son realmente terribles”, señaló el organismo en un informe publicado el 8 de enero. “Un tercio de las personas que viven en ellos no tiene acceso a una letrina”, advirtió la experta de Amnistía Internacional.
Desde los últimos días del mes de octubre de 2010, Haití está inmerso en un brote de cólera que, hasta 2013, había provocado más de 9 mil muertes y aproximadamente 635 mil casos acumulados.
Por otro lado, atravesaba una grave crisis política, que como consecuencia del terremoto y las gravísimas condiciones en que dejó al país, se agravó.
Hoy, a cinco años del terremoto, se vence el mandato del actual Parlamento, tras lo cual el Ejecutivo de Michel Martelly sólo podría seguir gobernando previsiblemente por decreto.