Hambre, crisis mundial y alimentos-mercancía
Juan Guahán*
Detrás de las actuales rebeldías populares, en países como Túnez, Egipto y otros que pueden llegar a engrosar esta lista, hay dos grandes problemas: alimentos y desempleo. Aquí nos asomaremos al tema de los alimentos: actualmente mil 60 millones de personas en el mundo padecen hambre y de ese total 60 por ciento –seis de cada 10– son mujeres.
El aumento de precios en los alimentos vuelve a aparecer como una amenaza para el crecimiento mundial y la estabilidad social, alertó este viernes el Banco Mundial. La salida no está cerca. El organismo anticipó una creciente volatilidad en el costo al consumidor de los cereales al menos hasta 2015..
No hay que olvidar que, en los países y sectores más pobres, entre el 60% y el 80% de los ingresos de la población se destinan a la alimentación. En los países desarrollados y los sectores de mayores ingresos esa cifra se reduce a un monto que oscila entre el 10% y 20%. Es por eso que para las poblaciones con menores recursos el aumento de la harina o de la leche puede ser la causa de muerte de muchas personas, particularmente sus niños.
En los últimos 5 años los precios de alimentos han crecido mundialmente, de un modo exagerado, incrementando –en igual proporción- el número de hambreados. A partir de 2007, el alza en el precio, sobre todo de granos básicos, provocó protestas en varias partes del mundo, incluido México, y llevó a 100 millones de personas en el mundo a una situación de pobreza.
El consejo del FMI a los gobiernos que enfrentan crecientes precios de los alimentos es que se enfoquen en medidas de protección social para los más pobres, que se resistan a las prohibiciones y los impuestos a las exportaciones que afectan a los mercados alimentarios globales, y que aseguren que los precios alimentarios más altos no se expresen en un ajuste monetario.
El impacto directo de los precios de los alimentos sobre el IPC (índice de precios al consumidor) es una cosa extraordinaria, en sí mismo no es inflación, por lo que los países deberían acomodarse (…) fijar metas monetarias para acomodar el impacto directo de las alzas de precios
, dijo Hugh Bredenkamp, subdirector del Departamento de Estrategia, Políticas y Revisión del FMI.
Pero los países deben ser cuidadosos para no permitir efectos secundarios, si los precios de los alimentos suben, que no se derramen en alzas de salarios o precios de otros productos
, agregó.
Hasta ahora las economías asiáticas han sentido los mayores efectos de la inflación alimentaria, mientras que los precios más altos también fueron uno de los motivos de la inestabilidad en Medio Oriente
Dentro de la complejidad del problema y reconociendo la existencia de una variedad de causas, podemos señalar entre las mismas a cuestiones financieras, un incremento del consumo y una mayor demanda de biocombustibles.
Para muchos economistas la causa principal la encontramos en la política seguida por sectores financieros que decidieron darle a los alimentos el trato de una vulgar mercancía que podía ser objeto de especulaciones financieras. La creación de dinero, por cifras astronómicas, en medio de la crisis actual multiplicó el problema.
Hay mucho dinero (o anotaciones bancarias que simulan ser dinero) y -después del colapso inmobiliario- pocos lugares seguros para invertir. Todo eso hizo que las materias primas se hayan transformado en un nuevo objeto de especulación.
Con las “innovaciones financieras” que han incorporado los banqueros ya no se trata de acumular cereales, lo que hacen es “comprar y vender” fondos negociables (papelitos o negociaciones que solo existen en las pantallas y archivos de las computadoras).
Pero esos “negocios” después se trasladan a la realidad y afectan los precios que “ellos” fijan para ganar más comisiones “comprando y vendiendo”. Estas y otras “delicias” especulativas de los banqueros están en la raíz de lo que pasa con los precios de los alimentos. Es bueno tener presente que, siendo la Argentina, un gran productor de alimentos esta tendencia nos favorece como país, aunque no se pueda decir lo mismo de la población más pobre.
También es cierto que influye, en el aumento de precios, una mayor demanda de alimentos dado que sectores que –hasta ahora- estaban ajenos al mercado -entre ellos millones de chinos e indios- se han sumado a un consumo que antes tenían restringido.
Por último, el suizo Jean Ziegler, ex relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación sostiene “que los agrocombustibles pueden ser un crimen contra la humanidad”. Muchas veces, para producir estos biocombustibles se destinan tierras y comida para dársela a los autos sacándosela de la boca a las personas. Basta tener presente que para producir cinco litros de etanol se necesitan 230 kilos de maíz, una cantidad que sería suficiente para alimentar a un niño durante un año.
*Analista de Question Latinoamérica