Hasta siempre, Madiba

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El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, confirmó la muerte del primer presidente negro de la nación africana, quien falleció en su casa de Johannesburgo a los 95 años. El Premio Nobel de la Paz, símbolo de la lucha contra el apartheid, había sido internado en el hospital de Pretoria el 8 de junio con una grave pulmonía.

Desde principios de septiembre fue trasladado a su hogar. «Esta nación ha perdido un gran hijo», dijo el actual mandatario. Con 67 años de activismo político, 27 en prisión y cinco como primer mandatario, la tenacidad y su compromiso con la justicia, su defensa de la democracia, la igualdad racial y su mensaje de reconciliación convirtieron a Mandela en un admirado y respetado ícono global.

Fue la voz de uno de los mayores movimientos sociales del mundo en favor de los derechos humanos y logró atraer la mirada internacional hacia la Sudáfrica del apartheid, ejercido por los boers, los colonos originarios de Holanda, Flandes, Francia y Alemania. Muchos de sus compatriotas no olvidan que sus palabras, tras su liberación el 11 de febrero de 1990, devolvieron la esperanza a una sociedad desangrada por las luchas étnicas y la violencia de grupos paramilitares opuestos a un cambio de régimen: «Los saludo a todos en nombre de la paz, la democracia y la justicia universal», afirmó entonces Mandela, desde el balcón del Ayuntamiento de Ciudad del Cabo.

El carismático ex mandatario mantuvo viva hasta hoy su propia leyenda: la historia de un hombre que dedicó su vida a exigir respeto a los derechos humanos en un país castigado por un régimen de segregación racial impuesto por la minoría blanca en detrimento de negros, mestizos y originarios de la India.

Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 en Mvezo, una pequeña aldea de Cabo Oriental, sudeste de Sudáfrica, y estaba destinado a ser un consejero del regente del reino Thembu, perteneciente a la tribu Xhosa. Sin embargo, Mandela tuvo que trasladarse luego a Qunu, a 20 kilómetros de Mvezo, cuando su padre, un jefe tribal, fue expulsado por la autoridad colonial, y más tarde a la localidad de Mqhekezweni tras la muerte de su progenitor.

De educación occidental, aprendió a rebelarse contra las leyes tribales antes que contra el Imperio Británico. Motivado por su conciencia nacionalista, ingresó en el Congreso Nacional Africano (CNA), partido con el que alcanzó la presidencia de Sudáfrica décadas más tarde, convirtiéndose en el primer presidente negro de ese país.

En Johannesburgo abrió el primer despacho de abogados negros y apoyó la estrategia de resistencia pacífica del líder indio Mahatma Gandhi contra las leyes cada vez más opresivas del apartheid. La matanza de manifestantes en la ciudad sudafricana de Shaperville en 1960 fue el detonanate para que Mandela abrazara la lucha armada.

«Madiba» -nombre del clan de Mandela en lengua xhosa y con el que se le conoce popularmente en Sudáfrica-, viajó por Africa para recaudar fondos para el brazo militar del CNA, que él mismo dirigió. Fue detenido en 1962 y procesado en el Juicio de Rivonia, en el que fue condenado a cadena perpetua en 1964, hasta su puesta en libertad en 1990. Tras su discurso en Ciudad del Cabo, Mandela definió las pautas que hicieron posible la transición de la excolonia británica en un país libre y la reconciliación con el entonces presidente Frederik De Klerk, lo que les valió a ambos el premio Nobel de la Paz en 1993.

Cuatro años después de su liberación Mandela se convirtió, en las primeras elecciones multirraciales de Sudáfrica, en el primer presidente negro del país, cargo que ejerció hasta 1999. Ese mismo año abandonó la función pública, aunque a través de su Fundación -ahora el Centro de la Memoria Nelson Mandela-, el Fondo para la Infancia y el Fondo de la Lucha contra el Sida continuó desempeñando un rol político decisivo en el concierto internacional.

Los sudafricanos, tanto negros como blancos, lo veneran y celebran con orgullo cada año el día de su cumpleaños -18 de julio-, que coincide con el Día Internacional de Mandela, instaurado por la ONU en 2009. El carismático dirigente se retiró de la vida pública en 2004, y entonces hizo una advertencia a todo aquel que quisiera invitarle a algún acto político: «No me llamen, ya los llamo yo».

Mandela, quien estuvo bajo vigilancia médica desde 2011, había sido operado en diciembre pasado de cálculos en la vesícula y asistido por complicaciones respiratorias durante las más de dos semanas en las que estuvo internado.

Vivió sus últimos días entre Johannesburgo y Qunu, la localidad del este del país donde pasó su infancia. Su última aparición fue durante la ceremonia de clausura del Mundial de Fútbol de 2010 celebrado en su país.

Padre de seis hijos fruto de dos matrimonios, vivió hasta su muerte con su tercera esposa, Graca Machel, viuda del expresidente mozambiqueño Samora Machel.

De Fidel

Viejo y prestigioso amigo, cuánto me place verte convertido y reconocido por todas las instituciones políticas del mundo como símbolo de la libertad, la justicia y la dignidad humana.SUDA mandela y fidel

Te convirtieron en trabajador forzado en las canteras, como hicieron con Martí cuando tenía 17 años.

Sólo estuve en la prisión política menos de dos años, pero fue tiempo suficiente para comprender lo que significan 27 en las soledades de una prisión, separado de familiares y amigos.

En los años finales de tu martirio, tu Patria, bajo la tiranía del Apartheid, fue convertida después de la Batalla de Cuito Cuanavale en instrumento de la guerra contra los combatientes internacionalistas cubanos y angolanos que avanzaban sobre la ocupada Namibia. Nadie podía ocultarte las noticias de la solidaridad que el pueblo, bajo tu guía, despertaba entre todas las personas honestas de la tierra.

Entonces, como hoy, el enemigo estaba a punto de dar un zarpazo nuclear contra las tropas que, en ese caso, avanzaban contra el sistema odioso del Apartheid.

Nunca nadie fue capaz de explicarte de dónde salieron y cuándo se llevaron aquellos instrumentos de muerte.

Visitaste nuestra Patria y te solidarizaste con ella, cuando todavía no eras Presidente de Sudáfrica elegido libremente por el pueblo.

Hoy la humanidad está amenazada por el mayor riesgo en toda la historia de nuestra especie.

Ejerce toda tu inmensa fuerza moral para mantener a Sudáfrica lejos de las bases militares de Estados Unidos y la OTAN.

Amigos ayer del Apartheid, hoy compiten cínicamente por simular amistad.

Los pueblos de África que sobrevivan a la catástrofe nuclear que se avecina, necesitarán más que nunca los conocimientos científicos y los avances de la tecnología sudafricana.

La humanidad aún puede preservarse de los golpes demoledores de la tragedia nuclear que se aproxima, y la ambiental que ya está presente.

Fraternalmente,

Fidel Castro Ruz

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