Héctor Germán Oesterheld es uno de los 30.000 detenidos-desaparecidos de la Argentina. Fue, y es, el mejor guionista del país; gran autor de historietas que hoy pertenecen al mundo, decidió ser militante montonero. Es probable que en enero de 1978 se lo haya visto con vida por última vez, en un campo de concentración.
Distintos testimonios lo ubican en Campo de Mayo como prisionero no legalizado; en algunos chupaderos como el bonaerense “Vesubio” de Camino de Cintura y Autopista Riccheri; en el “Sheraton” de la matancera “Villa Insuperable”, o en el Regimiento de Monte Chingolo, de La Tablada. Existen posibilidades de que lo hayan asesinado en Mercedes en 1978. Germán, detenido y desaparecido, presunto muerto, sin tumba… un tajo sin sutura en la vida, como otras decenas de miles.
La desaparición, después de la detención ilegal, constituyó un mecanismo perverso utilizado a destajo por la última dictadura cívico militar que instaló a sus víctimas -ante sus familias, amistades y compañeros y compañeras- en una situación compleja, angustiante, en la que no estaban presentes ni vivas, ya que no se los podía abrazar ni festejarles la vida; pero que tampoco estaban muertas, sino “desaparecidas”, en el lugar de aquella o aquel que “no aparece” y a quienes no se puede velar ni homenajear.
Elegimos esta fecha para homenajear al autor del Eternauta, para poder alcanzarle flores de palabras en su memoria y en la memoria de “los 30.000”1; podríamos escoger cualquier otra que él haya convertido en mojón como la publicación de su Eternauta, su Che o su “Guerra contra el Imperialismo”, entre otras.
Oesterheld nació el 23 de junio de 1919. Hijo de inmigrantes: Fernando, su padre, era alemán, y su madre, Elvira Ana Puyol, era vasca. Estudió y se graduó en Geología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Se casó con Elsa Sánchez y tuvo cuatro hijas: Estela, Diana, Martina y Beatriz: todas ellas también fueron secuestradas y desaparecidas por la última dictadura militar argentina. Dos de ellas al momento de su secuestro estaban embarazadas y también fueron secuestrados, asesinados y desaparecidos tres de sus yernos: Raúl Araldi, Alberto Oscar Seindus y “el Vasco” Mórtola.
Elsa, su esposa, cuenta que le decían “Sócrates” por todo lo que sabía.
Se dedicó a escribir historietas. La más conocida y mejor lograda fue El Eternauta, cuya primera versión fue escrita en el año 1957 y la segunda en 1969. La historia se desarrolla a partir de una nevada mortal seguida de una invasión extraterrestre que obliga a los habitantes a aislarse y autoabastecerse, casi como durante la cuarentena anti Covid. A medida que avanza el relato se desarrolla la “resistencia”, se agrupan y organizan las personas y surge el “héroe colectivo” por encima del individualismo y el inmovilismo que propone la ideología capitalista.
En su juventud Oesterheld simpatizó con el Partido Comunista hasta que comprendió que el mismo se aisló de los trabajadores y del pueblo y, “paradójicamente”, se alió con sectores de la oligarquía, el imperialismo y la intelligentzia liberal y positivista. A partir de esas decisiones de la dirigencia, se acercó a los sectores más combativos del peronismo y se integró a la organización político-militar Montoneros.
Dedicó el año 1968 a crear una historieta sobre el Che Guevara y en 1973, en el diario Noticias, conducido por Montoneros, publicó la tira “La guerra de los Antares”. En el semanario El Descamisado, orientado por el mismo sector y dirigido por Dardo Cabo, publicó “450 años de Guerra contra el Imperialismo” dibujada por Leopoldo Durañona. También lo hizo en la revista Evita Montonera, expresión partidaria del espacio.
El 27 de abril de 1977 fue secuestrado y desaparecido por la dictadura cívico-militar comandada por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Massera, el brigadier Orlando Agosti y por el jefe civil, José Alfredo Martínez de Hoz. En homenaje a su memoria, uno de los edificios de la Universidad Nacional de Lanús lleva su nombre; estas líneas, en esta fecha, intentan llenar de contenido el recordatorio.
Tres historias y una concepción
Vamos a analizar las tres historietas más importantes que escribió Oesterheld y dibujaron Solano López (“El Eternauta”, primera versión), Enrique y Alberto Breccia (“Che”) y Leopoldo Durañona (“Latinoamérica y el Imperialismo. 450 años de guerra”).
La primera es la más relevante, alcanzó difusión mundial y trascendencia histórica. Trata de una invasión de extraterrestres, integrada por “cascarudos”, “gorbos”, “manos”, “hombres robots” y “Ellos”. Controlan la Tierra a partir de un arma mortal para la humanidad, como lo es la “nevada” que producen desde sus naves. El Eternauta y muchos otros hombres y mujeres se organizan para enfrentar la “ocupación”.
De ese modo, Oesterheld reflejó la realidad y se adelantó también a futuros hechos. Su creación recrea de alguna manera las invasiones imperialistas de los EU sobre América Latina. Cabe señalar además que, en las décadas de los ’60 y ’70 del siglo XX, en la región se produce la Operación Cóndor, acción coordinada por Washington con los militares de América Latina para derrocar a las autoridades constitucionales e instalar regímenes dictatoriales que les respondiesen, y tratar también de eliminar a las personas de ideas revolucionarias, contrarias al imperialismo. La operación dejó un saldo de 400.000 muertos latinoamericanos y caribeños (Stella Calloni, 2007). Ellas y ellos querían terminar con las desigualdades e injusticias que se vivían en estos países, y cambiarlas por una forma más igualitaria y digna de sociedad. El propio escritor fue una de las víctimas de esas maniobras del terrorismo de Estado.
Sorprende la terminología y los elementos que utiliza y desarrolla, que son los mismos que caracterizaron el lenguaje de la época, más allá de las letras de molde: “compañeros”, “hermandad”, “solidaridad”, “guerra”, “sobrevivientes”… Solo faltó el término de “detenidos-desaparecidos”, una de las atrocidades cometidas por las dictaduras. Pero la historieta incluso plantea distintas situaciones que merecen ser analizadas en este trabajo. Por ejemplo, las que hacen referencia a lo que después vivirían la familia Oesterheld y muchísimos militantes en la vida real.
Ante todo, la contradicción que se le presenta al protagonista tras uno de los enfrentamientos entre extraterrestres y humanos, cuando se debate entre volver a su casa a reencontrarse con su mujer y su hija o continuar la lucha hasta el triunfo final. Ante esa disyuntiva, el historietista, de manera retórica, se pregunta: “¿Cómo volver así, diciéndoles que hemos sido vencidos, que no nos queda otra esperanza que tratar de vivir ocultos como alimañas?” (pág. 289).
El interrogante en realidad señala que, a pesar de una derrota ante el enemigo invasor, las alternativas estaban al alcance de la mano; que el mundo podía realmente ser modificado por otro que mejorara la vida de los más humildes, que la propiedad privada podía transformarse perfectamente en propiedad colectiva, que los recursos, los bienes y las riquezas podían dejar de estar en manos de trasnacionales para ser redistribuidos entre todas y todos.
Otra de las situaciones de la ficción que refleja la realidad de la época es la que se presenta cuando El Eternauta dialoga con uno de los “manos”, que le dice “Ya me entenderás Juan Salvo… Así como hay entre los hombres, por sobre los sentimientos de familia o de patria, un sentimiento de solidaridad hacia todos los demás seres humanos, descubrirás que también existen entre todos los seres inteligentes del universo, por más diferentes que sean, sentimientos de solidaridad, un apego a todo lo que sea espíritu (…)” (p. 421).
Con ese párrafo el autor remarca el valor de uno de los principios que reivindica, el de la solidaridad: el mismo que fluía entre los militantes de la Resistencia Peronista para hacerles frente a los militares que desde el año 1955 no dejaban de proscribir y atacarlos. Una vez más la alusión al “héroe colectivo”.
El Che y la Revolución
La otra historieta que nos interesa trabajar es “Che”. Se publica en el año 1969 y la idea original era realizar historietas de grandes figuras tales como Sandino, Tupac Amaru, Bolívar, entre otros. Oesterheld eligió al Che para inaugurar esta colección. No eligió cualquier hombre, eligió a uno de los más solidarios, alguien que entregó su vida considerando que otro mundo era posible, que otro Hombre o Mujer eran posibles.
El autor se mueve entre el camino revolucionario que eligió Ernesto Guevara y su biografía. Destaca que, habiendo podido ser matemático, ingeniero o contador, elige ser médico porque los pobres, además de la miseria y el hambre, sufren de piojos, lepra, mal de Chagas, etc. (p. 23). Y señala que no termina la carrera porque, en realidad, las enfermedades que en verdad quisiera curar no se llaman tifus, malaria o lepra sino hambre, explotación, injusticia (p. 25). Finalmente, termina Medicina en tiempo récord.
El Che recorre América y la pobreza, las injusticias, la miseria profundizan su dolor kilómetro a kilómetro. En su recorrido se detiene en Guatemala, atraído por las políticas transformadoras y antiimperialistas de Jacobo Arbenz, quien promueve la reforma agraria, toca los intereses de la United Fruit Company e impone acciones de proteccionismo económico, entre otras medidas populares y favorables a la Nación. Finalmente Estados Unidos, la United Fruit Company y la CIA realizan un golpe de Estado y terminan ejecutando al Presidente: Guevara es testigo directo de los hechos, incluso participa en la débil resistencia armada que la Alianza de la Juventud Democrática, rama del Partido Comunista, desarrolla contra los golpistas. Logra asilarse en la embajada argentina, a la que abandona para refugiarse en México. Allí conoce a los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Precisamente, la historieta recorre en particular ese encuentro, la participación del Che en la Revolución Cubana, la lucha en Sierra Maestra, el triunfo de la Revolución y los cargos que ocupa en el gobierno triunfante (Ministro de Industria y presidente del Banco Nacional) y su recorrido por el mundo, hasta su asesinato en Bolivia en 1967.
El camino del Hombre Nuevo
Oesterheld aprovecha el pensamiento del médico guerrillero para remarcar su propio compromiso con las ideas del “Hombre Nuevo” y de Revolución por las que él mismo jugará su propia vida. Remarca esa figura que es la de “el que trabaja y el que se juega por el incentivo moral… Sí, la revolución empieza dentro de cada uno” y enfatiza que “el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor… Todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en acciones que sirvan de ejemplo, de movilización… El revolucionario se consume en esta actividad ininterrumpida que no tiene más fin que la muerte, a menos que la construcción se logre a escala mundial” (p. 65).
Transcribe la carta de despedida que le escribió el Che a sus hijos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto en marzo de 1965, en la que da cuenta de su profundo amor de padre y su compromiso militante: “Si alguna vez tienen que leer esta carta será porque yo no esté entre ustedes. Casi no se acordarán de mí y los más chiquitos no recordarán nada”. Les explica que “ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones”. Les pide que “crezcan como buenos revolucionarios, que estudien mucho para dominar la técnica que permite dominar la naturaleza” y sentencia que “la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada”, una frase que bien podría haber sido tomada de la reflexión del propio Oesterheld.
El guionista de historietas más importante de Argentina tal vez haya encontrado en esa carta, breve y cargada de sentimientos, el reflejo de su propio ideario, la idea de un revolucionario movilizado ante las injusticias, la importancia de la solidaridad de la humanidad, y el “héroe colectivo” como eje central de su propio legado, expresado en la misiva del Che.
La región contra el Imperio
La tercera de las historietas que queremos rescatar en este recordatorio es “Latinoamérica y el imperialismo. 450 años de guerra”, ilustrada por Leopoldo Durañona. Fue publicada en el semanario El Descamisado a partir del 22 de mayo de 1973 hasta su clausura por decreto en abril de 1974, cuando quedó trunco el desarrollo del recorrido que planeó Oesterheld a través de diferentes capítulos que reflejasen acciones del colonialismo y el imperialismo en nuestra patria y expresiones de resistencia nacional y popular.
La revista también expresaba las opiniones de la Tendencia Peronista Revolucionaria que respondía a la organización Montoneros. Tenía una tirada promedio superior a los 100.000 ejemplares en sus 47 números, una cifra extraordinaria para una publicación de esas características. La censura obligó al cambio de nombre en dos oportunidades: El Peronista Lucha por la Liberación en la primera instancia y La Causa Peronista luego. El golpe del 24 de marzo de 1976 se produjo cuando estaba por aparecer el primer número de una nueva sucesora.
Oesterheld inicia la serie con el compromiso de relatar “cómo nos robó el imperialismo en América Latina”. Desarrolla sus efectos e instala hechos históricos específicos de la Cuenca del Río de La Plata y explica que “La historia del imperialismo es la historia del continente latinoamericano –la Patria Grande– y la historia de nuestra patria. Son 450 años de guerra. Sí, de guerra. Porque los pueblos avasallados por el invasor nunca se rindieron. Pusieron el pecho. Pelearon. Dieron la vida infinidad de veces en su combate por ser libres. El imperialismo nunca fue una simple frase de denuncia de los pueblos. Tienen nombres y apellidos. Tienen balas y sangre en su negra historia” (p. 5).
El trabajo se traza un plan para hilvanar el recorrido histórico, que no llega a culminar por la clausura que hacen del semanario. Contrapuntea hechos históricos del pasado con sucesos de aquel presente. Empieza con la “conquista” de América por parte del Imperio español y, en simultáneo, denuncia el golpe contra el presidente socialista de Chile, Salvador Allende, en 1973; la dictadura de Pinochet, instalada con apoyo de la CIA estadounidense, durará 17 años.
Por otra parte, la obra pone en cuestión el concepto de “subdesarrollo” de los países latinoamericanos, que expresa una idea signada por la idea de “evolucionar” hacia el modelo de países que, en realidad, son de una economía que domina a las de las “periferias” y termina condicionándolas hasta impedir sus independencias y, en lugar de “desarrollados”, los convierten en “dependientes”. Pone en cuestión ese concepto de “desarrollo” que las potencias logran gracias a la expoliación de los países del Tercer Mundo.
Con claridad, Oesterheld prefiere hablar de “países robados” en lugar de “países subdesarrollados”. La categoría del subdesarrollo, como otros conceptos usados para la interpretación de las realidades latinoamericanas, es eurocéntrica o, más bien, con una visión propia del “Norte”. Pretende hacer recaer la responsabilidad del subdesarrollo en la propia Latinoamérica y, de ese modo, encubre la expoliación de las riquezas y los recursos de nuestras tierras por parte de los países llamados “centrales”. Este es el concepto de imperialismo que el historietista va a desarrollar.
Oesterheld denuncia al Imperio español por el robo del oro y la plata, por las condiciones inhumanas que impuso en las minas de estos minerales, en las que los indios llegaban a preferir la muerte antes que ir a trabajar en condiciones criminales. Además, el imperialismo implicó guerras de dominación que vaciaron al continente de hombres y mujeres: cuando España llegó a América había 90 millones de indios, dos siglos después quedaban solo 3 millones… Casi 90 millones de muertos más que en las dos guerras mundiales (págs.7 y 8).
Cuando en Europa comenzaba el “Renacimiento”, en los territorios que sus invasores llamarían “América” ya existían Imperios que las investigaciones más recientes calculan en más de 60 millones de habitantes, que hablaban cerca de 1.200 idiomas distintos; otras versiones elevan el registro en unos 90 millones de personas.
Aquel colonialismo cambió el rumbo de la historia de la región a partir de 1492, con el desembarco europeo en la isla de La Española (hoy Haití y República Dominicana) y en el continente algo más tarde. Aquellas expediciones introdujeron en el continente americano enfermedades que arrasaron con la población nativa y debilitaron la agricultura de tal manera que, incluso, enfriaron el clima planetario. Trajeron epidemias tales como el sarampión, la viruela, la gripe, la peste bubónica, con consecuencias devastadoras para las poblaciones originarias.
Junto a ese flagelo los invasores desarrollaron guerras de dominación que contribuyeron a “vaciar” el continente de hombres y mujeres. Como los indios “se acababan”, trajeron mano de obra esclava de África para trabajar en los campos (págs.7 y 8).
Los nuevos estudios arrojan una cifra espeluznante: a comienzos del siglo XVII el número de fallecidos alcanzó los 56 millones, es decir, el 90% de la población precolombina y alrededor del 10% de la población mundial de la época: esto convierte al etnocidio directo e indirecto de los pueblos del continente en el segundo evento más mortífero de la historia de la humanidad en relación con la población mundial, tan solo superado por la llamada “Segunda Guerra Mundial” que elevó la suma a unos 80 millones de muertos.
A esos atropellos, se ofrecen resistencias. Oesterheld dice que América, “Nuestra América” al decir de José Martí y Francisco Miranda, es rebeldía, victoria, lucha, y destaca en un capítulo específico la rebelión de Tupac Amaru contra la dominación española, contra los abusos de los impuestos a los indios, contra el maltrato hacia las poblaciones nativas. Por encarnar esa lucha, Tupac Amaru fue descuartizado. Estas luchas por la liberación en el pasado son relevantes para el historietista, quien las presenta como un ejemplo para la liberación nacional del presente. Es tan así que El Eternauta, una ficción, alude a las resistencias de los pueblos originarios frente al conquistador.
Entre España e Inglaterra
Otro concepto interesante que acuña, relevante dentro del pensamiento nacional, es el de “semicolonia”. A juicio de Oesterheld, hasta 1810 cuando se produce la Revolución de Mayo, la del Río de La Plata era una colonia declarada y, a partir de esa fecha, pasó a ser una “colonia disimulada”; utiliza conceptos sin ningún tipo de velos. Después, la dominación cambia de manos: de España a Inglaterra. Desarrolla tres capítulos específicos de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, en los que describe cómo el “pueblo en armas” resistió contra tropas invasoras profesionales y mucho mejor pertrechadas. Es un tema que también menciona en El Eternauta.
El autor de esos “450 años de guerra” cuestiona el revisionismo que sostiene que el 25 de mayo de 1810 se alcanzó una “patria independiente”; considera que en realidad se cambió de amo, que constituyó un tránsito de colonia declarada de España a ser una colonia disimulada de Inglaterra, la cual pasó a dominar la situación no con sus generales sino a través de los comerciantes y el contrabando.
Escribe un capítulo sobre la Revolución de Mayo en el que critica con dureza a Mariano Moreno como jefe de la Primera Junta al considerarlo “agente inglés”. Esa afirmación genera la reacción de Norberto Galasso, uno de los pensadores nacionales más importantes de la izquierda nacional; a la redacción de El Descamisado llega una carta suya en la que cuestiona la “injusticia” que se comete con el redactor del Plan de Operaciones, una propuesta que, a su juicio, fue “olvidado” a propósito por Bartolomé Mitre. El historiador remarca que “el Plan” propiciaba la expropiación de las minas, las nacionalizaciones y estatizaciones, las restricciones a las importaciones poniendo barreras arancelarias, entre otras medidas acordes a un nacionalismo revolucionario (p. 33).
El semanario “acepta” que con Mariano Moreno se les fue la mano, pero señala tres cuestiones importantes: ante todo, que se trata de una historieta, un género literario que puede permitirse algunos deslices; el segundo punto expresa que Moreno es ensalzado tanto por liberales como por la izquierda reformista y, por último, defiende su opinión acerca de que “mientras Moreno veía la realidad a través de Europa, los contractualistas y Rousseau”, los orilleros no sabían nada ni de las ideas europeas, ni de Rousseau y el Contrato Social.
La discusión, fructífera, que se dio en ese entonces puede analizarse a través de la explicación de Rodolfo Puiggrós en Historia de los Partidos Políticos Argentinos, donde señala que la Revolución de Mayo no puede ser explicada solamente por las ideas de la Revolución Francesa y los hechos de la Revolución Industrial, sino que la estructura interna de nuestra región (como el otorgamiento de derechos a los pueblos originarios) habilitó que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad coincidieran con los ideales de los revolucionarios de Mayo. De este modo, Puiggrós hace una defensa de Mariano Moreno y de sus ideas contractualistas y sintetiza visiones divergentes.
De Rivadavia a Artigas y Rosas
Oesterheld también dedica capítulos a Bernardino Rivadavia, primer Intendente del puerto considerado por la historiografía mitrista como “primer Presidente”. Sostiene que es el verdadero agente nativo de los ingleses, una afirmación con la que coinciden los pensadores nacionales.
Con un diálogo sencillo y didáctico, el guionista expresa los daños que causa el imperialismo inglés y los efectos negativos que produce en nuestra región y en nuestros pueblos:
- ¿Qué pasa madre? ¿Por qué no teje? ¡No me dirá que se cansó!
- No, hijito… ¡Es que no tenemos más pedidos! Buenos Aires no compra ya más nada… ¡No sé de qué vamos a vivir! (p.39).
Es una pincelada dramática de la forma en que las mercancías provenientes de Londres, a bajo costo, destruían la producción de las industrias locales y hambreaba a quienes las elaboraban.
Rivadavia fue el primer negociador de una “deuda externa”2 a través del empréstito con la Casa Baring Brothers de Londres, una operación impuesta como requisito explícito y formal para que el Reino Unido de Gran Bretaña reconociese la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Ese endeudamiento implicó una subordinación a ultranza. También fue el padre de la Ley de Enfiteusis que, en la práctica, implicó la entrega de tierras públicas a sus partidarios dando nacimiento a las oligarquías portuarias.
Otra figura, de signo antagónico, que destaca Oesterheld a través de distintos capítulos de su historieta es José Gervasio Artigas, uno de los padres de la Patria Grande, la Gran Nación Americana y de la reforma agraria, impulsor del reparto de tierras públicas expropiadas a los españoles y a los “malos americanos” para entregárselas gratuitamente a los negros, a los zambos, a los indios, a los criollos pobres de manera que los infelices fueran los más favorecidos (p. 52).
El líder federal de la Banda Oriental, considerado “padre de los pobres”, defendió un programa de contenido revolucionario que incluía la declaración inmediata de la independencia, sanción de una constitución republicana, libertad civil y religiosa, igualdad de todos los ciudadanos, gobierno central con férreo respeto por las autonomías provinciales y el establecimiento de una capital que estuviese fuera de los intereses portuarios de Buenos Aires.
Juan Manuel de Rosas, ninguneado y menospreciado por la historia oficial, también logró instalarse en el relato de la historia de “Latinoamérica y el Imperialismo”. Aparece la “ley de Aduanas” de 1835 que castiga con impuestos a las mercaderías que llegan desde Inglaterra, gracias a la cual se defienden las industrias y las artesanías de las provincias. Con entusiasmo y espíritu crítico expresa que “¡Recién a los 25 años de la Independencia y gracias a Rosas, Buenos Aires se acuerda de los trece ranchos, las provincias! Gracias a esta ley vuelven a trabajar a lo largo y a lo ancho del país, los telares, los trapiches, las talabarterías, los astilleros…” (p. 75).
La figura de Rosas será complejizada al interior del pensamiento nacional y latinoamericano; sin embargo hay consenso acerca de la resistencia que hizo el Restaurador con el pueblo rioplatense en torno al bloqueo imperialista anglofrancés.
Manuel Dorrego, Martín Miguel de Güemes y Facundo Quiroga son otras de las figuras cuyas acciones “saben a pueblo”, y que se ganan un lugar en la obra.
El 8 de abril de 1974 el semanario El Descamisado es clausurado por el decreto 1100/74 sancionado por el ministro del Interior Benito Llambí, argumentando que la revista “promovía un caos conceptual e ideológico mediante la deformación de la realidad y la destrucción de las instituciones políticas y sociales”. Quedaría entonces trunca la idea original de Oesterheld de cubrir 450 años de historia hasta llegar al siglo XX.
A modo de cierre: los y las Oesterheld, el héroe colectivo por el que militaron
Después de ser censuradas sus ideas, como las de tantas y tantos otros, vendrán su detención, su desaparición, como las de 30.000 compañeres. El contrapunto de las historietas de Germán con los hechos históricos del pasado y del presente obligan a denunciar el accionar de las dictaduras, argentina y latinoamericanas, para impedir la liberación nacional y social de los países de la región. La obra impresionante que desarrolló en formato de historieta expresa el ideal de toda una generación decidida a cambiar una realidad injusta y desigual por otra igualitaria, con independencia económica, soberanía política y unidad continental. Su militancia montonera muestra además la coherencia entre su pensamiento y su práctica concreta en esos intentos de transformación.
Las detenciones y desapariciones del historietista, sus cuatro hijas, tres yernos y dos posibles nietos nacidos en cautiverio, expresan de modo irrefutable la práctica genocida por parte del terrorismo de Estado en la Argentina, que diezmó a toda una familia como hecho ejemplificador. Unas de sus biógrafas, Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami, lo explican con claridad: no se trató de aniquilar a Oesterheld sino a “las” y “los” Oesterheld en plural, a ese héroe colectivo por el que militaron él, su familia y toda una generación.
“A veces la historia de un país descarga toda su violencia contra toda una familia”; y, también, contra toda una generación.
Bibliografía utilizada y consultada:
Baschetti, Roberto (2007) Hombres y mujeres del peronismo revolucionario vol. 2 La memoria de los de abajo. De la Campana. La Plata.
Calloni, Stella (2007) Los años del lobo. Operación Cóndor. Kissinger, Pinochet, Stroessner, Banzer, Suárez Mason, Massera. Buenos Aires. Editorial Continente.
Da Silva Catela, Ludmila (2001) No habrá más flores en la tumba del pasado. La experiencia de la reconstrucción del mundo de los desaparecidos. Ediciones Al Margen. La Plata.
Jaramillo, Ana (Dir.). (2016). Atlas Histórico de América Latina y el Caribe. Aportes para la descolonización pedagógica y cultural, Remedios de Escalada: EDUNLA.
Nicolini, Fernanda y Beltrami, Alicia (2016) Los Oesterheld. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
Oesterheld, Héctor Germán y Solano López, Francisco (2004) El Eternauta. Diario Clarín. Buenos Aires.
Oesterheld, Héctor Germán y Breccia & Breccia (2011) Che. Doedytores. Buenos Aires.
Oesterheld, Héctor German y Durañona, Leopoldo (1973, 1974, 2020) Latinoamérica y el imperialismo. 450 años de guerra. Doedytores. Buenos Aires.
Puiggrós, Rodolfo (1986) Historia crítica de los partidos políticos argentinos Tomos I, II y III. Editorial Hyspamérica. Buenos Aires.
Notas
1 Algunos Centros Clandestinos de Detención fueron transformados en Museos de Memoria y el día de la inauguración muches hijes pudieron dejarles flores a sus mapadres.
2 Se suponía que el préstamo Baring Brothers estaba destinado a realizar obras tales como el mejoramiento del puerto y la ampliación de la infraestructura sanitaria. Algunos afirman que en realidad endeudarnos fue el «precio de nuestra libertad» para que Inglaterra reconociera nuestra independencia: forma extraña de comenzar la historia de un país libre. En rigor, el empréstito fue de 1.000.000 de libras (moneda inglesa). Pero por comisiones a quienes fueron a negociar el préstamo (entre ellos Manuel García, amigo personal de Rivadavia), gastos, impuestos, etc. solo nos correspondía recibir 552.700 (casi la mitad). Para peor, este dinero… ¡tampoco llegó! Solo se tiene registro del ingreso de 160.678 libras. ¿Qué pasó con las 412.700 sobrantes? Un misterio más de nuestra historia. Finalmente, el préstamo se termina de pagar casi cien años después por un total de 5.000.000 de libras (cuatro veces más que el monto que habían otorgado). Además de un hecho de corrupción, una verdadera estafa.
- Socióloga, docente del seminario de Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Universidad Nacional de Lanús, Argentina. Colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)