Hipocresía: la gente no viene al baile, ¡va a la huelga!

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Rivera Westerberg.

Cuatro diputados chilenos rompieron con la costumbre de concertar y se plegaron nomás a la huelga de hambre que, ya por 60 días, mantienen 32 weichafes en las prisiones donde los confinaron. Los parlamentarios son:  Manuel Monsalve (PS), Sergio Aguiló (PS), Tucapel Jiménez (PPD) y Hugo Gutiérrez (PC). El mundillo social-político chileno se escandalizó.

A las pocas horas de conocida la  determinación diputadicia llovieron, como era de esperar, las críticas de sus colegas parlamentarios; algunos la estimaron una locura, otros una payasada. Sólo el presidente del Partido Socialista tuvo la osadía de solidarizarse con "los cuatro". Dijo Andrade:

“Respaldamos la decisión que tomaron. Me he informado que han hecho una visita a los comuneros, se encontraron con una situación que está virtualmente al límite y decidieron solidarizar activamente con los presos, asumiendo una conducta similar a la de ellos. No tengo otra alternativa desde mi convicción que respaldarla activamente”.

Es curioso como se desenvuelven los asuntos éticos y políticos en una sociedad; los partidos de la Concertación en los que militan esos diputados —integrantes, además, de la Comisión de derechos humanos de la cámara— integraron, junto con la democracia cristiana, la coalición de gobernó Chile entre 1991 y marzo de este año de 2010. Mientras fueron poder en ejercicio del gobierno —y hubo huelgas de hambre entonces— llamaban con prudencia o destempladamente "al orden" a las comunidades mapuche.

Hoy claman porque se oiga a la nación mapuche, que se solucionen sus demandas, que se deshaga el nudo trágico que ata sus vidas a la miseria y al silencio cívico; ayer ¿qué hicieron? Entre 2007 y 2008 Chepa Troncoso cumplió 112 días sin comer. No fue la única que debió en esos días arriesgar la vida para obtener el derecho de un pueblo a vivir. La Concertación gozosa aplicó sin asco la ley antiterrorista.

No se pone en duda la honestidad personal de esos cuatro diputados, al contrario: se los aplaude por su valor; pero el valor que demuestran —demostrarán si no "se bajan"— no anula ni autoriza a olvidar lo que han sido, las políticas que avalaron o impulsaron y apoyaron.

Probablemente sus camaradas diputados discutirán ese plegarse a la huelga de hambre en torno a una mesa bien servida; donde discutirán también los platos del banquete que les ofrecerán cuando sienten cabeza y regresen al redil.

Lo cierto es que el submundo político no ha mostrado jamás en la historia de Chile ni la capacidad para comprender la cultura mapuche —ni de los pobres en general— ni voluntad para poner al país sobre sus pies; quizá el gobierno de la Unidad Popular se hubiera rendido a la realidad del sur —se dieron algunos pasos en tal sentido—, pero sabemos en qué noche terminó esa alborada.

Mientras, el Ejecutivo envió al senado hoy jueves al filo de las 18 un proyecto de reforma a la ley antiterrorista de la dictadura… Todo debe cambiar para que todo siga igual.

Chile se fundó en un charco de sangre; se está licuando para celebrar los 200 años…

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