Honduras: el problema de la emigración

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Honduras pierde una guerra cada día, traducida en la emigración de su población más joven, sin discriminación de sexo, que se va en pos del sueño americano, afectando la integración familiar y el desarrollo del país.

Lo anterior lo expuso la economista Armida López de Mazier en la conferencia Migración, Género y Fuerza de Trabajo, en el marco de la XVI Semana Científica, realizada en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

No hay estadísticas exactas sobre la emigración, pero en el año 2.000 se registraron más de 217.000 hondureños de ambos sexos, el doble de los censados en 1990, dijo la experta, quien labora en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UNAH. Podríamos decir que una de las principales causas de la emigración de los jóvenes hondureños hacia los Estados Unidos es la falta de trabajo, pero cobra importancia por la captación de remesas en dólares, aseveró López de Mazier.

López de Mazier se preguntó ¿cuánto pierde Honduras? «Claro que es más valiosa nuestra gente que los dólares, si bien el dinero nos está sirviendo, pero también deberíamos de generar empleo para que nuestros compatriotas no se vayan, pero no se ve preocupación por remediar la situación».

López de Mazier expresó que tampoco se valora la fuga de capital humano, que es una fuga de capacidades, y no se generan incentivos de fuentes de trabajo para detener el éxodo. A partir de 1998, año en que el huracán Mich causó daños de gran magnitud en el país, y Estados Unidos ofreció el Estatus de Protección Temporal (TPS) a los hondureños que ingresaron antes de ese año, se estimuló la emigración, la que se mantiene en constante crecimiento, afirmó.

Dólares o futuro

La conferencista destacó que el problema agudo es determinar el costo/beneficio, -cuánto ganamos, cuánto perdemos- para que tomemos conciencia de lo grave que es la situación y busquemos también solución, porque llegará el momento en que ya no llegarán este tipo de remesas.

Se está yendo la población; familias enteras se han ido, las generaciones posteriores a la actual no enviarán dólares por no sentirse ligados familiarmente a los que fueron sus ancestros, por eso «tenemos que girar otras iniciativas de desarrollo del país» y no depender de algo que hoy es y que mañana es inseguro, dijo López de Mazier.

La expositora enfatizó en el costo social para el país que es altísimo, porque afecta el bienestar emocional de los niños y adolescentes, repercute en la desintegración familiar, en la calidad de vida de los adultos mayores que quedan a cargo de la familia, en la fuerza de trabajo de las comunidades receptoras de remesas, pérdida de vidas en el trayecto, mutilaciones, encarcelamientos, deportaciones, desapariciones, y prostitución.

«De manera particular afecta a las mujeres que son las que quedan al frente de la familia, el compañero forma otra familia, las abuelas a cargo de los niños, son más vulnerables en el trayecto, se van sufriendo sin poder aceptar la separación de sus hijos», resaltó López de Mazier.

Las remesas familiares se han convertido en la primera fuente de divisas, desplazando al café desde 1998 y a la maquila desde 2002.

1998 – 230 millones de lempiras. 410 millones dos años después. En 2003 los envíos totalizaron más de 860 millones. Es una cara del problema. La otra son las deportaciones. Sólo desde EEUU y México fueron deportados 39.011 hondureños en el decenio 1992-2002. Según datos de 2004, se registran 66 fallecimientos, 25 casos de mutilación, 74 heridos y 520 desaparecidos.

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El artículo puede encontrarse en: www.del-sur.org/SecReal/realidad.php?id=r3690.txt

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