Impresoras: la voracidad, el engaño y las verdades

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Derecho al grano. El primer punto es que compraste una máquina en cuotas que te costó, digamos, 100 veces su valor …y no te diste cuenta ddel «pequeño» sobreprecio.

Por ejemplo una Lexmark Z365 o alguna de esas que cuestan alrededor de US$ 35 con un cartucho, u otra de unos US$ 55 con dos cartuchos. Cada cartucho vale en promedio US$ 30, el de color, y unos US$ 26,50 el negro. Es el comienzo de tu vía crucis por el Gólgota financiero y tecnológico.

Qué hacer con la información El manual de la máquina te informa que imprime cerca de las 1.000 hojas por cartucho, pero no te indica que lo hace en baja calidad, lo que denomina «draft» (borrador). Porque si imprimes en calidad «normal», tendrás entre 150 y 200 hojas por cartucho. Pregúntate qué compraste.

Y piensa, además, que imprimir cada hoja te cuesta unos US$ 0,003, el mismo precio que en un negocio. Así que durante la vida útil de la impresora (más o menos tres años) la vas a pagar varias veces.

¿No crees?

Anota: el valor de cualquier maquina es igual al valor de dos cartuchos. Esto es válido para todas las impresoras de uso común. Ejemplo: una Optra E 210 Láser cuesta unos US$ 230, cada cartucho US$ 113. ¿Entendiste?

fotoEs como comprar un Mercedez Benz en US$ 1.000, pero con la condición de utilizar sólo combustible provisto por Mercedes Benz, que te lo venderá a US$ 500 el litro. La campaña contra el reciclado tiene un fundamento: mucha plata.

La nueva Epson es el mejor ejemplo. Cada cartucho «DuraBrite» cuesta unos nueve dólares, pero nunca te dirán que no imprime mas de 50/60 hojas y que generalmente se gastan todos al mismo tiempo, puesto que el color rojo, por ejemplo, se forma con cian (azul) magenta (fuxia) y amarillo. En realidad imprimir 50 a 60 hojas te costará unos US$ 40. Toda una oferta. Abre los ojos.

Los compatibles Compré -te dices- un cartucho HP (15 /45 / 23/ 78 / 35/ 41) o un Lexmar compatible. Te engañaron.

No hay compatibles: son cartuchos recuperados de la basura y vueltos a cargar.

Los mismos por los que, envueltos en una elegante cajita, deberás pagar entre 15 y 20 dólares cada uno.

El láser compatible Te engañaron. No hay compatibles de ningún láser. Son los que se acabaron vueltos a cargar. Los limpian un poco, los recargan los ponen también en una linda cajita y te lo venden, eso sí, un tercio mas barato que el original.

No hay compatibles láser porque es una tecnología muy cara: unos 60 millones de dólares, y ni para los chinos es negocio. Tampoco olvides que las impresoras cambian rápidamente para evitar que se interesen en ella.

Los Epson compatibles andan bien Tal vez, pero sólo para imprimir en calidad alta o media. En baja (draft) lo hacen con rayas. Pero hay algo peor: no te dijeron que perdiste la garantía de tu impresora, puesto que Epson no acepta cartuchos compatibles.

La peor de las noticias es que al tercer cartucho de aquellos vas a tener que llevar la impresora al taller: la tinta de los compatibles, cuando no es de buena calidad, termina tapando los cabezales.

En realidad lo mejor es reciclar los originales por alguien que sepa: quedan como nuevos. Lo único complejo es encontrar ese «alguien que sepa» (y que además utilice tintas de buena calidad).

Los cartuchos recargados duran menos ¿Lo has escuchado, verdad? Bueno, no es cierto -a menos que en la recarga te los dejen a medio llenar-. En los HP, como son trasparentes se ve la tinta.

En el caso de las impresoras Epson la cosa es diferente. El contador de la maquina sólo calcula el número de hojas que se imprimen, no la humedad -líquido- que contiene el cartucho. Tampoco le importa si es reciclado nuevo o lo que fuere.

El cartucho arruinó la impresora Esta es la frase típica del encargado del taller, que el neófito repite hasta con fruición. En realidad lo más dañino que puede ocurrir es que el cartucho manche la maquina, algo sin duda desagradable, pero no la arruina.

En una Epson puede suceder -si la tinta es de mala calidad, cosa frecuente por otra parte- que se tape la impresora. En estos casos la mejor solución, impracticable por razones obvias, sería asesinar al vendedor de cartuchos compatibles.

Te compro el cartucho Las calles están llenas de pequeños letreros por medio de los cuales un señor -que no pierde plata- ofrece dos o tres dólares por cartucho usado.

El negocio es redondo, porque volverás a su tienda -que es justamente por eso que te lo compra- y te lo volverás a llevar. Claro, pagando ahora entre US$ 15 y 20, como «nuevo compatible». Eso sí: en una cajita.

El truco de la HP «Compré un cartucho nuevo para mi Hewlett-Packard y no me duró nada». La queja se repite al ritmo del gasto. Sucede que el incauto no sabe que HP vende distintos tipos de cartuchos. Aquellos marcados con las letras «N»o «D» tienen media carga o un tercio de carga.

Sólo los que traen una A en la etiqueta vienen con carga completa. Las multinacionales no engañan. Es uno el ignorante.

Es decir, hermano… No te dejes estafar: al final de cualquier cuenta el reciclado es útil y bueno. Pero antes de reciclar tus cartuchos vacíos averigua qué seriedad y qué respaldo tiene quien lo hace.
Debe ser in trabajo garantizado -¡no en Corea, Taiwán o dónde sea, sino en la ciudad en la que vives!-. Tienes que tener la seguridad de que si fallan te devolverán tu dinero. Recuerda también que los cartuchos no son eternos.

Un consejo extra: los cartuchos originales no los hagas recargar ni gratis por cualquier Pepe Jeringa. Ni los tipos ni la tinta son necesariamente confiables, aunque el local sea luminoso y no se le vean los colmillos cuando te sonría para tomar tu dinero.

Por si no has pasado por la amarga experiencia, ten en cuenta que si algo sale mal no tendrás nada que hacer -«no se aceptan reclamos»-. O sí: iniciar el trillado camino de caminarlos todos para llegar, otra vez, al cartucho original. Lo bueno es que cuando se te agote ya sabrás qué hacer… A menos que todo esto para entonces se te haya olvidado.

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Nota
Los precios señalados son estimativos, promediados a partir de los vigentes en la ciudad de Buenos Aires en octubre/noviembre de 2004.  

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