Infancia amenazada: Morir por falta de agua en el planeta azul

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Taiana González *

En los países en desarrollo, las condiciones mínimas en la calidad del agua no se satisfacen y no hay un correcto tratamiento residual. Unos 2.600 millones de personas -casi la mitad de la población mundial- carecen de acceso al agua potable. Y son los niños las principales victimas, porque corren el riesgo de contraer enfermedades infecciosas, transmitidas por el agua. Por el alarmante porcentaje de personas que padecen esta falta de regulación sanitaria, el 2008 ha sido declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el Año Internacional del Saneamiento Ambiental.
Para asegurar las necesidades básicas, los seres humanos necesitan consumir de 20 a 50 litros de agua potabilizada todos los días. No disponer de agua salubre y suficiente para la higiene personal, lleva a que el 88 por ciento de los niños, menores de 5 años, muera anualmente por enfermedades diarreicas, según datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
 
El agua cubre el 70,8 por ciento de la superficie terrestre, pero menos del 1 por ciento del agua dulce del mundo está disponible para el consumo. Si bien desde 1990 a la fecha, aumentó el número de personas con acceso al agua potable, aún hay 425 millones de niños que no pueden beber de fuentes mejoradas. Una de cada seis personas, se ven obligadas a recurrir al uso de fuentes de abastecimiento de agua potencialmente nocivas. Esto significa que para tomar agua, deben hacerlo de pozos excavados a mano, de ríos, lagos o arroyos no protegidos, poniendo en riesgo la salud y la vida.
 
Los países de América Latina son algunos de los más afectados por este problema. En el continente 125 millones de personas viven sin alcantarillado, sólo el 14 por ciento de las aguas residuales son tratadas, y el 40 por ciento de los residuos sólidos no son dispuestos adecuadamente, provocando la contaminación de la tierra y el agua.
 
En Brasil sólo el 47 por ciento de la población cuenta con las condiciones de saneamiento, según el Instituto Trata Brasil, una organización no gubernamental que trabaja para mejorar el saneamiento ambiental de ese país.
 
La insuficiencia de agua apta para el consumo y la falta de higiene tienen efectos perjudiciales, sobre todo en los más pequeños que son el sector más vulnerable de toda sociedad. En América Latina las enfermedades diarreicas son la segunda causa de mortalidad infantil. Los países más afectados son: Nicaragua, Honduras, Bolivia y México, ya que allí se registran las tasas más altas de natalidad.
 
Cuando se habla de saneamiento, se hace referencia al conjunto de técnicas y elementos destinados a fomentar las condiciones higiénicas de un lugar. Comprende el manejo sanitario del agua potable, las aguas residuales y excretas, los residuos sólidos y el comportamiento higiénico.
 
Las políticas de saneamiento tienen por finalidad reducir los riesgos para la salud y prevenir la contaminación, para así promover el mejoramiento de condiciones de vida urbana y rural.
 
Sin embargo, a nivel mundial dos de cada cinco personas no tienen acceso a instalaciones aptas de saneamiento. La tercera parte de las personas que carecen de acceso al agua potable en el mundo viven en África subsahariana.
 
En América Latina y el Caribe, se calcula que dentro de los 510 millones de habitantes de la región, unos 56 millones no tienen acceso a agua limpia; mientras que otros 132 millones carecen de servicios de saneamiento adecuados, sobre todo por falta de agua corriente.
 
En el continente, casi la mitad de los pobres extremos son niños menores de 12 años. Estas criaturas que nacen en hogares humildes tienen negados los derechos humanos más elementales: alimentación adecuada, salud y educación.
 
Es triste imaginar que de 120 millones de niños que nacen cada año en el llamado mundo subdesarrollado, la mitad lo hace en hogares sin instalaciones de saneamiento apropiadas y la quinta parte carece de fuentes de agua potable en sus casas.
 
Datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), revelan que 60 millones de niños latinoamericanos no acceden al agua potable en su vivienda. En África subsahariana, el 42 por ciento de la población no tiene acceso a agua potable y sólo el 36 por ciento tiene servicios de eliminación de excretas. La cifra de niños africanos que viven en esa situación precaria de saneamiento asciende a 54 millones.
 
Esta situación no hace otra cosa más que violar el artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que a la vez se reproduce en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual señala que la infancia tiene derecho a disfrutar de las mejores condiciones de salud.
 
Entre las medidas necesarias para garantizar este derecho, se incluyen luchar contra las enfermedades y la desnutrición -mediante- un suministro adecuado de alimentos nutritivos y de agua potable limpia.
 
La celebración del Año Internacional del Saneamiento intenta crear conciencia de la importancia que tiene la conquista del séptimo Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), que busca reducir a la mitad -para 2015- la proporción de personas que carecen de acceso al agua potable y al saneamiento ambiental básico.
 
Se espera además, que la cuestión de la higiene ambiental tome un lugar destacado en los foros mundiales, que se instale el tema ante los dirigentes políticos, la sociedad civil, los medios de comunicación y la población del mundo en general.
 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, advierten que si la situación no mejora, medio millón de personas seguirán sin acceso a los servicios sanitarios básicos y 800 millones de personas continuarán bebiendo agua no potable para el 2015.
 
En su informe, estas dos agencias de la ONU calculan que con una inversión anual de 11.300 millones de dólares -de los cuales, más del 80 por ciento iría destinado a África y Asia-, se reduciría a la mitad el número de personas que no dispone de saneamiento. Hay que resaltar que si se mantuviera esta inversión durante 2 décadas, todos los habitantes del mundo dispondrían de esta asistencia fundamental.
 
Este tipo de medidas -para mejorar las condiciones sanitarias y ambientales- contribuirían al desarrollo económico y social de los países afectados. Una investigación realizada por UNICEF demuestra que por cada dólar invertido en saneamiento, se puede ahorrar un promedio de 12 dólares en costos de salud, educación y desarrollo económico.
 
Las enfermedades infecciosas, particularmente las diarreicas son la causa más importante de retraso en el crecimiento de los niños. Se calcula que cada menor de 5 años, en un país en vías de desarrollo sufre un promedio de tres episodios de diarrea al año.
 
El agua potable y el saneamiento, son requisitos fundamentales para mejorar la nutrición y reducir la mortalidad infantil. Pero existe un problema para nada menor: según la ONU, un litro de agua contaminada ensucia 8 litros de agua fresca, por lo tanto, la contaminación hídrica a nivel mundial ronda los 12.000 kilómetros cúbicos por año.
 
Al no haber sistemas de saneamiento ambiental correctos, los desechos no pueden ser canalizados a lugares donde no contaminen. Dado que al mezclarse con el agua para el consumo o para el riego, se van contaminando los alimentos.
 
En ese sentido, mejorar el saneamiento reduciría el cólera, la diarrea, la neumonía y la desnutrición.
 
A todo esto, es importante mencionar que una de cada diez personas que no tiene acceso a servicios adecuados de saneamiento, en el sector urbano, vive en América Latina. Se calcula, que alrededor de 4.000 niños y niñas mueren cada día, por enfermedades crónicas debido a las malas condiciones del agua.
 
La falta de agua potable, también trae consecuencias en la educación infantil. La escuela es un espacio fundamental clave para el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento de cualquier niño. En la escuela transcurre parte importante de la infancia y la adolescencia, por eso se necesita un entorno saludable.
 
La falta de baños limpios, separados y privados, es una de las razones por la cual los niños, y especialmente las niñas -en etapa de pubertad-, pierden días de escuela o la abandonan. De esta manera, se oprimen otros derechos fundamentales para el desarrollo de la niñez, como: la educación y el juego.
 
Han transcurrido 19 años desde que cada nación del mundo firmó la Convención de los Derechos del Niño, sin embargo, la mitad de los niños y adolescentes siguen siendo privados de su infancia.
 
Las políticas económicas y sociales, aplicadas por la mayoría de los Estados (187 de los 193) no priorizan en el derecho, a la integridad que tienen los niños por su condición de personas en desarrollo, vulnerables a todo tipo de riesgo personal y social.
 
Ante esta situación desoladora, los gobiernos tienen la obligación de financiar proyectos que mejoren la calidad de vida de las personas y sobre todo de los niños. Se estima que el 63 por ciento de todas las muertes de niños menores de 5 años se pueden prevenir. Por lo tanto destinar fondos al saneamiento ambiental no es un gasto, es una inversión.
 
Para alcanzar las Metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio en América Latina y el Caribe se requiere una inversión de 788 millones de dólares. Invertir en agua, saneamiento e higiene es invertir en el desarrollo de las poblaciones que más lo necesitan. Es dinero bien empleado, considerando los grandes beneficios que se obtendrían, ya que habría una reducción en los brotes de enfermedades, y como consecuencia, disminuirían las muertes infantiles.
 
Vivir sin agua es tan difícil como vivir sin aire. El agua es sinónimo de vida, como la infancia debiera serlo de futuro. Pero si los gobiernos no protegen el desarrollo de los niños, es imposible pensar un futuro que los tenga a ellos como protagonistas. Hoy en día, se está violando el artículo 13 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que establece que las personas menores de 18 años deben ser atendidas por sus Estados con la más alta prioridad.
 
Cabe recordar, una vez más, que los niños son el pilar fundamental para el mañana.
 
* Alumna del Seminario “Periodismo en Escenarios Políticos Latinoamericanos”, Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP

 

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