Italia: Los diez sabios impresentables de Napolitano
La clase dirigente, la generación, el sexo masculino que han llevado a Italia al desastre, ¿deberían salvarla? Este revoltijo de partidocracia y de componendas, todos hombres, ancianos, riquísimos, ¿sería lo mejor que se puede esperar para decidir qué es lo más urgente que hay que hacer por el país? ¿Debería salvarlo la clase dirigente que en los últimos 40 años destruyó el país?
¿Pueden ser sabios los degolladores de la Liga Norte que permitieron la muerte de 5.000 emigrantes que descansan en el fondo del Mediterráneo? ¿Serían sabios los que votaron que Ruby era sobrina de Mubarak? ¿Serían sabios los que trataron de legitimar a los torturadores de la república fascista llamándolos “muchachos de Saló”? ¿A quién representan los diez sabios de Napolitano? ¿Al sector privado, los bancos, la patronal, la gran finanza que se lucra de la destrucción, los trabajadores precarizados, la nomenclatura de la partidocracia?
¡Ni mujeres, ni jóvenes, ni sociedad civil, ni cultura, ni investigación, ni derechos, ni malestar! Es evidente que estos diez sabios no representan al país real pero están llamados, en un momento en el cual asoma el derrumbe del régimen, a avalar a los poderes que representan por encima y por fuera del juego democrático. ¿Cuál es el proyecto existente detrás de esta carta (aparentemente) desesperada que juega el Presidente Napolitano?
¿Nació ayer una república de los mejores, que prescinde del voto popular? ¿ Es legítima o es un golpe la prórroga de hecho del gobierno Monti? Los italianos, que el 24 y el 25 de febrero disentían de todo, se pusieron de acuerdo en una sola cosa: la tecnocracia neoliberal de Mario Monti es despreciada por todo el pueblo. Continuar imponiéndola sobre la base de una cultura de la emergencia en cuyo nombre se han impuesto todas las soluciones execrables, constituye un golpe de mano. Mucha mayor legitimidad tendría un gobierno de Bersani, rechazado sin embargo por el Congreso, para conducir al país a nuevas elecciones.
El gobierno Monti no representa al país real, no representan al país sus diez presuntas propuestas. Si algún proyecto se vislumbra es que D’Alema y Berlusconi pretenden que pasen desapercibidos otros cinco años mientras esperan que el «Fenómeno Grillo» se desvanezca. Si esta operación tiene éxito dentro de cinco años los italianos estarán peor que antes. Tal vez reasegurarán las finanzas el BCE, los mercados que podrán seguir mermándonos poco a poco día a día. Si no lo logran, nos derrumbaremos de golpe y el Estado, la Nación misma habrá perdido toda legitimidad. Y entonces ya no valdrá Europa, que se ha convertido en un hoja de parra. Todo lo peor será posible. Pero el desplome no será como el de Argentina o Grecia, será Weimar.
Mientras tanto, lo que está claro es que el invento de Napolitano
bloquea el funcionamiento democrático de la legislatura. Su deber, si Bersani no logra formar gobierno, es encargárselo a Berlusconi (o a alguien de los suyos) y luego a Grillo (o a alguien de los suyos). Si no se siguen esos intentos, y no pudiendo disolverse las cámaras, se bloquea el curso natural de los acontecimientos y se impide instrumentar soluciones que, evidentemente, están tratando de evitar a cualquier precio los dueños del país para quienes este listado de sabios constituye un conjunto, bien pagado, para despachar esos asuntos.
Está a la vista de todos que Italia podría proponer diez, cien, mil sabios de mayor nivel que los señalados por Napolitano pero que si se han elegido estos es porque en realidad cada uno de ellos garantiza a un poder. Garantes de los poderes fuertes, de los grandes intereses, de una generación y un sexo, el masculino, que ha humillado y violado al país. Garantes de la fase terminal de nuestra democracia que nació en 1945 de la Resistencia y que está agonizante por lo menos desde el secuestro de Aldo Moro y en coma desde que apareció Silvio Berlusconi.
Tampoco se entiende, mientras tanto, quién trabaja para quién. Beppe Grillo, ¿trabaja para el rey de Prusia, incapaz de comprender que está malgastando una oportunidad, una “Golden share” que no se repetirá para barrer la peor clase dirigente de Europa encargándole formar gobierno a Bersani y obligándolo a encarar algunas partes importantes de su propio programa? ¿Trabaja para el rey de Prusia esa parte del centro izquierda que se muere de ganas de echar a Bersani y transar con Berlusconi a cualquier precio, interesado tan solo en otro giro de vals, para mantener privilegios y empujar al peor de todos como garantía de sus negocios?
O ¿trabaja para el rey de Prusia Napolitano empujando a otros millones italianos a los brazos de Grillo o de cualquier otro flautista mágico que surja para indicar de que el rey está desnudo? Algunos se creen que bastará un Renzi para salvarnos. Si no se desinfla cuando se vote de nuevo, el movimiento Cinco Estrellas o algo aún peor (los Amaneceres Dorados griegos deberían darnos escalofríos), arrasarán con todo. La política, esta política, ha perdido toda legitimidad y el caos está a la vuelta de la esquina.
¿Quieren la guerra civil?