Italia, proceso a torturador chileno: las mentiras del obispo y del gendarme

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Nicolò Aldobrandini.*

Curiosa la “memoria selectiva” del obispo emérito de Temuco, Bernardino Piñera, que con sus 95 años a cuestas no tuvo empacho en realizar el largo e incómodo viaje desde Santiago a Roma para declarar a favor de su amigo, el ex fiscal de Temuco cuando la dictadura, Aldolfo Podlech, (a quien negó haber conocido antes, pese a las evidencias que demuestran lo contrario), que está detenido en Roma desde julio de 2008.

A Podlech la justicia italiana acusa lo acusa de ser responsable del secuestro y posterior desaparición, del ex sacerdote y profesor de la Universidad Católica de Temuco, Omar Venturelli Leonelli, ya que en su calidad de fiscal en el momento del golpe de él dependía la (mala) suerte de los centenares de personas detenidas en la región de la Araucanía después del Golpe de Estado de 1973.

Numerosos “no recuerdo” o “no entiendo bien la pregunta” matizaron las declaraciones del tío de Sebastián Piñera que, sin embargo, admitió haber visitado al acusado en su oficina del Regimiento “Tucapel”, de Temuco, aunque agregó detalles que sí “recordaba” muy bien: era una oficina chiquita, dijo, que en un segundo momento, siempre en su imaginación, se transformó en “una especie de saloncito” hecho que dejaba claro, según el prelado que “el señor Podlech no tenía ningún cargo de importancia”.

También reconoció haber visto a Omar Venturelli una vez que salía del Regimiento Tucapel:

“Mientras me iba después de haber preguntado por algunas personas, de repente escucho una voz que me llama ‘padre, padre’, me doy vueltas y veo a Omar, a quien conocía porque yo mismo lo había ordenado sacerdote. Me dijo ‘por favor ayúdeme’, y fue lo único que alcanzó a decirme, porque vino un soldado con un fusil y me obligó a retirarme".

Ante una pregunta del fiscal Giancalo Capaldo, si posteriormente había podido hacer algo, respondió que no había podido (pero tampoco tratado) dadas las dificultades del momento. Y si su memoria hasta ese momento había sido fluida, esta flujo se interrumpió al preguntarle si algún familiar de Venturelli había tomado contacto con él: negó rotundamente.

¡Extraño caso de amnesia la del prelado! ya que no solamente habló por teléfono con la viuda de Omar Venturelli, Fresia Cea, en noviembre de 1974, cuando estaba refugiada en la Embajada italiana en Santiago, sino que asimismo le escribió una carta, siempre a la representación diplomática en la que le decía que no había nada que hacer, que Omar había muerto, que ella era joven y que tenía que rehacer su vida.

La amnesia continuó en relación con la hija del desaparecido, Paz Venturelli, quien en 1993, en su primer viaje a Chile desde el exilio (tenía pocos meses cuando partió con su madre a Italia) se encontró con el obispo Piñera, que vivía en Santiago, circunstancia que el testigo negó, trincherándose tras un lacónico “No recuerdo”.

Si bien las declaraciones del prelado pecaron contra el Octavo Mandamiento que señala expresamente “no rendir falso testimonio ni mentir” (y un religioso que incluso ocupó altos cargos en la Conferencia Episcopal chilena no solamente tiene que conocerlo, sino acatarlo), su testimonio no causó gran efecto en la Corte.

Méndez, el gendarme

Diverso podría haber sido en el caso de las evidentes mentiras del segundo testigo, el gendarme Enrique Méndez, sujeto que se ocupaba de “la estadística” (para usar su propio lenguaje) de la cárcel de Temuco, es decir era el encargado de anotar quien entraba y quien salía del recinto carcelario.

Con un lenguaje arcaico y servil al dirigirse a los jueces que lo interrogaban hizo gala de una estupenda memoria a la hora de relatar la mañana del 4 de octubre de 1973, cuando, según sus declaraciones había registrado “alrededor del mediodía” la excarcelación de Omar Venturelli, relatando una historia conmovedora (si hubiese sido cierta):

“Me acuerdo que estaba contentísimo, que sonreía y se sobaba las manos. Estaba muy alegre porque iba a ver a su hija Pacita, así me dijo Venturelli, al que yo había visto solo una vez antes con sotana”.

La verdad es que ese día se pierde el rastro de Omar Venturelli.

“No puede haber sido dejado libre a esa hora, alrededor de las 12”, comentaba al salir de los Tribunales italianos la viuda del desaparecido, Fresia Cea: “Yo había huido con mi hija Paz a Santiago la noche anterior y mi hermana, junto con mi nana, como todos los días le llevaba ropa limpia y comida a Omar, pero ese día cuando entró a la cárcel le dijeron que había sido puesto en libertad”.

“Además hay otro hecho concreto”, agrega la viuda, fuerte y entera a pesar de su cáncer terminal y sus tres operaciones. “A esa hora, es decir a mediodía, siempre se encontraban ahí los familiares de los presos políticos, porque como era hora de visita de los comunes, estos nos traían mensajes de nuestros familiares, entonces hubieran visto a los que quedaban libres”.

También Méndez, como el prelado Piñera demostró lagunas de memoria en algunas circunstancias, mientras en otras describió los hechos con lujo de detalles. Por ejemplo, se acordaba sí de Omar Venturelli, pero de ningún otro preso y tampoco que en sus registros hubiese quedado establecido que había gente que salía y no volvía a entrar. En realidad “recordó” uno de estos casos, pero “desgraciadamente honorable usía no me acuerdo del nombre, no ve que era tanta gente”, respondió.

Solamente había oido hablar vagamente de un grupo denominado “Patria y Libertad”, pero “solamente lo que decían los diarios, porque eso pasaba en Santiago”, olvidando que Alfonso Podlech el mismo día del golpe llegó a rescatar al grupo de terroristas de esa organización que estaban presos en el mismo recinto donde Méndez con tanto escrúpulo anotaba las “entradas y salidas de la población”.

Sin embargo los jueces se dieron cuenta de sus artimañas y es difícil que tomen en consideración gran parte de sus declaraciones. Esta circunstancia quedó demostrada por el interrogatorio del juez “a latere” Luciano Pugliese, ya que la “prodigiosa memoria” del testigo en lo que se refería al caso Venturelli hacía agua cuando se le pedían dilucidaciones sobre otros detenidos del periodo.

El próximo 1º de diciembre seguirá el desfile de los testigos de la defensa del ex fiscal de Temuco, que según su defensor Nicola Caricaterra “está muy delicado de salud” por lo que solicitó una pericia médica, ya que hasta ahora tampoco le han servido los artificios legales con los que ha tratado de demostrar que Omar Venturelli Leonelli no era ciudadano italiano.

* Desde Roma.

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