João Pedro Stedile y el Movimiento de los Sin Tierra

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Luis Hernández Navarro*

En su interior se privilegia la educación política y formal de sus militantes, retomando las enseñanzas de pedagogos como Paulo Freire. Sus escuelas de cuadros son verdaderas universidades campesinas y sus convenios con instituciones educativas del Estado un ejemplo de cómo se puede avanzar en la transformación de la enseñanza. Desde ellas se promueve la elaboración de un nuevo pensamiento y una nueva praxis transformadora de la realidad. Reivindica la necesidad de elevar el nivel educativo de los campesinos para que sean ciudadanos, en todo el sentido de la palabra.

El MST otorga gran importancia al trabajo internacional. Desempeñó un papel central en el nacimiento de Vía Campesina. Sostiene una escuela técnica agroecológica en Venezuela. Apoya las luchas de liberación en diversas partes del mundo.

Ve con gran simpatía la lucha del EZLN en Chiapas, al que, entre otras cosas, le reconoce haber puesto en riesgo su vida para alcanzar su objetivo. Coincide con el zapatismo en el intento por crear un gran movimiento de masas capaz de transformar la realidad.

João Pedro es un dirigente excepcional, una especie de anfibio político, que lo mismo nada en las aguas populares, que en círculos académicos o entre quienes practican la política institucional. En todos los niveles es capaz de moverse sorprendentemente bien: lo mismo imparte una conferencia en una universidad que explica con gran sencillez la más compleja realidad a un grupo de campesinos, a los que defiende a muerte y no da tregua a sus adversarios políticos. Responde personalmente los mensajes que le llegan a su correo electrónico y con eficacia da entrevistas a los medios de comunicación en portugués y español.

Él, así como el movimiento en el que participa, se han negado a contar con representantes populares. Algo excepcional, dado que casi todo mundo quiere ser diputado o funcionario público a casi cualquier precio. “Ni la televisión ni los votos cambian la realidad”, afirma.

Una de las ideas-fuerza centrales es que la lucha por la reforma agraria sólo tenía futuro si se desarrollaba como una lucha de masas. Sin embargo, la lucha en el campo ha cambiado drásticamente su naturaleza. Frente a los cambios que se han operado en los agronegocios en los últimos 10 años, la cuestión agraria se quedó amortiguada. Los latifundistas se convirtieron en burguesía agraria y dejaron de producir para el mercado interno. Los dueños de estas empresas –muchas de ellas trasnacionales– son ahora sus enemigos principales. En esas circunstancias el movimiento campesino ha debido cambiar su estrategia.

Luchador incansable y tenaz, João Pedro Stédile representa a una clase de dirigentes sociales que casi no existe ya, pues fue absorbida por la política institucional o se retiró, decepcionada, a la vida privada.

Stédile sostiene que “Dios es campesino (y probablemente latinoamericano) y el maíz es nuestra moneda”. Su organización, el MST, es, con mucho, una de las más avanzadas políticamente de cuantas existen en América Latina. En los años recientes ha dado mucho de qué hablar. En los que vienen adquirirá una presencia aún mayor.

 

*Coordinador de opinión de La Jornada de México.

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