Joaquín García Monge. – INTRUSO EN CASA PROPIA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El maestro costarricense Joaquín García Monge fue, y sigue siendo, una figura polémica. El estudioso de su vida y obra, Fernando Herrera –publicado por Editorial UCR, 2007– nos presenta ahora una biografía donde lo retrata de cuerpo entero con todas sus luces y sombras.

Un justo equilibrio entre su vida pública y privada, entre su oficio de escritor, editor, educador, reformador, administrador, político, bibliotecario, polemista, luchador, consejero, grande difusor de cultura, y otras aristas de su amplio quehacer, es, al parecer, el objetivo que persigue Herrera.

Un retrato en familia pero con el negativo de su confinamiento y vilipendio por parte de las estructuras de poder.

En tan generoso texto destacan, según mi lectura, tres elementos. El primero es el enigma de cómo un escritor tan tempranamente exitoso (a sus 20 años ya había publicado dos novelas: El Moto e Hijas del Campo, y era reconocido fuera de Costa Rica) de repente abandone la escritura de ficciones para dedicarse al estudio, a la enseñanza y a la difusión de cultura.

No recuerdo un caso parecido en nuestra historia literaria. Uno se pregunta si, de haberse dedicado de lleno a la narrativa, no se hubiese encumbrado, ya no como el “fundador” de nuestra narrativa, sino como uno de nuestros mejores novelistas y cuentistas. Queda la pregunta girando sobre sí misma.

Lo cierto es que, retomando la enseñanza de uno de sus maestros, el cubano José Martí, don Joaquín comprendió muy tempranamente que lo que “se sabe y no se da se pierde y lo que se sabe y se da se gana” (apotegma que siempre nos repetía su discípulo y querido maestro, Luis Ferrero). Es decir, hizo suyo, hasta la muerte, el axioma Vivir para servir.

fotoEl segundo elemento se resume en la frase que una de sus discípulas de la Escuela Normal, Corina Rodríguez, expresara en el discurso de despedida frente a su féretro en 1958: “Te entendieron y te amaron más los extranjeros que los ticos”. Amarga y dura sentencia que aplica muy bien al caso de muchos de nuestros mejores intelectuales, escritores y artistas: Max Jiménez, Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, Paco Zúñiga, Alfredo Cardona Peña, Chavela Vargas, entre otros. De allí lo oportuno del título de la biografía que nos ocupa y la mala sombra que aún persigue su figura y su legado.

Y el tercer elemento es justamente la propuesta de la misma biografía: la recuperación del pensamiento y la obra del maestro. La publicación del texto en este año es más que acertada pues, en la presente coyuntura, su pensamiento y quehacer cobran una profunda actualidad. De allí el epígrafe visionario con que se abre la lectura:
“El problema imperialista en estos pueblos será no solo mayor sino más complejo, aunque ahora se nos venga encubierto de seda el tratado comercial y su singular y “simbólico” de nación más privilegiada” (1938).

La presencia de García Monge es inevitable. La radical conciencia que alcanza hoy el movimiento social de nuestro país, se debe, en mucho, a la acumulación de fuerzas políticas y culturales, entre ellas las que lanzaron los ácratas de principios de siglo veinte aglutinados en torno al internet de la época (como lo denominaba el maestro Ferrero): el Repertorio Americano (1919-1958), revista que aglutinara y distribuyera lo mejor de la producción intelectual de nuestro continente y España.

Es imprescindible entonces volver al pensamiento y la praxis de luchadores, reformadores y pensadores como Joaquín García Monge. Por eso la biografía de Fernando Herrero se torna ineludible. Se trata de describir la trayectoria de un hombre que dejó de escribir novelas para volcarse al servicio de su país y de “Nuestra América”, convirtiendo su vida, sin proponérselo, en una gran novela. Por eso la tentación literaria es grande.

Una sola mancha en el texto, que atenta contra la difusión del pensamiento garcíamongiano y que, de seguro responde a política editorial: ¿por qué tan caro (7.000 colones) si es un libro nacional?

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JOAQUÍN GARCÍA MONGE Y EL AMOR A LA LIBERTAD

En una edición de los autores, en 2003 se publicó el libro bilingüe de Cristóbal Montoya, Maritza Monge y Olman Bolaños, destinado a los escolares. Un esfuerzo que merece –merecería– la acción de las autoridades públicas para difundirlo.

“La escuela debe promover el aprendizaje para la vida, estimular la inventiva, promover el espíritu de empresa y sembrar, en cada niño, la confianza en sí mismo”. Así se expresaban don Joaquín García Monge y Roberto Brenes Mesén, dos intelectuales ácratas de principios del siglo XX, preocupados radicalmente por nuestra niñez y su educación.

Por esa razón, la publicación del libro bilingüe para colorear Joaquín García Monge y el amor a la libertad (edición de los autores, 2003), que he conocido gracias la gentileza y tenacidad de don Cristóbal Montoya y su señora esposa, viene a llenar un enorme vacío en nuestra educación escolar, de cara a la enorme gratitud que debemos a aquéllos intelectuales y escritores ácratas, especialmente a don “Joaco”.

Lo interesante del texto es que es bilingüe y está gratamente ilustrado y diseñado para colorear, de tal manera que podría servir como ejemplo para la enseñanza del idioma inglés (circular, además, en países de habla inglesa) y para que los niños interactúen con el mismo texto a la hora de su lectura.

No dejo de aplaudir tan hermosa empresa, a sabiendas de que el espíritu de sus autores está animado por el firme propósito de divulgar la obra y el pensamiento del intelectual más generoso del siglo XX costarricense: Joaquín García Monge.

Es de esperar que el Ministerio de Educación siga el ejemplo de los autores y al menos autorice su lectura en la primaria para que nuestra niñez, atosigada por la literatura comercial y su parafernalia audiovisual, pueda beber de la fuente de uno de nuestros más preclaros pensadores y hacedores de la cultura nacional.

Y ojalá lo reediten y lo distribuyan masivamente para enriquecimiento de nuestro patrimonio ideológico desde las bases del sistema educativo. Y que se encargue a los autores, como al parecer ellos lo pretenden, la recreación, en ese formato, de otros autores tales como el mismo Brenes Mesén, u otros héroes, intelectuales, políticos, artistas y escritores nacionales como Pablo Presbere, Juan Rafael “Juanito” Mora, Juan Santamaría, Omar Dengo, José María “Billo” Zeledón, Carmen Lyra, Max Jiménez, Monseñor Víctor Manuel Sanabria, José “Pepe” Figueres, Manuel Mora, Rafael Ángel Calderón Guardia, Yolanda Oreamuno, Eunice Odio, Jorge Debravo, etc.

Eso sería hacer patria desde la cultura pensando en la formación integral de nuestra niñez y juventud, desvelo permanente del maestro García Monge y de los grandes reformadores del siglo XX.

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* Escritor.
cazadelpoeta@hotmail.com.

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