Juan Guaidó perdió a su “canciller: la lucha por el poder y el dinero usurpado
El publicitado gobierno interino de Juan Guaidó, la estructura institucional paralela que creó Estados Unidos para tratar de derrocar al presidente constitucional Nicolás Maduro en Venezuela, comienza a resquebrajarse desde dentro, tras el anuncio de Julio Borges, su “canciller”, de abandonar esa estrategia, que se ha convertido, dijo, más en un problema que en una solución.
Es más, pidió la desaparición total del gobierno interino (que no gobierna sino que con ayuda de Washington se apodera de los recursos del estado venezolano en el exterior): “No hay ruta, no hay unidad y no hay estrategia”, dijo Borges durante el anuncio de su renuncia. Su retiro del equipo de Guaidó deja a la oposición más debilitada, tras la reciente derrota en las elecciones para gobernadores y alcaldes.
La estrategia ideada por Washington se debilita con la salida de Borges. Guaidó lleva tres años en el cargo simbólico de “presidente interino”, sin que desde hace dos se hayan producido avances y sus apetencias están puestas en las elecciones presidenciales de 2024, aunque para eso todavía queda mucho tiempo, otros tres largos años.
Varias corrientes opositoras creen que el tiempo de Guaidó se ha acabado y el antichavismo necesita recomponerse para presentar una alternativa sólida.
Obviamente, los objetivos del interinato made in USA no se han cumplido. Guaidó logró un inmenso respaldo internacional en 2019, que sumado a las protestas en el interior del país intentaron poner en jaque a Maduro, incluyendo tentativas de golpes de Estado e invasión de mercenarios. El chavismo, sin embargo, resistió. Tres años después, la lucha se ha desinflado y Maduro parece atornillado en el poder, a pesar de la inestabilidad económica y social del país.
El diario El Universal señala que Guaidó ha vivido con nerviosismo el estancamiento de su lucha y eso se le ha notado hasta físicamente: su rostro se ha llenado de acné, como se puede comprobar en sus últimas apariciones públicas. Las propias elecciones regionales del 21 de noviembre, con la participación de la oposición por primera vez en cinco años, fue también una forma de que otros opositores cuestionaran su liderazgo.
Borges pegó fuerte
“Hemos perdido el apoyo internacional”, lamentó Borges, “porque ha habido contradicciones, errores y eso ha hecho que el mundo haya puesto el caso venezolano en la nevera”. A su modo de ver, hay que reconstruir la oposición para que el antichavismo gane legitimidad dentro y fuera de Venezuela.
“El Gobierno interino era un instrumento para salir de la dictadura, pero en este momento se ha deformado hasta convertirse en una especie de fin en sí mismo, manejado por una casta que existe allí. Se ha burocratizado y ya no cumple con su función. Tiene que desaparecer”, dijo un rotundo Borges.
Borges criticó, además, los hechos de corrupción del gobierno interino. Subrayó que el interinato debía funcionar sólo para ocuparse de los activos de Venezuela en el exterior, como el refinador Citgo en Estados Unidos, que son manejados por juntas nombradas por la oposición, pero que la parte política debía restructurarse.
Se quejó de que ahora mismo lo integren 1.600 funcionarios y que se hayan producido escándalos en el manejo de los activos en el exterior, como en el caso de Monómeros, una empresa con sede en Barranquilla controlada por la oposición. Aseguró que ese dinero lo gestiona el entorno de Guaidó.
“El manejo de activos es un escándalo. Hay que crear un fideicomiso para que haya transparencia. No hay rendición de cuentas, los activos se utilizan para fines personales”, denunció, dejando en claro que el problema más que político es de manejo de los fondos.
Borges admitió que la oposición ha ido de error en error en los últimos años. La operación Gedeón, una incursión de mercenarios en la costa venezolana en 2020 para capturar a Maduro, fue “una payasada”. Dijo que le preocupa que Guaidó mencione que será presidente interino hasta que Maduro abandone la presidencia. “Eso es convertirse en parte del problema”, criticó.
Respecto a las elecciones, considera que se ha perdido “una oportunidad de oro” para presentar una fuerza interna sólida. Señaló que el informe de la UE, que reconoce mejoras en la organización de las elecciones respecto a ocasiones anteriores, es importante y que desde ese punto se puedan reorganizar los adversarios al régimen. El objetivo de presentarse a estos comicios era levantar de nuevo en territorio nacional, no en Miami ni en Madrid, una alternativa palpable al chavismo.
El Gobierno de Maduro cuenta con el lastre de las sanciones internacionales, que estrechan mucho su margen de maniobra, aunque por ahora ha logrado resistir. “Si no tenemos la grandeza de dar los pasos para hacer una reforma radical de la oposición estaremos perdiendo el tiempo”, zanjó Borges.
Borges es miembro del partido Primero Justicia, uno de los cuatro grandes grupos congregados en la oposición, y parte de la coalición que ha apoyado a Guaidó. “Hemos perdido legitimidad y apoyo internacional, porque ha habido demasiadas contradicciones, demasiados errores y escándalos, y eso ha hecho que el mundo haya puesto el caso venezolano en el refrigerador”, remarcó.
La propuesta de Borges busca un cambio de ruta en la oposición, pulverizada por profundas fracturas que fueron evidentes en las elecciones regionales del 21 de noviembre por sus divisiones internas y sus tardíos acuerdos para alianzas: de 23 gubernaturas en disputa consiguieron el triunfo en tres, una menos que en las elecciones de 2017.
*Periodista venezolana, analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)