Kilómetro cero y plástico cero, dos caras de la misma moneda

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Los microplásticos son ingeridos por muchas especies y su impacto en lugares como las costas y los ríos es preocupante. Están presentes también en el agua del grifo o en la sal de mesa. Los autores del texto reflexionan sobre las soluciones. Para el grupo de personas que firmamos este artículo 2, reflexionar sobre la problemática del plástico ha sido una constante desde el año 2008.

Lo que no ha sido una constante es la forma de percibir y entender el problema: esta ha ido variando, no solo porque en los últimos años se ha ido ampliando el conocimiento científico hasta dimensiones inimaginables, sino porque el plástico, todo su ciclo y comportamiento, resulta un buen ejemplo de lo que es un sistema dinámico y complejo. Macro y microplásticos no terminan en sí mismos, pasan a formar parte del inextricable ciclo de la Biosfera, con conocidas y desconocidas consecuencias.

Cuando las islas de Lanzarote y Menorca fueron declaradas Reservas de la Biosfera por la UNESCO en el año 1993, el plástico estaba presente sin ser un problema visible para la sociedad. No había referencias científicas sobre la polución por microplásticos, y fue en el año 2004 cuando se publicó el primer artículo 3; se publicaron dos en 2007, pasando a ser cuatro en el año 2009.

Para que hacerse una idea de la progresión en producción científica, en lo que va de año, 2019, se han publicado más de mil artículos. A ello hay que añadir libros, artículos en periódicos y revistas no especializadas, así como un sinfín de noticias en medios de comunicación y redes sociales. Podemos decir que el problema, por fin, se ha hecho visible. De manera ejemplar ha contribuido la comunidad científica, pero también los colectivos sociales y ecologistas. Un extraordinario ejemplo ha sido el trabajo de síntesis de Ecologistas en Acción 4.

Plásticos y microplásticos están presentes en playas y ríos.

Hoy sabemos que los microplásticos son ingeridos por un elevado número de especies, que existe alta concentración de microplástico en los lodos de las estaciones depuradoras, aparecen en el agua del grifo, en la sal de mesa, transgrediendo todos los límites del planeta. En 15 años hemos pasado de descubrir su existencia en zonas costeras, a conocer su impacto en el conjunto del océano, identificar los ríos como vectores de transporte fundamentales y darnos cuenta que la atmósfera aparece afectada por esta polución; y que impacta de forma inequívoca la salud humana 5.

«Los microplásticos son ingeridos por un elevado número de especies, existe una alta concentración en los lodos de las depuradoras, en el agua del grifo y en la sal, entre otros«

Independientemente de la contundencia de dichos datos científicos acumulados —tomemos como ejemplo las más de 400 comunicaciones en la conferencia MICRO 2018 6— nos inquietan algunas cuestiones que trascienden lo visible. Muy pocos artículos prestan atención al sistema de valores subyacente al esfuerzo de investigación y acción.

La gran mayoría se centra en los elementos causales o salientes, dicho de otra forma: la atención está concentrada en el “cómo funcionan los procesos” y en “a qué proceso le prestamos atención”, y no en aspectos normativos, como el conjunto de valores que condicionan un comportamiento social que implica una producción y consumo desbocados. Es en la producción sin límites que encontramos el origen de la polución por plásticos.

Y si hablamos del comportamiento empresarial y humano es necesario reflexionar sobre el artificioso modo de vida que hemos ido adoptando sin apenas darnos cuenta, participando de forma inconsciente en estrategias comerciales de consumo que responden a cada vez mayores intereses industriales situados a mucha distancia de donde vivimos o se acumula la basura y los impactos de la polución por plástico.

p Un par de piqueros enmascarados caminan entre toda clase de basura que llega a la isla, como la botella que se muestra a la derecha.

Cambiar el comportamiento a nivel individual y colectivo aparece como vía preferente de esfuerzos a realizar en los próximos años, a la par que es intrínsecamente imprescindible aumentar el compromiso político, y aún más la responsabilidad y honestidad industrial.

El pasado 11 de octubre el senado francés pidió una segunda votación para poder retirar la ley que prohibía los plásticos de un solo uso; una ocasión desperdiciada, porque sabemos que el diseño industrial actual ni siquiera garantiza la separación y reciclaje de los componentes: la mayoría de los desechos plásticos se acumulan en el ambiente y una fracción importante es incinerada. Resulta imposible lograr un reciclaje adecuado ante la pluralidad de envases en infinidad de formatos, polímeros y aditivos químicos mezclados, que se mueven en el mercado con el principal objetivo de aumentar el beneficio de productores y distribuidores.

Microplásticos en la playa de Famara, Teguise, Lanzarote.

También sabemos que la gran cantidad de basura que llega a nuestras costas es un inquietante síntoma de la crisis sistémica a la que nos conduce la absurda cultura de ‘usar y tirar’, las prisas a la hora de consumir y la concentración de los beneficios industriales privados en detrimento de los bienes comunes.

Esta última reflexión nos lleva a las enseñanzas de Elinor Ostrom, premio Nobel de Economía en 2009, año siguiente del hundimiento de la entidad financiera Lehman Brothers. En “El Gobierno de los Bienes Comunes” 7,

Ostrom expone cómo las necesidades básicas pueden ser cubiertas en el ámbito local, sin obligado papel de empresas privadas ni sujetarse a economías centralizadas, sino mediante acuerdos comunitarios, ajustados y adaptados a lo largo de los siglos, para acceder al agua, la leña, la pesca o los pastos comunales.

Acuerdos gestionados por instituciones locales no reconocidas, invisibles para la corriente económica principal. Que hay fórmulas que resultan eficientes y resilientes, y muy distintas a los paradigmas económicos que dominaron el siglo XX y siguen dominando.

Plástico principio activo

Hoy, el plástico se ha convertido en el principio activo para convencernos de que el alimento más higiénico es el que viene envasado en plástico transparente, que el agua embotellada es de mejor calidad que la del grifo; hasta el punto de ver con normalidad que en el restaurante nos sirvan y cobren agua embotellada por una empresa cuando existe la alternativa de la jarra de agua del grifo.

Resultado de imagen para delivery de comida en bicicletaEn este mundo inteligente lleno de estupideces, el problema no es únicamente la contaminación generada, ni la calidad del abastecimiento actual, ni la entrega a domicilio de comida preparada con la consecuente pérdida del pequeño comercio, sino también la rotura de las relaciones de interdependencia comunitaria local, incluso para lo más básico y diario como son el agua y los alimentos. 

El 70 % de los productos que comemos están procesados, envasados 8. Y un factor clave inadvertido es la distancia creada entre donde brota el agua o se genera el alimento, y quienes los consumimos. Ni siquiera importa dónde o cómo se envasó, confiamos en la normativa alimentaria, pero ya no sabemos el nombre de quien vive al lado, y se abandonan los cultivos cercanos, o malvive quien cultiva o cría cerca de nosotros. Este modo de vida contribuye a desfigurar el espacio público compartido, aumentando nuestra desconexión con los alimentos, su origen, las variedades locales, las temporadas, los productores, la cocina y la cultura. Podemos decir que el plástico como vector contaminante también es un vector del proceso de desvertebración social.

Insensatamente, persistimos en un modelo que aumenta la injusticia social, sin querer aceptar que formamos parte de la trama de la vida cuya complejidad nos es en gran parte desconocida e imprevisible 9. A pesar de acumular evidencias sobre lo nefasto del uso de plástico, su producción y consecuente consumo siguen aumentando: desde nuestros primeros esfuerzos en 2008 se ha producido tanto plástico como en el periodo 1950-2008 10.

Abordar las causas y factores subyacentes, aumentando el compromiso ciudadano y sobre todo el político y el empresarial, será determinante si queremos resultados. Para ello es imprescindible reencontrarnos a través de nuestras relaciones humanas y materiales, implicarnos en procesos de revertebración social: Kilómetro cero y Plástico Cero, dos caras de la misma moneda.

Notas:

(1) Plástico Cero surge en las Reservas de la Biosfera, como observatorios del cambio global y laboratorios de sostenibilidad, a partir del proceso colaborativo iniciado entre la red de investigadores Marine Sciences of Society y la Reserva de la Biosfera de Lanzarote en 2008 y extendido a la Red Mundial de Reservas de Biosfera Islas y Zonas Costeras durante el encuentro anual celebrado en Menorca en el año 2018.

(2) Thompson, R. C., Olsen, Y., Mitchell, R. P., Davis, A., Rowland, S. J., John, A. W., … & Russell, A. E. (2004). Lost at sea: where is all the plastic? Science, 304(5672), 838-838.

(3) https://www.ecologistasenaccion.org/7363

(4) Baken, K. A., Lambrechts, N., Remy, S., Mustieles, V., Rodríguez-Carrillo, A., Neophytou, C. M., … & Schoeters, G. (2019). A strategy to validate a selection of human effect biomarkers using adverse outcome pathways: Proof of concept for phthalates and reproductive effects. Environmental research, 175, 235-256

(5) MICRO 2018: https://micro2018.sciencesconf.org/

(6) Versión resumida en “Cuadernos de Apoyo Mutuo” nº 2; ‘El gobierno y uso de los bienes comunes, según Elinor Ostrom’, Paco Puche, Ediciones del Genal, 2015. Versión completa disponible en KRK Ediciones: ‘Comprender la diversidad institucional’, 2013

(7) Viaje al centro de la alimentación que nos enferma. VSF Justicia Alimentaria Global, 2016: https://justiciaalimentaria.org/sites/default/files/campaign/informe_dameveneno.pdf

(8) Seminario Conciencia de octubre de 2018: http://www.lanzarotebiosfera.org/conciencia

(9) V. Aritmética, Población y Energía, por ejemplo el texto en: http://www.unizar.es/departamentos/filologia_inglesa/garciala/publicaciones/aritmeticabartlett.html  y vídeo en https://vimeo.com/18214331

Autores: Quino Miguélez López, Ana Carrasco Martín de Lanzarote Reserva Biosfera para la Red Mundial de Islas y Costas Reservas de la Biosfera; Bethany Jorgensen: Civic Ecology Laboratory de la Cornell University para Marine Sciences For Society, Eva Cardona Pons: Menorca Reserva Biosfera para la Red Mundial de Islas y Costas Reservas de la Biosfera y Juan Baztán: CEARC-UVSQ de la Université Paris-Saclay para Marine Sciences for Society.

Más información: zero.plastic@islandbiosphere.org

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