Kintto Lucas: Cuatro textos de «Enrique Lucas y una pregunta para Pessoa»:

1.730

EL VIEJO

Cuando se murió nuestro viejo con 47 años, Enrique tenía trece y yo iba a cumplir los dos, Joaquín estaba con once, Omar tenía nueve y Daniel seis. Médico jugado por la gente en aquel pueblo de Constitución de fines de los 50 y comienzo de los 60, golpeado por la pobreza de caña de azúcar y cañeros, o “peludos” como les decían, hizo de la medicina una forma de lucha social. Hombre libre, reivindicaba la ética en la construcción de un mundo mejor, del templo social. Batllista de ley, ateo, masón, gran tipo. Me hubiese gustado conocerlo…

Creo que Enrique tampoco lo pudo conocer bien, creo que recién estaba empezando a conocerlo, y a todos nos quedó, de distintas formas, una laguna por no haberlo conocido.Resultado de imagen para pueblo de constitucion uruguay

En Punta Carretas, durante una conversa con Sendic, él le comentó que por el 59 cuando pasó por Constitución para organizar la Unión de Regadores y Destajistas de El Espinillar (URDE), papá le dio las primeras armas para defenderse y defender los trabajadores que empezaban a sindicalizarse. El viejo se había solidarizado con la Asamblea de creación que se hizo en el cine Constitución y cuando estalló la huelga en enero del 60, rechazó la militarización de El Espinillar y la persecución a los trabajadores y se solidarizó con ellos.

A Sendic lo sorprendió su amabilidad y su pensamiento, su reivindicación del batllismo y del socialismo. Y se sorprendió más, cuando siendo dirigente batllista, le dio las armas y le dijo que tanto él como los compañeros que estaban formando el sindicato necesitaban tener medios de defensa ante las reacciones que ya se estaban dando desde los patrones y desde los terratenientes, y que podían ser peores.

Con las palabras de Raúl, el sorprendido fue Enrique. Aunque no tanto, porque recordaba la reivindicación de la lucha sindical de los “peludos” que hacía papá. Y recordaba también su admiración por el proceso revolucionario cubano, la colección de Revistas Bohemia relatando la Revolución paso a paso en el 59. ¿Dónde habrán quedado aquellas revistas? ¿En qué fuego?

Muchos años después que Enrique, también buscaré reencontrarme con la historia del viejo, que será una forma de reencontrarme un poco conmigo mismo. El poema Despedida, escrito en Montevideo en enero de 1947, es parte de un poemario dedicado a mi vieja, que dice mucho de la forma de ser de papá:

Si decir esto pudiera,
cuando ya me sienta ir,
no temería morir,
por mucho dolor que fuera…
Ya me voy de la vida,
no le debo nada a nadie,
estoy al día con todos.
Lo que tengo lo gané,
Lo que me deben olvido
Si amor me dieron amé.

Si me insultaron callé,
que contestar el insulto
es cobardía de necios.

Para los buenos fui bueno,
a los malos olvidé
Fui altivo con los soberbios
y con los simples humilde.
La envidia no me empañó,
a muchos desee igualar
y luché con buenas armas.

Si la calumnia me hirió,
reí y seguí adelante,
que la risa es a los viles,
lo que al diablo son los santos
(esto no es más que figura,
creyente no puedo ser,
que el Bien, con el Bien se gana
y no con rodillas y rezos).

Exigí lo que era mío,
lo que gané con mis obras.

Nunca mentí, no engañé,
ni tampoco permití
el halago inmerecido.

Fui hombre por lo que soy
y no por apariencia externa,
que la vida de prestado,
es como la luz de la luna,
hermosa… pero reflejo.
Hipócrita, no pude ser:
lo que pensé siempre dije
y quizás por tal motivo,
coseché muchos enojos.

Si reí, fue para todos,
cuando lloré nadie vio,
que las tristezas son nuestras
y los demás no quieren penas.
No supe ser “media tinta”
y en el sentir sentí entero
lo bueno como lo malo.

Viví como hombre íntegro
con toda el alma y el cuerpo:
sufrí, gocé, maldije;
hice bien, me hicieron mal
más la Verdad siempre dije,
sin rodeos, cara a cara
y de nada me arrepiento.

Sin curas, cruces ni rezos,
al irme ya, me confieso,
para mi propia conciencia.

Hago un alto en el camino,
miro adentro y veo que soy,
lo que un hombre debe ser:
Por su corazón: Amor
Por su espíritu: Belleza
Por su inteligencia: Luz
Ya en el último escalón
paz y dulzura tengo.

Nada temo, estoy sereno,
que si, por mi mal, fui bueno,
también, por malo, cobré.
Puedes, ya, muerte, venir,
no he de ser cual los demás,
que al verte avanzar voraz
gimen, tiemblan, ruegan, lloran,
y cobardes a un Dios imploran,
sin comprender que vivieron,
de vanidad e ilusiones:
llenos de cosas por fuera
y muy vacíos por dentro…

Las páginas del semanario Antorcha –La Luz de la Verdad–, de Constitución, del 20 de diciembre de 1956, acercan un homenaje al viejo y el reconocimiento del pueblo, luego de que algún dirigente político había tratado de desprestigiarlo. La crónica de Julio Rodríguez es un testimonio de ese sentimiento de gratitud hacia un médico comprometido con su gente. Titulada “El pueblo rodeó al Dr. Enrique Joaquín Lucas”, decía en una parte:

«Efectivamente eso fue lo que sucedió, de ahí que podamos afirmar: Constitución quiere a su médico y valora su fecunda obra. No nos bastemos con leer los discursos dichos en el acto: para quienes estuvimos allí, para quienes estuvimos siempre en contacto con su trabajo y lo hemos tratado no es difícil comprender aquella afirmación, difícil es en cambio para quien se propone reseñar estas cosas, llevar al lector que no estuvo allí toda la profundidad, todo el contenido de aquel acto. (…) Con todo, trataremos de hilvanar en esta nota, aunque sea los detalles más salientes de una demostración popular donde Constitución, su pueblo con el apoyo incondicional de sus autoridades, ha expresado soberanamente sus profundos sentimientos de afecto al amigo y de gratitud. (…) ¿Motivos especiales dieron lugar a estos actos? No interesa. El caso es que el Dr. Lucas necesitaba ser resarcido de la injusticia” (…)
El acto en sí se desarrolló a tono con la circunstancia y en el que si algo faltó fue precisamente, lo que estaría demás allí, pues no hubo en el mismo, más que palabras que muchas veces quedaban ahogadas por la emoción y otras que se humedecían con las lágrimas de muchas madres, hermanos u otros seres que viendo ante sí, al Dr. Lucas rodeado de su esposa, su madre y hermanos, no hallaban otra excepción que esa: las lágrimas. (…) Más de quinientas personas se hicieron presentes ante el llamado formulado por el Comité de Homenaje al Dr. Lucas.
También mencionaba las adhesiones de escuelas, sindicatos de trabajadores, clubes de fútbol, comisiones barriales, la seccional policial, familias y personas. Entre los regalos, tal vez el más importante fue “un aparato toma presión, que según los entendidos es la última palabra de la materia”, muy importante para la Policlínica de Constitución en una época de difíciles condiciones económicas.

Por su parte el presidente del Comité de Homenaje, Luis Pérez, al intervenir en el acto contó una anécdota que intentaba mostrar cómo era el viejo:

«Para el Dr. Lucas no existe hora de consulta, no existen distancias, no existen días de mal tiempo. Todos los días y todas las horas son hábiles para él. Quiero traer a colación un hecho que hace poco tiempo me enteré y es el siguiente: el Dr. Lucas fue llamado urgente de Palomas, llovía, el arroyo Palomas estaba crecido; pero para el Dr. Lucas no llovía y el arroyo no estaba crecido, para el solo había un enfermo, una vida que requería sus servicios, una vida que salvar. Y bien señores el Dr. Lucas tomó el taxi y se dirigió a Palomas, llegó Villa Constitución, el descenso del embalse “devolvió” por algunos días la visión del viejo puente sobre el arroyo Itapebíal arroyo y no pudo pasar el coche, con decisión envidiable dijo al conductor: no, no tiene importancia, consíganme un caballo y todo está solucionado. Así ocurrió, vino el caballo, y el Dr. Lucas, este hombre que lo tenemos a nuestro lado, este amigo que tenemos aquí, cruzó el arroyo crecido, con su valija con el instrumental necesario llego a su destino. Allí lo esperaba un enfermo, allí lo esperaba una familia ansiosa. El enfermo fue atendido, el médico había llegado. ¿Cómo había llegado? Eso lo sabía solo él y su corazón, ese corazón noble y generoso, abierto siempre a las buenas acciones. El pueblo de Constitución no se enteró de ese hecho, no se enteró porque su modestia no permitió que se divulgase. Por eso ahora pido perdón al Dr. Lucas por haber divulgado un episodio que tal vez él hubiese querido mantenerlo en la incógnita. Pero las obras buenas tienen que conocerse, y obras como estas tienen que tener el reconocimiento popular y que todos se enteren que tenemos un médico desinteresado y leal a su profesión, que la abrazó con todo su corazón, con todo amor en bien de la colectividad».

Para finalizar destacó la generosidad “del Dr. Lucas cuando, una y mil veces el paciente carece de recursos para la adquisición de los medicamentos necesarios, el Dr. Lucas los ha costeado de su propio peculio llevando así la tranquilidad a esos hogares sin recursos a los cuales les ha solucionado un problema, ha mejorado un enfermito, ha dejado alegre a una madre afligida, ha aliviado la pena de una familia indigente que solo con la presencia del médico y su filantropía, ha ganado mucho en tranquilidad”.

Finalmente, las palabras de papá describían su sentimiento:

«¿Cómo expresarles mi profundo agradecimiento por este acto que me emociona hasta las lágrimas? ¿Cómo decirles que esta demostración de afecto que se me brinda va más allá de mis merecimientos por muchos y bien ganados que ellos sean? Soy hombre de corazón y como tal vivo; lo que hago en este Pueblo, poco o mucho, grande o chico, lo hago por temperamento, sin darme cuenta casi de su valor. Quizá por esta razón y, aunque no me lo reproche mi conciencia, acepté sin muchas dudas este homenaje, cuya magnitud y espontaneidad aniquilan toda posible expresión verbal del sentimiento. Recién comprendo que he ganado algo y que no he vivido en vano, que como miembro de esta comunidad he sabido cumplir con la misión que el destino me deparó en suerte… y ello alegra mi corazón en los más íntimo, compromete mi gratitud por siempre. Y es un estímulo para seguir trabajando sin desmayos…

Cuando estas cosas ocurren en la vida de un hombre, es preciso tener la mente muy despejada y el ánimo muy tranquilo, para evitar que la sentida modestia se transforme bien pronto en inmodestia o aún mismo en petulancia, y yo soy muy modesto, sincera y profundamente modesto. Y soy además humilde: no me interesa ni tuve nunca en mi ánimo, el afán de figuración, por eso quiero tomar esta demostración grandísima de afecto y de reconocimiento público a mi humilde persona, en la justa medida de su magnitud, es decir, como simple culminación de una etapa en mi paso por la vida; si merezco el honor de otra jornada como esta, el tiempo y los hechos lo dirán.
Resultado de imagen para pueblo de constitucion uruguayTal como soy ahora, lo he sido siempre, y lo seguiré siendo: ninguna circunstancia, por dura que sea, y muy fuerte que me golpee, logrará desviarme del camino…
No me envanece la conquista de un título de médico ganado desde muy abajo; podría ser orgulloso y arrogante: me he abierto paso en la vida, desde la nada; podría en fin, creerme un ser superior, pero mi carácter no se prestó nunca para ello. Soy simplemente uno más en el conglomerado social que me rodea y desde el puesto de combate que me ha tocado en suerte, pongo todo mi esfuerzo para ser digno de la sociedad en que vivo… y no quedan muchos quijotes en el mundo. Yo tolero golpes e impertinencias, no por ser Quijote sino porque mi camino está trazado, y si no olvido la meta llegaré al fin dónde quiero. Tengo corazón para absorber las injusticias, me sobra voluntad para la lucha y paciencia para esperar… En este momento de emoción pura en el que culmina una etapa de mi vida, el corazón se regocija en lo más íntimo y es justicia recordar a quienes hicieron posible este triunfo, es decir, mis padres y mis hermanos todos, a mi madre a quien rindo en este momento homenaje de sentido amor filial; a mi hermano Juan, consejero y amigo, guía invalorable en esa etapa nebulosa de la vida en que se empieza a ser hombre responsable. Quiero que presentes y ausentes compartan conmigo este homenaje, para ellos un merecido premio a sus desvelos. No quiero olvidar tampoco a mis inmediatos colaboradores, Justicia Esmeralda De María, Ramona Solís, D. Ramón Roque Escobar, quienes comprenden mi esfuerzo y viven conmigo los problemas y dan de su capacidad, más de lo que es su estricto deber, para que yo pueda cumplir correctamente con la asistencia médica de este pueblo…
Y una palabra final para mi esposa, consejera y amiga, compañera silenciosa y resignada en este lucha a cuya devoción debo mucho, yo le digo: he aquí querida el premio a mis desvelos, juntos hemos batallado sin desmayos, juntos hemos compartido el acíbar de la injusticia, es justicia que recibamos juntos los laureles de este acto grandioso que prácticamente todo un pueblo nos brinda: el nos resarce con creces de algunos sinsabores pasados y reafirma nuestra confianza en el porvenir.
Pueblo de Constitución, Autoridades, Señores miembros del Comité Organizador de este acto, señoras y señores, amigos míos: desde el más recóndito secreto de mi ser moral y afectivo, en mi nombre y en el de mi esposa, en el nombre de todos cuantos han contribuido para que yo ganara este imborrable momento. Muchas gracias. Todos han sido muy buenos».

PUNTA CARRETAS

Resultado de imagen para punta carretas fugaPor aquellos días de 1971 yo tenía 8 años y casi nunca faltaba a la visita. Para mi era todo un rito: levantarme a las cinco de la mañana, tomar un ómnibus, llegar mucho antes de la hora, parar en el boliche ubicado frente a la entrada, tomarme un capuchino con bizcochos, que era una de las razones por las cuales no faltaba. Luego pasar por la caseta de revisación sin que me revisaran por ser gurí, llegar hasta el lugar donde estaban los detenidos, charlar, salir, pasar nuevamente por la caseta, llegar a la calle, caminar hacia la costa y sentir aquella sensación inexplicable que me producía el mar y su libertad, para luego volverme nuevamente hacia la mole con su encierro.

Cuando se reanudaron las visitas, volvió la rutina de cada sábado. Según la nueva orden, todos debíamos ser revisados. Los gurises chicos pasábamos por el mismo lado que las mujeres y a mí generalmente no me revisaban. ¿Para qué revisar a los niños?, decían las agentes. A las mujeres las hacían desnudar. Aprovechando la ventaja que significaba la «no revisación», sacaba información en pequeños papelitos que luego eran recogidos por alguien en un boliche. No tenía miedo. «Otros niños deben hacer lo mismo», pensaba. Y además ya tenía la coartada. «Si me agarran, la consigna es: no sé nada, me los pusieron, pero no recuerdo quien». Obviamente que si obtenían esos papelitos era muy posible que llegaran al autor. Por otra parte, al primero que irían sería a Enrique. Pero nunca pasó nada.

Cuando las visitas al Penal fueron nuevamente permitidas, una cerca de alambre hasta el techo separaba a presos de visitantes. Antes la separación consistía en una larga mesa, pero cierto día Raúl Bidegain recibió la visita de su hermano y cambiaron de lugar. El que estaba detenido salió libre como visitante y el visitante quedó dentro.

El sábado 4 de septiembre le llevamos a Enrique un par de botas que nos había pedido la semana anterior. La alegría era común en las visitas, los chistes, las bromas… Aquel día, el ambiente era más festivo. En la despedida aquel «hasta la semana que viene y buen fin de semana», tuvieron un énfasis poco común en los presos. Había un optimismo que se transmitía de adentro hacia afuera. Algo anunciaba.

A las 4 y 10 de la mañana del lunes 6 alguien llama a la Jefatura de Policía.
– Soy el propietario de una de las casas que están frente al Penal de Punta Carretas, por Ellauri. Se acaban de fugar como cien presos.
– No puede ser. Espere un momento que llamamos a la cárcel… Dicen en la cárcel que todo está normal.
– Pero señor hicieron un túnel que desemboca en mi casa. No le estoy mintiendo.
– Disculpe pero no moleste señor.
Minutos después de esa conversación el Director del Penal pasó con una linterna por las celdas.
– ¡No hay nadie!.
– ¡Acá tampoco!.

La bronca le saltaba. Los presos que se quedaron, miraban por las mirillas de sus celdas y se reían. «Ojalá les vaya bien», pensaban.
Los operativos de las Fuerzas Conjuntas se multiplicaron en toda la ciudad. En casa, me despierto apuntado por una ametralladora. El militar al ver que estaba tapado hasta la cabeza me quitó la frazada, no se dio cuenta que era un niño. Cuando me vio quedó un poco nervioso y bajó el arma. Creo que me asusté, pero no mucho, lo suficiente. Estaba bastante acostumbrado a que las fuerzas conjuntas allanaran la casa y se llevaran preso alguno de mis hermanos.

– Buscamos a Enrique Joaquín Lucas López.Resultado de imagen para punta carretas fuga
– Está preso en Punta Carretas, contestó mi Vieja.
– Se acaba de fugar.
– No sabíamos, ¿cómo fue?, preguntó un hermano.
– Se escaparon 30 presos.
Hubo cierto regocijo. Más allá de que Enrique hubiera escapado o no, era un golpe histórico al gobierno.
– ¿Usted como se llama?
– Joaquín Enrique Lucas
– ¿Me está tomando el pelo?
– Yo soy el que le sigue a Enrique… nos llamamos así.
– Me va a tener que acompañar.
– Espere, y cómo sé que ustedes no son del escuadrón de la muerte, retrucó Omar, mi otro hermano.
– No se preocupe, pero si usted quiere venir junto…
– No, dejá. Cuando se den cuenta que no soy Enrique me largan.
– Si no es, no va a tener problemas.

Joaquín y Omar se alegraron, aunque no sabían cómo había sido la fuga y si realmente Enrique se había escapado. En todo caso, el hecho era una buena noticia. Ahora si había una razón para el optimismo de la visita anterior. Antes de que se llevaran a Joaquín, mamá le puso sobre los hombros un abrigo largo de los que se usaban en esa época: “Lleve un sobretodo para que se proteja del frío mijito”. Pero él se lo sacó y devolvió diciéndole que no hacía frío. Omar se dio cuenta que algo tenía ese abrigo, entonces rápidamente lo agarró y dijo “mamá ese está muy viejo”. Finalmente le pasaron otro, si no en la celda no iba a aguantar el frío. Nadie entendió muy bien la escena del abrigo, pero estaba lleno de volantes del MLN.

Montevideo estaba sitiada por el ejército que desde aquel día tomaba el exclusivo combate a los tupamaros. Horas después llegó la noticia: «los presos evadidos son 106, quienes atravesaron la calle por un túnel construido durante un par de meses».

Enrique que había participado en la excavación y construcción del túnel, no se fugó. Se cambió de celda el día antes y dejó su lugar en la que daba hacia el túnel. No tenía un proceso judicial complicado y se manejaba que en unos meses podría salir desterrado a Chile.

El Abuso, la fuga, fue un duro golpe para el gobierno y las fuerzas represivas. Faltaban dos meses para las elecciones nacionales. Bili Rial que fuera testigo directo de la fuga relató a la prensa:
“Anoche a las 7 estaba solo en la casa cuando se presentó un hombre joven que tenía colgado un estetoscopio. Este, casi sonriendo me dijo ‘quédese tranquilo, soy tupamaro y venimos a tomar esta casa y la de enfrente…’. Entonces entraron varios, me colocaron en una habitación y posteriormente llevaron a mi madre (Dolores del Castillo de Rial, periodista de El Diario) y más tarde a mi novia… Dos vecinas que vinieron a mi casa mientras estaban los tupamaros, también fueron llevadas a la misma habitación (…). Un hecho casi gracioso ocurrió cuando hablé con la policía, a las 4 y 10 de la madrugada aproximadamente. Les comuniqué la fuga y no me creyeron… Desde la Jefatura de Policía me contestaron: ‘no puede ser. Un momento que llamamos a la cárcel’. Y luego agregó el funcionario: ‘dicen en la cárcel que todo está tranquilo’.”

Tras la fuga, el MLN-T liberó al embajador británico Geoffrey Jackson, que estuvo detenido ocho meses en La Cárcel del Pueblo, en perfectas condiciones. Meses antes, Enrique había participado en la detención del diplomático inglés.

A Joaquín lo soltaron luego de torturarlo y tenerlo algunos días detenido. Punta Carretas ya no ofrecía seguridad para el régimen. Por eso, se apuraron las obras para poner en funcionamiento el Penal de Punta de Rieles. Así, semanas después, junto a los pocos tupas considerados más «peligrosos» que quedaban, sería trasladado a la nueva cárcel.

En el prontuario de Enrique en la DNII, con fecha del 25 de noviembre dice que “El Poder Ejecutivo ordenó su “internación” en “Dependencia de la Región Militar Nro. 1 (Punta de Rieles)”.Resultado de imagen para enrique lucas fuga de punta carretas}
Para mi esa cárcel tenía el aspecto de los campos de concentración que había visto en las películas sobre la Segunda Guerra Mundial. Fue inaugurada por el gobierno de Pacheco Areco cuarenta y cinco días antes de las elecciones de 1971, para recluir a los tupamaros. Estaba ubicado a quince kilómetros del centro de Montevideo y según el Ministro del Interior de la época presentaba una infraestructura adecuada para parar con las fugas tupamaras.

Teníamos que tomar dos colectivos, luego caminar bastante y pasar tres revisaciones para llegar al lugar de la visita. Las celdas tenían una pequeña ventanita con rejas, desde donde los presos nos gritaban y hacían chistes cuando íbamos llegando.

El lugar de visitas era una pieza de unos cuatro metros de ancho por cinco de largo, media pared de bloques y una tela de alambre hasta el techo separaba a los visitantes de los presos. Entraban unas quince personas en cada grupo de visitantes. Enrique estaba en la misma celda que Gabriel Bidegain, hermano de Raúl, quien había quedado detenido luego del famoso “cambiazo”.

La campaña electoral entraba en su punto más alto. Muchos esperaban ese noviembre de elecciones con esperanza en el recién surgido Frente Amplio, nacido de un sueño de unidad de la izquierda uruguaya, que se concretó aquel 26 de Marzo. En diciembre del 1970 el MLN había hecho público su apoyo al Frente, enfatizando en el punto cinco de la proclama:

“Mantenemos nuestras diferencias de métodos con las organizaciones que forman el Frente y con la valoración táctica del evidente objetivo inmediato del mismo: las elecciones. Sin embargo, consideramos conveniente plantear nuestro apoyo al Frente Amplio. El hecho de que éste tenga por objetivo inmediato las elecciones, no nos hace olvidar que constituye un importante intento de unir a las fuerzas que luchan contra la oligarquía y el capital extranjero. El Frente puede constituir una corriente popular capaz de movilizar un importante sector de trabajadores en los meses próximos y después de las elecciones. Es, o puede ser un instrumento poderoso de movilización, de lucha por un programa nacional y popular, por la libertad de los presos políticos y sindicales, por la restitución de los despedidos, por el levantamiento total de las medidas de seguridad y de los decretos dictados bajo su amparo.Resultado de imagen para movimiento 26 de marzo frente amplio

Al apoyar al Frente Amplio entonces, lo hacemos en el entendido de que su tarea principal debe ser la movilización de las masas trabajadoras y de que su labor dentro de las mismas no empieza ni termina con las elecciones”.Si bien no era oficial, el Movimiento de Independientes 26 de Marzo, representaba al MLN dentro del Frente. El sueño de Intendencia era muy grande. Los Comité de Base alumbraban la vida de los barrios montevideanos y hacían un trabajo de inserción que era difícil en el interior. Durante la campaña en el Comité ubicado en Juan Paullier, cerca de la casa hubo varios actos, pero recuerdo uno que estuvo Daniel Viglietti, al que fuimos con Omar. La gente en coro cantando “la sangre de Tupac, la sangre de Amaru, la sangre que grita libérate hermano” todavía emociona. Cuando escucho esta canción, recuerdo aquel acto y recuerdo las visitas en Punta Carretas se escapa alguna lágrima, pero siempre vale la pena volverla a escuchar en el siguiente enlace de internet: https://www.youtube.com/watch?v=q4Y88T8JxFw

De alguna forma todo parecía llenarse de colores y, sin embargo la muerte se fue imponiendo. Fraude electoral, sueños robados, más detenciones, más torturas y la espera de un pueblo… Punta de Rieles iba aumentando su población ya que todos los presos políticos que el poder ejecutivo se negaba a dejar en libertad, incluso teniendo pronunciamiento judicial a favor, eran enviados hacia allí.

Tiempo después, cuando se inaugure el Penal de Libertad y los presos sean trasladados a esa cárcel, Punta de Rieles será convertida en prisión para las presas políticas. El tratamiento inhumano que sufrirán las mujeres en los años siguientes, ya entrada formalmente la dictadura, será condenado por diversos organismos defensores de los derechos humanos a nivel internacional.

Allí estará Enrique hasta marzo de 1972, cuando finalmente será deportado a Chile, donde pasará a integrar la dirección tupamara en el exterior. De los fugados, muchos volverán tiempo después a la cárcel y estarán presos más de 12 años, otros serán asesinados por el ejército un 14 de abril… Omar y Joaquín se irán a Chile, luego a Cuba dónde estarán años, hasta que uno regrese y el otro se marche mirando el mar del Caribe dieciséis años después, tal vez pensando que nunca pudimos conocer bien a nuestro viejo…
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LA DETENCIÓN

Resultado de imagen para punta carretas fuga¿Habrá patria para todos? Las frases queridas como las palabras queridas son, a veces, como animales viejos guarecidos en la memoria. La memoria es como un laberinto donde las palabras convocan fantasmas que se parecen mucho a los recuerdos. Los recuerdos son retazos en la memoria…

Al abrir la puerta, el comandante de la guardia metropolitana no podía imaginar que aquel muchacho rubio y de buena presencia, más parecido a un mormón que a un guerrillero, era integrante de un comando tupamaro. El revólver 38 chocó con el estómago del policía, quien, un poco sorprendido y un poco asustado, se vio obligado a dejarlos entrar.

– Solo queremos explicarle algunos temas.
– A las órdenes, aseguró el policía todavía con dudas.
No tenga miedo, nuestros enemigos no son ustedes, no son los policías. Nuestra lucha es por todos los oprimidos, y de cierto modo es también por ustedes, por el futuro de sus hijos…
– Pero ustedes matan inocentes.
– A veces nos podemos equivocar, pero no matamos inocentes. Nuestro enemigos son los ricos que los utilizan a ustedes para mantener sus privilegios. Cuando ustedes reprimen al pueblo, es para mantener la riqueza de ellos. La mayoría de ustedes son usados…
– No se equivoquen, muchos policías pensamos.
– Ojalá lo hagan y tomen conciencia de lo que hacen en nombre de los ricos, y de los poderes extranjeros. Mientras sigan reprimiendo y torturando obreros, deben cuidarse, porque la justicia popular tarde o temprano les llegará. Tenemos voluntad de dialogar, claro que si… Y lo hemos demostrado, no somos asesinos como nos quieren mostrar los medios de comunicación que defienden los intereses del gobierno de los ricos y de las empresas extranjeras. Para los dueños del país ustedes no son nadie, son simples servidores que algún día les llegará la muerte y serán olvidados…

El guardia metropolitano comprendió las palabras de los jóvenes o fingió hacerlo. Pero ¿por qué no creerles? Eran muchachos bien educados, con caras de niños, con caras de buenos… que, tal vez, podrían tocar con sus palabras al menos sensible.Resultado de imagen para punta carretas fuga

Cuando se fueron, llevaban las pocas armas que habían en la casa. La camioneta marchó lentamente hacia una estación de gasolina para cargar el tanque. Mientras esperaban fueron interceptados por dos camionetas de las Fuerzas Conjuntas.

“Después de intenso tiroteo fueron capturados cinco tupamaros”, decían los diarios de la época. Mentían porque no hubo ningún tiroteo. Ese mismo día, los diarios también daban la noticia de un próximo viaje del presidente Jorge Pacheco Areco a Buenos Aires. En esa ciudad asistiría a desfiles militares y daría una recepción a su colega argentino en la embajada uruguaya. Durante años el pueblo uruguayo asistirá absorto a los desfiles militares y a la represión. Con Pacheco comenzará la oscura noche.

Enrique tenía 19 años y fue detenido con Edda Fabri, Ángel Yoldi, Rubén Fernández y Bernardo Bulanti. Edda más tarde se fugaría de la cárcel de mujeres, pero sería nuevamente detenida. Será liberada en 1985 cuando, tras el retorno a la democracia, se decretará la amnistía para los presos políticos. Yoldi, que era maestro, se fugará dos meses después en la fuga conocida como El Abuso, pero regresará a prisión meses más tarde, en un procedimiento realizado por las fuerzas conjuntas en Paysandú, en el cual sería herido. Morirá en el Penal de Libertad, con cáncer, meses antes de la amnistía general. Fernández seguirá en prisión y Bulanti irá al exilio.

En el trayecto hacia la cárcel central, los detenidos fueron golpeados brutalmente por los represores. Como forma de llamar la atención de los transeúntes, gritaban. Enrique recibió un culatazo en la cabeza que le provocó una herida y fue llevado directo al Hospital Militar. Estará ahí hasta que cicatrice y le trasladen a la cárcel de Punta Carretas dónde permanecerá un tiempo incomunicado, con la prohibición de recibir visitas.

Poco después de su detención, las fuerzas conjuntas rodean nuestra casa de José María Muñoz, ocupan el techo y los de las viviendas vecinas, entran y revisan cada cuarto. Atrás de una biblioteca esquinera en la que había muchos libros que cierto día, años después, tendremos que quemar, estaban escondidos dos revólveres. Pero antes de que entrarán Joaquín llamó a Daniel y le pidió que esconda las armas dentro de su campera.

Cuando los militares entraron a la casa, pidió enseguida hablar con el oficial a cargo del operativo, le dijo que Enrique no estaba ahí que había niños que estaban sufriendo porque les apuntaban con las armas y tenían miedo. Le pidió que dejara ir a Daniel a la casa de unos vecinos para que le atendieran porque se sentía muy mal…

Ellos sabían que él no se encontraba en la casa, porque ya estaba preso. Se sorprendieron y lo dejaron ir. Daniel salió entre los milicos agarrándose el estómago, como de dolor, para que no se le cayeran las dos armas. Dobló por Durazno y siguió hacia la Facultad de Arquitectura, donde alguien las recibió.

El prontuario de Enrique en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) dice que el “causante (o sea él) fue detenido el día 25 de junio de 1971, próximo a la esquina que forman las calles Yaro y Durazno, por personal del Depto. Nº 5 y del Escuadrón de Prevención, en averiguación, en relación a su posible vinculación con grupos extremistas”. Dice además que portaba un revólver calibre 38 largo y que le incautaron “un papel manuscrito relacionado con la Organización Terrorista del “Movimiento de Liberación Nacional” (“Tupamaros”) y al ser allanado su domicilio (o sea nuestra casa en José María Muñoz, en la que el casi no vivía), también se ubicó material manuscrito relacionado con la Organización extremista mencionada”. El material manuscrito
que decían haber encontrado cuando allanaron la casa, eran sus cuadernos de poesía que, dicho sea de paso, ¿a dónde habrán ido a parar?

Resultado de imagen para uruguay torturasEl prontuario también dice que “interrogado el causante”, o sea Enrique, manifestó: “que cree necesario un cambio de Gobierno por intermedio de la lucha armada; que se vinculó a la Organización por intermedio de una persona que conoce por un seudónimo”.

El 2 de Julio, un “Juez Letrado” lo procesó por el delito de “Asociación para delinquir”, según dice también su prontuario de Inteligencia mencionando un oficio del Departamento 5 de la DNII, emitido en esa misma fecha, dirigido a un Juez de Instrucción de Primer Turno y firmado por el inefable Sub Comisario Encargado Hugo Campos Hermida, quien luego fuera una de las piezas relevantes del Plan Cóndor, vinculado a la peor represión y violador de derechos humanos por convicción.

En Punta Carretas estaban detenidos varios dirigentes tupamaros, entre ellos Raúl Sendic. En julio se fugaron 38 tupamaras de la cárcel de mujeres y en agosto prohibieron las visitas a Punta Carretas. La única oportunidad de que los presos se comunicaran con sus familiares era por carta. En una de ellas, Enrique decía:

«Mamá: Estoy bien, con muchas ganas de verlos, pero por ahora parece que no podrá ser. No se preocupen por mí, esto es muy tranquilo; me paso leyendo, también me están enseñando a trabajar en cuero y por otro lado tengo que cocinar. Espero que estén bien; cuídense mucho (ojo con las llegadas tarde) porque según pude escuchar la cosa se está poniéndo brava.
Que Joaquín no duerma más en la pieza del frente. Tengan cuidado cuando vuelvan de noche. Sé que tendrán muchas cosas para contarme, pero esperen a que se reinicie la visita. Recibí todo lo que mandaron. No debías haber gastado, pero me alegré mucho. La pascualina estaba riquísima, justo que estaba pensando pedirte una. Te pasaste. No gastés plata, a lo mejor después necesitas. ¿Cómo está la abuela y los parientes? Besos para los que se acuerden y un abrazo para los amigos. Para ustedes un gran abrazo y un beso. Saludos de los muchachos. Enrique

PD: Tráiganme los libros de poesía que andan por ahí, cuando tengan tiempo. Escríbanme. La carta tiene que abarcar una carilla con letra de imprenta (para la censura, porque las leen antes de entregarlas). Las entregan en la puerta de entrada. El ánimo es alto. !Adelante! (Penal de Punta Carretas, Categoría Especial, Celda 258).»

La cosas se estaban poniendo difíciles: asesinatos del escuadrón de la muerte, atentados contra casas de militantes de izquierda… Años después, frente a los portones, mirando cientos de albañiles encargados de la remodelación de lo que será el Punta Carretas Shopping Center, volveré a recordar aquellos tiempos… El día gris se pondrá un poco a tono con los recuerdos. El Penal de Punta Carretas estará impávido, lleno de signos, lleno de fantasmas que atravesarán sus muros sin necesidad de túneles. Transformarlo en un shopping será la mejor manera de perpetuarlo como cárcel.
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ESTADO DE ÁNIMO

 

Resultado de imagen para uruguay torturasEl internet acerca y desacerca al mundo, pero ahora, en este 2001, trae un correo electrónico que me acerca a mi mismo, en el que me dicen que fueron encontrados los restos de mi hermano, asesinado en 1976 en Bolivia, por el gobierno de Banzer cuando era dictador no electo. Entonces me trae también un montón de recuerdos que están ahí, y que de cuando en vez aparecen y golpean o acarician, según sea el ánimo de la memoria o de la soledad que anima la memoria.

Ahora miro la computadora y de alguna manera me imagino que estoy viendo a Enrique o Guille. ¡Qué importa el nombre hermano! Lo primero que se me ocurre es que nunca llegamos a conocernos y, sin embargo, nos conocimos tanto. Pero los pensamientos van de un lugar a otro como queriendo ubicar rincones pasados y pisados alguna vez, ideas, miradas, hechos marcados por el vértigo de una época que se construía en cada minuto.

Me acuerdo entonces cuando lo iba a visitar a Punta Carretas, aquel ambiente de solidaridad y ternura casi inimaginable entre aquellos jóvenes tupamaros presos que, como los de afuera, construían la historia en cada hacer, en cada decir, apurados a veces pero siempre construyendo.

Después vino el viaje al »destierro» en Chile para seguir edificando sueños, pero siempre con la mirada en el paisito. Se hizo responsable de propaganda en la dirección del MLN-Tupamaros en Santiago. Pero su capacidad de pensar estratégicamente le hizo ver un poco más allá el significado de la propaganda, y se dedicó a trabajar una película argumental que trascendería a nivel mundial mostrando el proceso tupamaro. ¿Quién mejor que Costa Gavras para dirigir esa película, e Yves Montand para protagonizarla? Entonces se dieron aquellos encuentros con el cineasta para asesorarle en el filme que llevaría el nombre de Estado de Sitio, y que cuenta un pedacito de la historia tupamara.

Luego vinieron los viajes a Cuba y la posterior residencia en Buenos Aires en aquel 1973, año del retorno del espejismo peronista al que fustigaba duramente, aunque lo entendía dentro del proceso histórico de Argentina.

En la capital de ese país había que crear la Junta de Coordinación Revolucionaria junto a Miguel Enríquez del MIR chileno, la gente del ELN boliviano y Mario Roberto Santucho del ERP, de quien dijo alguna vez que era una especie de Raúl Sendic argentino. Había que construir una estructura que unificara organizaciones revolucionarias en la palabra y en la acción, sobre todo en la acción. Era un desafío y se dedicó entero, como se dedicaba a cualquier desafío desde que era gurí, pero siempre estaba pensando en el paisito. En los compañeros que caían cada día, en los que trabajaban uniendo retazos para pelearle un lugar a la derrota.

No podía ver eso desde la otra orilla sin mojarse en el río, entonces en julio de aquel 73 se fue a Montevideo. En aquel tiempo mi hermano Daniel y yo vivíamos en Buenos Aires y cuando insistimos en ir a Montevideo en las vacaciones nos dijo que no podíamos movernos de allí. Sabía que si caía preso le podían presionar con nosotros.Resultado de imagen para uruguay torturas

Un compañero me decía el otro día, también por correo electrónico, que recordaba cuando su viejo lo fue a visitar en el penal de Libertad y le comentó que Enrique estaba en Uruguay. Me lo contaba con el asombro y la admiración que saben conservar los años.

Recordaba también los tiempos del liceo y aquellos viajes a Salto para reconstruir la memoria de nuestro viejo, que había muerto cuando él tenía doce años y yo dos, y la vieja se quedaba con cinco hijos a cuesta. Batllista el viejo, pero de los de antes, jugado con su medicina de pueblo en aquel Constitución de los 50 y 60. Enrique buscaba así las raíces que permanentemente estamos buscando.

La situación de julio del 73 en Montevideo era demasiado jodida y los contactos fallaban uno tras otro, hasta aquel último que le aclaró el panorama. El compañero, que en ese instante estaba preso, llegó al lugar de la cita con los milicos atrás, pero lo vio y no lo cantó. Los había llevado al lugar masacrado por tanta tortura, pero lo vio y no lo señaló, transformando aquello en un alerta de cómo estaban las cosas. Lo único que quedaba era cruzar el charco nuevamente y seguir la construcción de la Junta de Coordinación Revolucionaria, seguir produciendo recursos para un día regresar a reorganizar el MLN allá adentro del país, donde debía estar.

Pero a veces la historia corre más rápida que los pensamientos y las estrategias, y mientras él se jugabas en cada acción había otros, constructores del verso, que hablaban mucho y dividían. Como Enrique no estaba para versos, prefirió abrirse y seguir el mismo camino en otras tierras. »La revolución se hace en cualquier parte”, decía. Era demasiado joven y creía en la política como un manifiesto de la ética, ahora lo imagino demasiado ingenuo, sin la »calle» necesaria que tenían algunos. Entonces, como correspondía, repartió lo que le tocaba a cada quien y se fue a Bolivia tras una ilusión: la posibilidad de tumbar la dictadura de Banzer mediante la alianza del ELN con el ex presidente Juan José Torres (el general proletario lo había denominado Rodolfo Walsh) y su gente.

Allí hubo que iniciar la construcción nuevamente, porque mucho de lo que decía tener trabajado la gente del ELN no era verdad. Pero bueno, no estaba para cuestionar versos sino para hacer, para seguir construyendo ese mundo mejor que vio construir en Cuba, había leído en los libros y lo vivió en aquella solidaridad de Punta Carretas. Alguien podría decir ahora que sus acciones no eran pragmáticas sino demasiado soñadoras, idealistas tal vez. No sé, a mi se me ocurre ahora que sus acciones eran tupamaras, eran las actitudes que debía tener cualquier tupamaro en aquel momento. Hace poco, conversando con algunos compañeros llegamos a la conclusión de que ser tupamaro era como una forma de ser o un estado de ánimo, más allá de la organicidad, el apego a una estructura o a un aparato. Creo que cada paso que daba él estaba marcado por ese estado de ánimo, por esa forma de ser.

Pero ahora, veinticinco años después, me dicen que sus restos están en La Paz mientras Banzer reprime a los campesinos, indígenas y trabajadores en las calles, igual que en aquel 1976. Entonces recuerdo que de la misma forma que él ponía todo en la construcción, había quienes ponían todo en la destrucción, y mediante el Plan Cóndor se unían para golpear a las fuerzas revolucionarias del Cono Sur. En uno de esos golpes llegan a él y a Silvetti (secretario de Juan José Torres), allá en Cochabamba. Un tiroteo de dos horas hasta dejar la última bala antes de caer en el combate según unas versiones; antes de caer herido y que lo lleven a morir en la tortura, según otras; antes de ser asesinado tras el enfrentamiento, según otras versiones. Después, el ministro del interior boliviano, general Pereda Azbún, se irá a reunir en Montevideo con el general Vadora y sus pares uruguayos en para darles cuenta que la red del Cóndor había cumplido su cometido.Resultado de imagen para banzer

La memoria de la soledad a veces nos transforma y hace que la palabra se duela. En todo caso, ahora, cuando la memoria de la soledad, y la palabra, y los ojos, y el alcohol y el correo electrónico acercan nuevamente a Enrique, me pregunto de qué sirven los restos.

Más allá de sus restos, o de un lugar donde llevarle alguna flor, está el recuerdo vivo de su hacer, la memoria viva de ese estado de ánimo de que hablaba antes. Cuando las redes del Cóndor siguen interconectadas, aunque supuestamente se terminaron en aquellos años. Cuando imponen el Plan Colombia, que es algo así como una continuación del Cóndor porque en esencia persigue los mismos objetivos. Entonces se me ocurre que lo importante es mantener vivo ese estado de ánimo.
Tal vez ni siquiera esté en la historia, que siempre es contada por los triunfadores. Eso no importa, estará ahí, aquí y en cualquier rincón, y por eso siempre habrá una oportunidad como esta para enviarle un abrazo y decirte que, seguramente, algún día “Habrá patria para todos”…
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* Del libro «Enrique Lucas y una pregunta para Pessoa», de Kintto Lucas, 2016.

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