Kintto Lucas: El último de los locos, El último de los tontos

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El último de los locos

Uno puede estar loco a veces o siempre. Puede creer que la locura es un número o una palabra. O una imagen o una copa de vino. La locura puede ser lo que uno cree o lo que dejó de creer o lo que quiera creer en el futuro. Alguna vez creí que los números podían ser una poesía. Todos miraron y preguntaron si estaba loco. Otra vez pensé que podía desenredar la red de los sueños, espantar la pesadillas y quedarme con las ensoñaciones. Otra en cambio, me imagine que las palabras después de cernirlas eran como el agua y decidí ponerlas en una botella clara. Cuando me preguntaban que tienes ahí, yo repetía que eran las palabras cernidas.

Todos miraron y preguntaron si estaba loco. No por haber guardado las palabras en una botella, sino por haberlas cernido y, sobre todo, por haber botado a la basura algunas. Otra vez en cambio dije que el pesimismo era un estado hipnótico de quienes conocían el mundo, y el optimismo un estado de gracia de los que no tienen nada. Todos me miraron y preguntaron si estaba loco. Otra vez les dije que para cambiar el mundo era necesario cambiar los números por las palabras y el algebra por el diccionario. Que era necesario además cambiar el orden de la palabras en el diccionario, no seguir el orden vertical militarista del abecedario y empezar por la palabra horizonte que es una palabra claramente más horizontal más cercana a nuestros ojos. Todos me miraron y ya ni preguntaron, dijeron: éste está más loco de lo que imaginamos.Imagen relacionada

Entonces trajeron una camisa de fuerza y se desvaneció en aire, me ataron con una soga y se desató sola, me pusieron unas esposas y se abrieron en pocos minutos. Prefirieron fusilarme, pero antes me escape y estoy acá, en Tierra Negra, donde me dieron un lugar para vivir y me permiten decir cosas que a veces parecen raras, pero nadie dice que estoy loco. Es más creo que la gente que vive acá está tan loca como yo pero no se dieron cuenta. Por suerte no hay ninguno de esos cuerdos o cuerdas que de tanto amor que pregonan odian hasta el infinito a los locos. Hay gente cuerda que odia pero dice que ama, hay otra que va a la guerra pero dice que defiende la paz, también está la que mata pero dice defender la vida, y también hay unos que hablan de pobreza y hacen riqueza.

Hay unas personas tan cuerdas que no tienen culpa, porque siempre la culpa es de las otras, en el amor, en el juego, en la política, en la amistad, en los centros comerciales (o sea en el manicomio), en las calles anchas y angostas, en los hospitales, en los recuerdos y en las nubes. Las peores son aquellas que aman hasta odiar. Parece que de tanto amar odian el propio amor y les gustan matar por la espalda. A veces matan de a poco sin matar.

Los sueños de los cuerdos a veces se pierden en esa red de atrapasueños que hay en las paredes de la memoria. No son sueños ya, son escamas, como las de los pescados en la red que los mató. Por eso me dicen loco. Pero soy el último, ya  no se preocupen…

El último de los tontos

Resultado de imagen para tontosEl Último de los Tontos es el más inteligente. Cuando levantó su carpa en Tierra Negra todos presintieron que era un sabio. Su sabiduría es tal, que hormigas, abejas, algunas brujas y ruiseñores esperan frente a la fogata para escucharlo. El fuego atiza sus palabras.

Hablar de la historia es recorrer la vida y la muerte de un mundo que empezó en Sumeria un día cualquiera, o antes, y siguió por el desierto una noche cualquiera o después. Pero cuando ingresa al desierto hace una pausa: el poder de lo hebreos estuvo en contar su historia. No importa si es inventada a veces. Toda la historia es en parte imaginación. Todos los pueblos tienen su historia. Unos dicen que quienes la olvidan están condenados a repetirla. Cuando escucha esa frase sabe que es necesario reír. Es el único momento en que ríe.

Para El Último de los Tontos, aquellos que no saben contar su historia, real e imaginaria, están condenados a desaparecer, no a repetirla. Una y otra vez desaparecerán en el camino del reloj de arena. Los pueblos que contaron su historia tienen futuro porque tienen pasado, real o imaginario. Los que no supieron contar o inventar su historia, es como si no tuvieran pasado ni presente, entonces mataron el futuro.

La historia puede ser una adivinanza. Hay que inventarla. Pero nadie inventa adivinanzas más raras y difíciles de resolver que El Último de los Tontos. ¿De que color era el corazón de la luna cuando Ulises llegó a Ítaca? ¿Cómo llegar al espejo del sol en medio de la nieve del desierto? ¿Por qué el Mediterráneo es el mar más trilce? Las adivinanzas son una poesía de la historia. No habría historia sin poesía. No habría futuro sin adivinanzas.

La poesía ayuda a descifrar el pasado y descubrir el futuro. No sabríamos de Ítaca sin Kavafis, ni del profundo océano de Maldoror sin Lautreamont. No sabríamos de los ruiseñores sin Keats, ni de la soledad del Río de la Plata sin Juan. No sabríamos de Zugarramurdi sin la brujas poetas, ni de Zeus sin Safo. Gracias a la poesía sabemos que el futuro no existe y que el presente se cierne en el reloj de arena.

El Último de los Tontos se burla de los que se creeResultado de imagen para tontos en la tierra negran inteligentes. Son los tontos profundos, aquellos que no son tontos pero buscan demostrar que lo son. Se creen tan sabios que su vida es solo imagen de la farsa. También están los tontos útiles, aquellos que sacan la tierra de las tumbas en el cementerio antes de acostarse a dormir la muerte.

Ya no hay tontos, amigos. El Último de los Tontos, como El Último de los Locos, vive en Tierra Negra, siempre ingenuo, siempre revolucionario, nunca menos. Como El Monstruo del Agua, sabe que para ser tonto de verdad hay que cultivar la sabiduría como si fuera poesía.

En Tierra Negra, cuando se juntan a conversar El Último de los Tontos y El Monstruo de Agua es como si cada uno hablara con su otro yo.

 

 

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1 comentario
  1. María Rojas dice

    He leido como el último de los tontos o como la primera loca .
    por una casualidad escuche en un programa de radio y es espectacular saber que se puede identificar el yo de muchas personas en las que me incluyo me encanto.
    FELICITACIONES

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