Kintto Lucas: ¿Te pusiste a pensar?

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Entonces Alonso, te pusiste a pensar, ¿quiénes son los dueños de los molinos de viento? Perdón, perdón: ¿quiénes les pagan a esos gigantes para que te lastimen así? Digo: ¿quienes son los dueños de estas tierras que pagan a unos gigantes para que las cuiden y los cuiden, y luchen contra un hidalgo caballero como Don Quijote? Te pusiste a pensar Alonso: ¿quiénes les dan de comer?, ¿quiénes les dan abrigo?, ¿quiénes pagan sus armas tan filudas?. ¿Te pusiste a pensar, Alonso?

¿No será que Sancho Panza trabaja para ellos? ¿No será que trata de ocultar a los gigantes diciendo que son molinos? ¿No querrá confundirte y atemorizarte diciendo que los brazos son aspas? Habrase visto tal despropósito, Alonso. Pero volvamos a los dueños: no te pusiste a pensar que sería bueno saber quiénes son los dueños de esos molinos, perdón gigantes quise decir. Estudiando a Don Quijote | Cultura | EL PAÍS

Ya ves Alonso que Sancho busca confundirnos. Quienes les dan esas filudas armas, esos escudos impenetrables para tu pobre lanza, reluciente quise decir. Te pusiste a pensar Alonso, que el día en que no haya gigantes los dueños de los molinos, y el rey, no tendrán quién los proteja. Te pusiste a pensar que sin gigantes no habría molinos y sin viento los gigantes no podrían mover sus brazos. Te pusiste a pensar qué importante es el viento. Pero, sobre todo, que tal vez Frestón trabaja para los dueños de los molinos, como el rey.

Te pusiste a pensar Alonso que aunque las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, la guerra cambia pero no se termina, y tampoco se terminan los gigantes, ni los molinos, ni los dueños de los molinos, ni los bufones que hacen de reyes, ni los reyes que hacen de bufones, ni las armas que están sujetas a continua mudanza pero cada vez son más filudas.

¿Te pusiste a pensar? ¿Te pusiste a pensar que solo con tu lanza no podremos derrotar a los ejércitos, ni a los reyes, mucho menos a los bufones que tienen dos caras y nunca se sabe cuál es la real? Te pusiste a pensar Alonso, que es hora de juntar todas las lanzas, miles de lanzas, las más filudas, las más maltrechas como la tuya. Juntar los pies, las manos, las voces, las canciones, las banderas, los corazones, las tristezas, las alegrías, los dolores…

¿Te pusiste a pensar Alonso que es necesario juntar la vida y la muerte en una misma marcha, antes de arremeter al galope, nuevamente, en los caminos de La Mancha?

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