LA CAÍDA DE PLUTÓN Y LA »REVOLUCIÓN CÓSMICA» DE PRAGA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Hoy, en 2006, Praga ha sido escenario de una nueva revolución. No es una de carácter social o politico, sino cósmica. El 24 de Agosto, tras una semana de arduos debates, el XXVI Congreso Mundial de la Unidad Astronómica Internacional aprobó un cambio que revoluciona nuestra comprensión del sistema solar.

Desde hacía 76 años a todos los escolares del mundo se les enseñaba, a la par de la tabla de multiplicación, todos los nombres de los nueve planetas del sistema solar. Esta vez dicho conclave tuvo que decidir entre si ampliaba dicha lista o si eliminaba a Plutón de ésta reduciendo a ocho los cuerpos a quienes la ciencia denomina planetas.

 
Plutón en el ojo de la tormenta 

La condición de Plutón es la que había desencadenado una verdadera guerra de los planetas dentro de todos los interesados en el cosmos. Plutón es el único planeta descubierto por un americano –al menos en los tiempos modernos–. Fue en 1930 que Clyde Tombaugh reveló la existencia de éste, el cual desde entonces hasta el congreso de Praga fue considerado como el noveno planeta. 

En EEUU ese descubrimiento fue motivo de orgullo nacional, así como casi cuatro décadas después lo sería el hecho que los únicos hombres que han pisado la luna hayan sido estadounidenses. Apenas Plutón fue descubierto Walt Disney bautizó con ese nombre al perro de su principal personaje, el ratón Mickey. Plutón (Pluto en inglés) pasó a ser parte de la cultura infantil y nacional.  

fotoSin embargo, a medida que la astronomía avanzaba se iba demostrando que Plutón, que inicialmente llegó a ser considerado mayor que Mercurio, era más chico que aquel e incluso más pequeño que siete lunas –inluyendo la nuestra– y Xena, una nueva bola de hielo descubierta al doble de distancia de Plutón. Plutón era el único planeta que tenía una masa inferior al de alguna luna. Su masa equivale al 0.2% de la de la Tierra.

En 1978 se descubrió que Plutón tenía una luna –Caronte–, casi la mitad de su tamaño. Ningún otro planeta tenía un satélite de tal magnitud. Además Caronte no gira en torno a Plutón sino a un baricentro ubicado en el espacio. Algunos científicos especularon que Plutón era, por ello, un planeta doble. Hasta se llegó a hablar que, como Plutón cuando se acerca al sol gasifica su helada superficie, la atmósfera de Plutón pudiese envolver a la de Caronte creando una atmósfera conjunta.  

En el 2005 se hicieron dos descubrimientos. Uno mostraba que Plutón tenía otros dos pequeños satélites –Hydra yNix–. El otro reveló que había un nuevo cuerpo que estaba al doble de la distancia que hay entre Plutón y el Sol y que es ligeramente más grande. Su nombre aún está por decidirse. Su nomenclatura oficial es 2003 UB 313 , aunque se le conoce por su apodo: Xena. 

A medida que las técnicas de observación han ido mejorando se ha podido establecer que existen muchos más mundos detrás de Neptuno –denominados OTN: Objetos Trans Neptunianos– en el llamado Cinturón de Kuiper. Todos ellos tienen en común ser muy helados y se calcula que pueden haber millones de ellos. Gran parte de éstos aún esperan un nombre oficial aunque 2003 EL 61  –Santa– , que tiene dos lunas, y 2005 FY 9 –Easterbunny– se les acercan en tamaño. Los científicos discurrían que Plutón, por su ubicación, tamaño, composición y órbita, más debería ser clasificado como uno de los mayores OTN.

Mientras que los ocho planetas clásicos tienen órbitas relativamente circulares y paralelas, Plutón tiene una órbita excéntrica e inclinada 17 grados por encima del nivel del plano del resto de planetas. Esto hace que a veces esté más cerca del sol que Neptuno.

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«Salvar a Pluto»  

Los astrónomos debían decidir si estos nuevos cuerpos iban o no ser considerados como nuevos planetas o si se debía degradar a Plutón para que sea otro OTN. Una gran presión se ejercía para evitar desclasificar a Plutón y a los escolares norteamericanos se les movilizó para «Salvar a Pluto» (el nombre en inglés de Plutón). Sin embargo, Plutón no es una ballena o una especie en extinción –a la que un niño puede adquirir normal atracción humanitaria– sino una esfera de metano e hidrógeno congelados a -229 °C, de la que sólo se tiene como vaga foto un punto en el cosmos.

Muchos astrónomos sostenían que una razón importante para no sacar a Plutón del club de planetas era una de rango cultural o, en EEUU, por la presión de los niños. No obstante, esto refleja la presión de una sociedad que, como la norteamericana, no quería sacrificar al «único planeta descubierto en los EEUU».  A fin de impedir que Plutón fuera «degradado» la directiva de la Unión Astronómica Internacional propuso una nueva definición según la cual un planeta sería un objeto no estrella que girase en torno a un sol, que tuviese la suficiente masa como para hacer que la presión les vaya dando un contorno esférico y que su baricentro no sea otro planeta.

Con esta nueva descipción Plutón salvaba su lugar en el «club de los planetas», pero a costa de integrarse a éste también a Ceres –el mayor de los asteroides–, a Xena y a Caronte. Esta última luna, pese a ser más chica que otros 11 satélites y 5 OTN que no recibían el grado de planetas, adquiría tal rango pues el baricentro tras el cual gira no está en Plutón.

Muchos científicos se lanzaron a cuestionar ello. Algunos decían que nuestra luna terminaría como planeta pues cada año se aleja alrededor de 3 centrímetros de la Tierra y en algunos miles de millones de años el baricentro tras el cual ésta gire se habrá desplazado fuera de nuestro globo.

Sin embargo, esta nueva definición conllevaba al riesgo de generar una hiper-inflación planetaria. Ceres no se encuentra si quiera entre los 30 cuerpos más grandes de nuestro sistema solar. Decenas de nuevos TNO que recientemente se han descubierto o que se esperan sean pronto hallados podrían entrar en dicha categoría, e igualmente Vestas y otros asteriodes hubieran tenido un caso.  

De allí que antes de ir hacia una descontrolada inflación de nuevos planetas, el XXVI Congreso Astronómico Mundial optó por una recesión. Plutón fue descalificado y a partir de ahora solo se concibe que existen ocho planetas.  

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De acuerdo a la nueva regla se consideran planetas a todo cuerpo que orbita tras un sol con suficiente masa para que su gravedad le de un equilibrio hidrostático y con ello una forma esférica haya clareado a su órbita siendo en éste el objeto dominante. Plutón cumplía con las primeras dos carecterísticas, pero no con la tercera.

Planetas enanos 

Praga no sólo resolvió «degradar» a Plutón sino crear tres nuevas categorías. Una, la de los ocho planetas clásicos. Otra, la de los planetas enanos, en la cual se encuentran Plutón, Xena y Ceres, y que es conformada por quienes cumplen con los dos primeros requisitos aunque no hayan logrado convertirse en el amo y señor de sus respectivos entornos. La última,, la de «objetos menores del sistema solar» en la cual se incluyen a millones de cometas, asteroides, TNO y nuevos objetos que se piensa descubrir en la Nube de Oort, situada en la periferia que envuelva a nuestro sistema solar.

Así como hay estrellas enanas también habría un club de planetas enanos en el cual ya están tocando sus puertas los siguientes cuerpos transneptunianos: 2005 FY9 (Easterbunny), Orcus, Sedna, 2003 EL61 (Santa), Quaoar, Caronte, 2002 TC302, Varuna, 2002 UX25, 2002 TX300, Ixion y2002 AW197 . Si bien la inmensa mayoría de asterorides no tiene formas esféricas, hay algunos de los mayores que podrían acercarse a tal categoría si se fuese probando que la tuviesen.

 

Con Plutón terminó pasando lo mismo que con Ceres. En 1801 cuando éste fue descubierto se pensaba que era el octavo planeta en conocerse pues Neptuno sería descubierto 45 años después. Luego, con el tiempo, se fue hallando que habían decenas de nuevos objetos que conformaban con Ceres el cinturón de asteroides. Tras medio siglo de haber figurado en los libros como un planeta fue degradado. Al igual que Ceres Plutón ha pasado a dejar de ser un planeta para convertirse en un objeto de un nuevo cinturón, que se le llama de Kuiper para diferenciarlo del de los asteroides que son rocosos y no helados.

 
La reinvindicación de Ceres, que podría tener más agua que la Tierra

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En el debate sobre Plutón, Ceres ha vuelto a ser reivindicado. Si bien han habido satélites enviados para fotografiar y estudiar a los ocho planetas clásicos, nunca ninguna nave se ha acercado a Ceres ubicada al medio de los cuatro planetas rocosos (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) y de los 4 planetas gasesosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno). Este asteroide, que ha permanecido casi desconocido para el público y los estudiantes –quienes sí saben de memoria lo que es Plutón–, volvió a aparecer en los titulares de la prensa mundial a raíz del referido congreso astronómico.

Ceres, tras haber estado en la gloria de haber sido el quinto planeta y luego haber caído en el olvido al ser clasificado como un asteroide más, por tercer vez cambia de rango; esta vez, a uno intermedio entre ambos.  

En septiembre pasado, a poco de haber sido revelado la existencia de Xena en la prestigiosa revista científica Nature apareció un artículo firmado por varios astrónomos donde se planteaba una nueva visión de Ceres caracterizado como ? un planeta embrionario?, con un denso núcleo de roca dentro de un manto, el cual está, sucesivamente, rodeado por un armazón externo.

Es más, Joel Parker co-autor de dicho estudio sostiene que es posible que en el manto interno de Ceres haya hasta 5 veces más agua dulce que los 41 mil millones de kilómetros cúbicos que hay de ésta en toda la Tierra.

Esto diferencia a Ceres de ser simplemente una roca y sería todo un nuevo mundo, el mismo que no logró absorver a otros asteroides que le rodeaban –cosa que si hizo inicialmente la Tierra– y transformarse en un verdadero planeta debido a los efectos del colosal  Júpiter.  

La creación de la nueva estirpe de planetas enanos podría conllevar a que se programe una primera expedición espacial hacia dicho mundo y, de comprobarse que tuviese tanta agua dulce, podría incluso ser contemplado para ser colonizado.

La nueva revolución de Praga

El congreso de Praga tuvo más de veinte veces más votos que las Naciones Unidas. Se decidió sobre el concepto de lo que son planetas, no sobre Plutón en particular.

Praga nuevamente volvió a ser protagonista de un gran cambio internacional. En 1918 cuando se convirtió por primera vez en capital de una república, el mundo estaba saliendo de la I Guerra Mundial y Wáshington y Moscú propagandizaban la nueva teoría del derecho a las naciones a la autodeterminación con lo cual una serie de naciones sin Estado adquirieron el rango de naciones soberanas.

Casi 90 años después Praga ha sido el escenario en el cual una serie de cuerpos del sistema solar que se mantenían marginados adquieren el rango de ser considerados como planetas (aunque de tipo enano). Los planetas clásicos se habrán reducido a ocho, pero ahora irrumpirá una nueva ola de «enanos» que merecerá una nueva atención (o, en el caso de Ceres, una nueva investigación).

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Se comienza a estudiar más a fondo las lunas –solo tres de ellas están en los planetas internos o rocosos, mientras casi 150 orbitan los 4 gigantes de gas–. Nuevas teorías contemplan que la vida es más probable que surja en lunas de superficie heladas cerca a gigantes de gas que en planetas templados como el nuestro. Esta vida, sin embargo, estaría en los mares internos de lunas cuya superficie es helada (pues está lejos de un sol) pero su interior es hirviente debido, entre otras cosas, a la presión atmosférica de los planetas masivos de gas.

Mientras es casi imposible que los humanos lleguen a entrar en la atmósfera repleta de tormentas ultraveloces de los cuatro gigantes de gas, sí es factible que lleguemos a colonizar algunas de sus lunas donde podrían haber agua que usemos para sobrevivir.

Un sistema solar más rico de lo esperado 

Con el tiempo se ha ido demostrando que aparte de los planetas y la lunas, y los ocasionales cometas, el sistema solar es mucho más rico. Alguns teorías sostienen que existen pequeños asterorides en la órbita de Mercurio que, por su cercanía al sol, son denominados vulcanoides. Existen unos 10.000 asterorides alrededor de la tierra: uno de ellos puede haber sido el autor del mega-impacto que hace 65 millones de años habría exterminado a los dinosaurios.

Entre Marte y Júpiter no solo hay decenas de miles de asterorides (algunos con sus propias lunas) sino uno o quizás más planetas enanos.  

En la órbita de Júpiter hay también otros asteroides a quienes se denomina troyanos. También Neptuno tiene sus propios asterorides troyanos. Entre ambos planetas –que son el quinto y octavo– existen planeotoides helados a quienes se conoce como centauros –y de los cuales gran parte, si no todos, serían cometas–.

Toda la zona que va desde el sol hasta Neptuno es menor a la compuesta por el cinturón de Kuiper repleto de objetos helados similares a Plutón. Esa zona se mide en 30 UA (Unidades Astronómicas, una de éstas equivale a la distancia entre el sol y la tierra). Entre 30 y 50 UA se encuentra el vasto cinturón de Kuiper donde está Plutón (a 38 UA) y millones de otros cuerpos helados subdivididos entre plutinos, cubewanos y twotinos.

Atravesando parte de este cinturón y llegando a las 150 AU se encuentra el disco disperso. Más allá, envolviendo como una burbuja a todo el sistema solar, está la Nube de Oort entre 50,000 y 100,000 AU, y a la cuarta parte de la distancia hacia la siguiente estrella. En ésta se encuentra un trillón de objetos, incluyendo muchos cometas , los que, a medida que se acercan al sol van quemando su hielo y generando una nube estelar.  

Los damoclinos son asterorides que, al igual que los cometas, tienen órbitas elípticas que van desde ecarcarse mucho al sol hasta dispararse hacia lejanas distancias, pero que, a diferencia de los cometas, no generan colas. Sedna, una de las candidatas a ser un planeta enano, estaría incluso más allá del cinturón de Kuiper y del disco disperso para ser considerado, tal vez, parte de la zona interna de la nube de Oort.

El reciente descubrimiento de un cuerpo tan grande a tan larga ddistancia del sol plantea la posibilidad que se encuentren pronto a decenas de grandes cuerpos del tipo de Plutón incluso fuera del cinturón de Kuiper.  

La importancia de dichos cambios

Mientras el grueso de la prensa se limnita a informar acerca de la noticia de la desclasificación de Plutón, lo importante es concentrarse en el nuevo giro de la astronomía que va descubriendo un sistema solar con trillones o cuatrillones de objetos.

Si antes la ciencia se centraba en los planetas, ahora hay un interés marcado hacia conocer los otros objetos: lunas que pueden albergar vida, planetas enanos en la periferia solar y cometas que vienen desde los rincones más apartados del sistema y pueden haber sido los catalizadores de la vida en la Tierra.

La guerra en torno a cómo clasificar los planetas puede en un futuro ser real. A medida que avance la ciencia, la exploración espacial y los cambios sociales es posible que las nuevas potencias que antes se repartieron América, Asia y Africa, luego quieran disputarse asterorides, lunas y planetas como si fueran las nuevas islas del Caribe.

Con seguridad en los próximos meses se irán dando nuevos hallazgos. La humanidad recién gatea en su comprensión del espacio. En relación al cosmos no hemos llegado siquiera a la revolución neolítica, con la cual los primeros humanos empezaron a usar la piedra para hacer punzantes utensilios.

En la Guerra de las galaxias el emperador terminó siendo derrocado y con ello la humanidad se liberó. La Guerra de los planetas no ha sido violenta, pero tampoco ficticia. En ésta Plutón pudo haber perdido su cetro pero la humanidad viene ganando una mejor comprensión de lo que es el sistema solar del que forma parte.

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 * Periodista, analista internacional radicado en Londres. Es uno de los columnistas lationoamericaos más leídos.
 
www.bigio.org.

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