La ciencia y la necedad no van de la mano
El día que el presidente Alberto Fernández anunció que se había contagiado de Covid-19 sonaron las alarmas en toda la región. A pesar de haberse vacunado con la Sputnik V, Fernández contrajo el virus. Miles de mensajes inundaron las redes sociales preguntando cómo podía ser si estaba vacunado. Periodistas opositores a su gobierno vieron una nueva oportunidad para criticar la decisión de comprar vacunas de Rusia en vez de cerrar acuerdos con empresas farmacéuticas del “mundo civilizado” (sic).
Más allá del análisis que se pueda hacer sobre cada vacuna y su efectividad, no deja de llamar la atención que desde el periodismo y la política se haga oídos sordos a lo que tantas veces se ha repetido: la vacunación no es garantía de inmunización al 100 por cien y hay que tomar duras medidas de confinamiento para evitar la extensión del virus.
En el caso argentino, el problema de cierto periodismo, es que su oposición recalcitrante a las medidas de confinamiento que ha tomado el gobierno de Alberto Fernández los lleva a rechazar lo que proponen quienes conocen de epidemias y pandemias, y trabajan hace años en todas las áreas de la salud.
Es increíble escuchar a periodistas que han descubierto en este último año el significado de la palabra “pandemia” -o de la existencia de la prestigiosa revista The Lancet- dar lecciones sobre lo que debe hacer tal o cual gobierno para enfrentar el Covid-19. Increíble, pero sucede.
Claro que mucho más grave es cuando desde las altas esferas de un gobierno se ignoran o rechazan las recomendaciones del personal sanitario.
En América Latina, el caso más emblemático es el de Brasil. El exministro de salud Luis Henrique Mandetta asegura que durante su gestión el presidente Jair Bolsonaro hizo todo lo contrario a lo que indicaba la ciencia. Pero a Bolsonaro no parece importarle lo que dicen los centros de investigación que tiene Brasil.
Desde la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), uno de los centros de investigación científicos más respetados en el mundo, sostienen que solo un confinamiento nacional estricto por un mínimo de dos semanas puede contener el avance de la pandemia. Bolsonaro no escucha.
Lula lo acusó directamente de ser responsable de un genocidio. Tampoco parece importarle. Mientras Brasil supera las 340 mil muertes por Covid el presidente Bolsonaro es aplaudido por los grandes empresarios y banqueros en una cena íntima y amistosa. Todo un mensaje.
*Sociólogo y analista internacional argentino, director de Nodal.am, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)