La Comunidad Política Europea, herida de muerte en Granada
La Comunidad Política Europea sale herida de muerte de su tercera cumbre en la española Granada: el desenlace ha sido agrio y el foro, que nació a instancias del presidente francés Emmanuel Macron para mostrar unidad continental con el fin de arrinconar a Rusia, no termina de encontrar su razón de ser.
Tras las reuniones en Praga y Chisinau, el encuentro de los 45 países en Granada finalizó sin resultados concretos, sin comunicados conjuntos y sin tan siquiera la tradicional rueda de prensa, que se canceló con la excusa de la indisposición del primer ministro británico Rishi Sunak, próximo anfitrión. Si Moldavia dejó cierto entusiasmo, la Comunidad Política Europea va a tener complicado remontar de su cita española.
Esta iniciativa paneuropea, que agrupa a los 27 miembros de la Unión y otros 17 países, con actual la presidencia española de la Unión Europea (Ue) y la nueva realidad planteada por la guerra de Ucrania, intenta adquirir una dimensión geopolítica mayor.
Ucrania marca la ruta
Algo que quedó claro es que Ucrania centra los debates y marcará la hoja de ruta de la Unión Europea en los próximos años. El costo de la guerra, la reconstrucción y su proyección como país prioritario para la ampliación de la Ue definirán los tiempos de este proceso y pueden dejar fuera a países que llevan esperando más tiempo, pero que no jugarían el papel de bastión económico y defensivo europeo (y estadounidense) en el este de Europa.
En Granada quedó confirmado que Ucrania protagonizará en los próximos siete años las negociaciones para la ampliación de la Ue hacia el este de Europa, así como la continuación del apoyo militar a Kiev contra Moscú, con un cambio importante: se va a priorizar la defensa antiaérea de las ciudades e instalaciones militares ucranianas, ante la imposibilidad de romper el cerco defensivo impuesto por Rusia a las regiones ocupadas por su invasión del 24 de febrero de 2022.
Estancada la contraofensiva ucraniana contra el ejército ruso, para la Ue es preciso salvar el mayor número posible de infraestructuras básicas en el país atacado y paliar la destrucción por Rusia de los sistemas de abastecimiento energético ucranianos.
Hace un año Moscú puso en marcha un implacable bombardeo con misiles y drones de esas infraestructuras, civiles y militares. Las principales ciudades del país quedaron sin luz, se cortó el suministro del agua y muchas unidades del ejército tuvieron que ser destinadas a la reparación urgente de esos sistemas, aunque la prensa occidental se abstuvo (en general) de informar sobre la grave situación.
Ahora, la historia se repite, pero sobre una población desmoralizada por más de un año y medio de guerra y sin que se vea su fin ni a corto ni a medio plazo. Quizá por ello Zelenski señaló que la prioridad de su país, según se acerca el invierno, es fortalecer la defensa aérea. «Ya hemos sentado las bases para nuevos acuerdos con socios y esperamos su aprobación e implementación», dijo en Granada.
Como señala la prensa inglesa, cuando la Comunidad Política Europea (CPE) se disuelva, dirá en su lápida: R.I.P. (2022-2024). Fue una vida corta, con un gran momento: la cumbre de 2023 en Moldavia. Luego cerró los ojos y falleció. Será recordada con cariño, pero no se la echará en falta.
Protestas
Colectivos sociales tomaron las calles de Granada en favor de «otra Europa posible», contra «este modelo de Ue». «Queremos labrar Europa como una tierra de libertad y justicia, acogedora y abierta al sur global y abanderada antimilitarista del ‘No a la Guerra’. Y Granada… Granada tenemos que hacerla vecina a vecina, plaza a plaza, barrio a barrio como una ciudad rebelde, solidaria y verde, que la queremos verde», reza el manifiesto de los colectivos.
«Se hace necesaria una nueva ola de movilizaciones sociales democráticas, anticapitalistas, feministas, antirracistas y ecologistas para constituir nuevas alternativas», prosigue el texto elaborado por las organizaciones convocantes. «Aquí y hoy, queremos reivindicar la vida frente al capital, el cuidado de la gente y del planeta por un mundo mejor. Es necesario salir a la calle a manifestar que otra Granada y otra Europa son posibles», concluye.
Artsaj
Se notó la ausencia en la CPE del presidente turco, Recep Tayyib Erdogan, y del líder azerbaiyano, Ilham Alíev. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó que la Ue «apoya con firmeza a Armenia». Ante tal postura, tenía poco sentido la presencia de Azerbaiyán en Granada para buscar una paz con Armenia.
Por su parte, Turquía está muy descontenta con la prioridad que la Ue ha dado a Ucrania en su proyecto de ampliación de cara al 2030, que además acoge a varios países de los Balcanes y no asegura al cien por cien la entrada de Turquía.
La decisión Ilham Alíev, presidente de Azerbaiyán, de no acudir a la cumbre de Granada de la Comunidad Política Europea (CPE) quizá esté justificada por los desaires franceses al gobierno de Bakú, pero puede haber abierto una brecha entre Azerbaiyán y la Ue difícil de cerrar, y que solo beneficia a Armenia, convertida en la víctima de la tragedia de Nagorno Karabaj y el fin de la República de Artsaj.
No obstante, la Ue ha aprovechado el marco de la cumbre, para, sin dejar de apuntar el dedo acusador contra Azerbaiyán -aún sin hablar de genocidio-, convocar de nuevo a Alíev y al primer ministro armenio, Nikol Pashinian, a que se vean las caras a fin de mes en Bruselas y puedan avanzar hacia la firma de un acuerdo de paz.
Aunque no había suficiente confianza para que ambos países firmaran un tratado de paz o siquiera un armisticio, sí se esperaba que se abriera un canal de diálogo que trajera un alto el fuego duradero en la Transcaucasia, una región del sur del Cáucaso estratégica por estar encajonada entre potencias como Rusia, Turquía e Irán, y clave para el trasiego de hidrocarburos desde la rica cuenca del mar Caspio.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)