La derrota del PT en San Pablo puso en aprietos a Lula

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Eduardo Andrés Aller*
 
El triunfo del conservador Kassab puso en carrera a la socialdemocracia de cara a las presidenciales 2010. Ahora, el presidente tendrá que trabajar duro para armar alianzas y construir un candidato. 

La segunda vuelta de las elecciones municipales de Brasil, que se realizaron el domingo 27, resultaron una dura derrota del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) en San Pablo, la ciudad más rica y populosa del país, y dejaron al jefe de Estado, Luiz Inácio Lula Da Silva, en una complicada situación política de cara a las presidenciales de 2010.

Como la constitución le impide competir por un tercer mandato, el ex sindicalista tendrá que trabajar duro para construir un candidato que le permita al PT encabezar una colación de partidos para mantenerse en el Ejecutivo.

“Sin contar con el apoyo de San Pablo no hay proyecto de poder viable en Brasil y ese dato duro será procesado a partir de hoy (por el lunes posterior) por la dirección del partido gobernante, advertido de que mermó, aunque no fatalmente, su peso político para liderar una coalición partidaria de cara a los comicios presidenciales de 2010”, señaló el periodista argentino, corresponsal en Brasil del diario Página 12, Dario Pignoti.

Pero ese trabajo será, sin dudas, cuesta arriba y con obstáculos. Y quién dice que no se pueda poner jabonoso. Es que la derrota sin atenuantes -60 a 40 por ciento- de la petista Marta Suplicy frente al opositor y actual alcalde de San Pablo, Gilberto Kassab, significó el lanzamiento hacia la pelea por ocupar el Palacio del Planalto (Casa de Gobierno) del padrino político de este último: José Serra, actual gobernador de San Pablo, un gran conocedor de la arena política y segunda figura del PSDB (Partido de la Social Democracia) después del ex mandatario Fernando Henrique Cardozo (1995-2002).

Sin ánimo de exagerar, durante los festejos de Kassab era difícil darse cuenta quién era el protagonista de la velada, si el vencedor o Serra. "Quiero ser un buen alcalde y fortalecer la candidatura de Serra”, confesó el ratificado intendente paulista minutos después de confirmarse que había superado a Suplicy por casi 1.400.000 sufragios.

No obstante, como era de esperar, Serra evitó el triunfalismo y no quiso vincular la votación de ayer con la cita electoral de 2010. “Las elecciones presidenciales están muy lejos; mi principal preocupación es la continuidad de una administración de calidad”, declaró, un tanto en contrapartida a lo que puede significar compartir pantalla con el muchachito de la película.

Y por lo pronto, parece que Lula no tiene muchas armas a disposición para enfrentar a la alianza en ascendencia Serra-Kassab o, que es lo mismo, PSDB-DEM. Hasta la semana pasada, Suplicy (sexóloga, alcaldesa de San Pablo entre 2000-2004 y ex ministra de Turismo) era una de las posibles sucesoras del gobernante brasileño. Pero será muy difícil que su nombre sea reciclado tras una caída tan estrepitosa.

Serra, que fue derrotado en 2002 por Lula, coincide con el actual mandatario en la idea de apoyar a la industria como pilar del crecimiento pero es casi su antítesis en política exterior, ya que entiende que Brasil debe soltarse del Mercado Común del Sur (Mercosur) para negociar acuerdos de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

Por su parte, Gilberto Kassab es un “candidato explícitamente conservador del DEM (Partido Demócrata), reencarnación del Partido Frente Liberal, inventado por los militares para montar parodias electorales durante la dictadura y que luego obró como herencia del régimen, obstruyendo políticas sociales o de revisión de los crímenes del régimen militar durante la transición democrática”, detalló Pignoti.

En ese escenario -sin Suplicy-, Lula deberá olvidarse que alguna vez vaticinó que su reemplazo sería una mujer o no desanimarse y apostar fuerte con Dilma Vana Rousseff, la Ministra de la Casa Civil (algo similar a una jefatura de Gabinete), que si bien es la integrante del Gabinete con más alto perfil, los sondeos de opinión indican que, hasta ahora, sólo la elegirían 4 de cada 100 personas y no tendría chances de sobrepasar, por ejemplo, a Serra.

Y si algo no podía faltar en el relato es la crisis financiera que, parece, atraviesa todas las discusiones políticas del momento. Y el gigante sudamericano, lejos está de ser una isla y la profundización de la debacle financiera terminó por evidenciar que Brasil no permanecerá inmune. Y a pesar de que Lula activó políticas para inyectar liquidez en el sector bancario -los menos moderados prefieren hablar de salvataje-, queda por saber si los banqueros mantendrán cierto pacto de convivencia o retornarán a las filas de la centroderecha, espacio revitalizado por la conquista del tándem Serra-Kassab.

Pero, entre tantas pálidas, el Ejecutivo recibió una buena noticia: el Banco Central (BC) de Brasil y la Reserva Federal de Estados Unidos acordaron el jueves de la semana pasada una línea de intercambio entre reales y dólares para ayudar al Gobierno brasileño a detener la devaluación del real, que se da justamente por la fuga de dólares de Brasil.

Igualmente, es cierto que existen otras cosmovisiones posibles que no necesitan del presupuesto, de los industriales y los votos de San Pablo. Pero hasta el momento, Lula no mostró demasiada voluntad para independizarse de esas variables. Y si no lo hizo hasta ahora, y aquí otra conclusión, menos podrá hacerlo luego de sufrir este revés y cuando ya comienza a transitar su retirada.

EN BUSCA DE LA ‘NOVIA’ MÁS PRETENDIDA

Tras cartón, Lula, además de inventar un presidenciable casi de la nada, tendrá que atender muy bien sus alianzas con el resto de los partidos que actualmente lo apoyan y ocupan algunos ministerios claves. Cabe recordar que el Gobierno es una coalición donde se juntan partidos de izquierda y conservadores que el Presidente convocó apenas asumió su segundo mandato para lograr así la fuerza parlamentaria necesaria que las urnas le negaron.

Y en ese toma y dame, los pretendientes apuntarán todas sus flechas al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), bautizado por la prensa brasileña como “la ‘novia’ más codiciada por el Gobierno y la oposición”. El también conservador PMDB cerró los comicios como el partido que conquistó el mayor número de ciudades, 1.203, posición que le permitirá administrar más electores que sus rivales, unos 29 millones. Y también empató con el PT al vencer en seis capitales de Estado.

“Las victorias en el segundo turno en cuatro capitales prominentes (Río de Janeiro -segunda ciudad en importancia-, Salvador, Porto Alegre y Florianópolis) y las dos conseguidas en el primer turno (Goiana y Campo Grande) colocan a la leyenda en una situación estratégica. Sin candidato propio para la sucesión presidencial de 2010, el PMDB se ha consagrado como la ‘novia’ favorita para gobierno y oposición de cara a una futura alianza para la carrera por el Planalto. Representa el punto de equilibrio dentro de la correlación de fuerzas”, escribió el periodista Marcelo de Moraes en el matutino O Estado.

Luego, el cronista señala que el PMDB completa la “laguna” electoral que tuvo el PT en las capitales de las regiones Sudeste, Sur y Centro-Oeste, donde se registran las mayores concentraciones de población y riqueza. No obstante, Moraes advierte que el “comportamiento flexible del PMDB en los últimos años facilita su conjunción con cualquiera de los lados que protagonizarán la campaña”. También, advierte, que el próximo plenipotenciario, cualquiera sea su bandería, tendrá que sentarse a conversar con el PMDB para poder tener suerte en el Congreso.

EL BALANCE DEL PT Y DEL RESTO DE LOS PARTIDOS

Por su parte, el PT, que había sido el claro ganador del 5 de octubre en el balotaje no sumó ninguna ciudad capital y se quedó con el sexteto capturado en la primera jornada de comicios (Recife, Fortaleza, Vitória, Palmas, Porto Velho e Rio Branco) porque perdió en las revanchas de San Pablo, Salvador y Porto Alegre, quizá el traspié más doloroso porque se trata de la segunda elección consecutiva en la que los petistas no logran la alcaldía, luego de haberla gobernado durante 16 años, período durante el cual impulsaron el Foro Social Mundial. (Ver: “Lula y el PT tendrán que esperar para festejar”. APM 10/10/2008)

Con todo, el PT completó triunfos en 557 ciudades -una suma nada despreciable- si se compara con 1996 cuando sólo ganó en 114. Y aunque se quedó sin grandes metrópolis, en Belo Horizonte, la tercera en importancia, ganó el favorito en las encuestas, Marcio Lacerda, del Partido Socialista Brasileño (PSB), a quien, curiosamente, apoyaban tanto el PT como el PSDB.

Por su parte, el PSDB llegó a cuatro capitales (Curitiba, Teresina, Cuibá y Sao Luis). Asimismo, alcanzó las 787 ciudades. Un aceptable desempeño tuvo el PSB con tres capitales y un total de 311 ciudades. Siguen el PTB (Partido Trabajador Brasileño) con 2 y 418; el PP (Partido Progresista), con 1 y 551 ciudades; el DEM , con 1 y 497; el Partido Verde (PV), con 1 y 77; el PDT (Partido Democrático Trabajador), con 1 y 344; y el PCdoB (Partido Comunista de Brasil), con 1 y 40. Luego, sin capitales ganadas aparecen el PR (Partido de la República), con 386; y el PPS (Partido Popular Socialista), con 132. Luego, ningún partido supera las cien ciudades.

La reiteración de los comicios (sólo en aquellas ciudades con más de 200 mil habitantes donde ningún candidato superó la mitad más uno de los votos), le sirvió al PT para recuperarse en su tradicional bastión y lugar de nacimiento, el ABC paulista, una región fabril formada por siete municipios del cordón metropolitano de San Pablo. Allí ganó en Sao Bernardo do Campo, principal distrito industrial de esa región, y en Mauá –y ya había ganado en Diadema-. Empero, el saldo final fue negativo porque cayó en Santo André, São Caetano do Sul, Ribeirão Pires y Rio Grande da Serra.

EN BUSCA DE LA TRANSFERENCIA DE CARISMA

En este contexto, Lula también hizo su autocrítica y tuvo que reconocer que su enorme popularidad, que alcanza el 80 por ciento, según las encuestas, no garantiza la victoria de los candidatos del PT y sus aliados políticos. Este fenómeno fue abordado por el cronista argentino José Natanson (Página 12), quién consultó con el académico y especialista en marketing político Gustavo Martínez Pandiani.

“Siempre fue difícil traspasar la popularidad de un líder a otro, pero ahora es todavía más complicado. La política es un balance entre el aspecto emocional y el cálculo racional. Últimamente, lo emocional pesa cada vez más. La puerta de entrada es cada vez más emocional. Y una identificación de este tipo es muy difícil de trasladar”, sugiere Pandiani.

Y no sólo en Brasil el oficialismo tiene problemas para superar a sus rivales en las urnas. Otro caso es Chile donde, el mismo domingo, el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet sufrió dolorosas derrotas en las principales alcaldías del país (Santiago, Concepción, Viña del Mar, Temuco, Rancagua, Iquique y Valparaíso), y cedió a la oposición de derecha el control político territorial a 14 meses de las próximas elecciones presidenciales. Estos casos encendieron una luz amarilla en Buenos Aires. Y aunque tiempo sobra, ya que la presidenta Cristina Fernández deberá afrontar comicios legislativos recién en 2009, las encuentas no son muy alentadoras.

*Publicado en APM.

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