La desamparada infancia: supervivencia infantil en África (III)

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Gisela Ortega*

La falta de progreso del África subsahariana hacia muchos de los Objetivos del Milenio, de las Naciones Unidas relacionados con la salud es motivo de preocupación en la mitad del periodo entre el establecimiento de esas metas y el plazo de 2015 para alcanzarlos.

En los próximos años, sin embago, se espera un avance como resultado de la reducción reciente de muertes infantiles causadas por el sarampión y otras enfermedades de relativa fácil cura.

También por las notables mejorías en las tasas de lactancia materna exclusiva, los suplementos de vitamina A, el uso de redes de mosquiteros tratados con insecticida y las mejorías en la identificación de mujeres embarazadas seropositivas y en los controles para prevenir la transmisión madre-hijo del VIH, entre otras intervenciones

Otro motivo de optimismo es el hecho de que cada vez existe una mayor coordinación y consenso entre los gobiernos nacionales, organismos internacionales, donantes, organizaciones no gubernamentales,  administraciones regionles y las comunidades en materia de marcos de actuación, programas y políticas para extender la atención higiénica de calidad con rapidez a las madres y los niños y niñas de manera continua tanto en tiempo como en el espacio.

Los siguientes siete avances clave en la supervivencia infantil en el África subsahariana durante los últimos años indican que es posible un adelanto mayor:

– El rápido progreso en la supervivencia infantil en varios países del África subsahariana desde 1990.
– La notable reducción en las muertes infantiles por sarampión entre 2000 y 2006.
– Los avances en la prevención y el tratamiento del paludismo.
– Un mayor acceso a los tratamientos antirretrovirales para las madres y los niños y niñas seropositivos.
– Mayores tasas de lactancia materna exclusiva hasta los seis meses.
– Una distribución y un uso mayor de los suplementos de micronutrientes.
– Un consenso creciente sobre el marco y las estrategias requeridas para acelerar el progreso.

Los progresos en supervivencia infantil son evidentes incluso en algunos de los países más pobres de África. Todavía más: los ejemplos de varios de ellos, que han avanzado en la reducción de su tasa de mortalidad infantil desde 1990, son motivo de esperanza.

Las estadísticas muestran que los adelantos en mortalidad infantil y salud se pueden alcanzar con rapidez. Según los datos del Estado Mundial de la Infancia 2008, la tasa de defunción de menores de cinco años ha caído en al menos un 40% desde 1990 en Eritrea, Etiopía, Malawi y Mozambique, países cuya renta nacional bruta pér capita esta por debajo de los 350 dólares estadounidenses al año.

Después de la regresión ocurrida durante los años noventas, especialmente en África occidental y central, las tasas de inmunización en la región han venido aumentando de manera constante respecto a las cuatro vacunas principales: la tercera dosis de la difteria, el polio, el tétanos y la vacuna contra el sarampión.

El aumento de la cobertura de la inmunización contra el sarampión y las campañas de seguimiento para dar a niños y niñas una segunda oportunidad de vacunarse han contribuido al descenso en un 91%, del número de muertes por sarampión en África entre 2000 y 2006. esto representa un importante paso adelante porque implica que el desafió de reducir la mortalidad por sarampión del mundo en un 90% antes de 2010, establecido en la Asamblea Mundial de la Salud de 2005, se ha cumplido antes de lo previsto en laa regiones africans.

Las actividades para controlar el sarampión contribuyen de diversas maneras al desarrollo de los sistemas de salud en este Continente. Por ejemplo, a través de la promoción de las prácticas de seguridad en las inyecciones, de la mejoría de la capacidad de la cadena de frió para el almacenamiento de las vacunas y el desarrollo de una red global de laboratorios de salud pública. Además las campañas de vacunación se combinan con otras intervenciones vitales, como la administración de suplementos de vitamina A, los medicamentos antiparasitarios y los mosquiteros tratados con insecticidas.

En buena parte de África subsahariana, la región más golpeada por la enfermedad y la muerte relacionadas con el paludismo, se ha realizado un progreso notable en la distribución de redes mosquiteras tratadas con insecticidas. Los datos recientes sobre esta región muestran que todos los países cuya tendencia se conoce han ampliado su uso entre los menores de cinco años y, al menos, 16 de un total de 20 han triplicado su cobertura desde 2000. Las cifras regionales mas recientes y exhaustivas, sin embargo, indican que solo el 15% de los niños y las niñas del África subsahariana utilizan algún tipo de mosquitero para dormir, y que sólo el 8% utiliza una red tratada con insecticida.

Varios países han sobrepasado la tasa media de uso en la región: Gambia, 49%; Santo Tomé y Príncipe, 42%; Guinea-Bissau, 39% y Togo, 38%.

Los últimos informes sobre Kenia indican que la distribución de redes mosquiteras tratadas con insecticida, sea por los servicios regulares de salud a precios muy subvencionados o gratuitamente a través de campañas masivas, beneficia mucho la cobertura y la equidad socioeconómica.

En los servicios de salud materno-infantil integrados, que incluyen inmunización y cuidados prenatales, se han distribuido más de 10 millones de redes en Kenia desde 2003. Un estudio reciente en cuatro distritos de este país muestra que el resultado del aumento en la distribución fue el uso de las redes mosquiteras tratadas con insecticidas para dormir por un 67% de niños y niñas de cinco años.

En África subsahariana cerca de un tercio de los niños con fiebre son tratados con medicamentos contra el paludismo. Peo a pesar de los últimos logros en prevención y tratamiento, los niveles generales de cobertura siguen siendo bajos, especialmente si consideramos que en esta región se da el 80% de las muertes del mundo por paludismo entre los menores de cinco años. La adopción de la terapia combinada en la artemisinina es segura, eficaz y rápida contra las cepas del paludismo que son resistentes a otras drogas. Otra ventaja es que previene la recaída. Casi todos los países del África subsahariana han adoptado la terapia combinada basada en artemisinina como su principal tratamiento contra esta enfermedad.

En la infancia pueden solaparse los síntomas del paludismo y de la neumonía. Una vez que el niño desarrolla una neumonía, la persona que lo cuida debe reconocer las señales y buscar atención adecuada inmediatamente. En Senegal, por ejemplo, el tratamiento de los niños y niñas afectados se ha agilizado sobremanera gracias a un programa para enseñar a cuidadores y progenitores a identificar signos tempranos y cuando éstos son positivos se distribuyen antibióticos gratuitamente a los familiares

La epidemia del SIDA es una gran amenaza para la supervivencia infantil en el África subsahariana: cerca del 90% de los casos pediátricos de infección por el VIH en el mundo y la mayoría de las muertes por causa de esta enfermedad ocurren en esta región.

África meridional se ha visto particularmente perturbada, ya que su tasa de mortalidad de menores de cinco años ha aumentado de 125 por cada 1.000 nacimientos vivos en 1990 a 146 por cada 1.000 en 2006. Aunque el azote más fuerte de las muertes por SIDA ha sido África meridional, otras subregiones también se han visto conmovidas.

En 2007, el virus afecto a más de 100.000 niños y niñas menores de 15 años, principalmente a través de la infección madre-hijo. Una vez que una mujer embarazada se ve afectada, hay una probabilidad del 35% de que, sin intervención, transmita la infección al bebé durante el embarazo, el nacimiento o la lactancia.

La prevención del contagio madre-hijo del VIH y la identificación y la distribución de tratamientos para progenitoras e hijos infectados están entre las necesidades que hay que satisfacer en África con más urgencia. La terapia con fármacos antirretrovirales puede reducir las probabilidades de que ocurra la propagación, y es vital en la contención de la mortalidad infantil en los países en que el SIDA ha alcanzado niveles epidémicos.

Sudáfrica es el país del mundo más castigado por el SIDA, se estima que 5.5 millones de personas viven con el VIH y en 2005 un cuarto de millón de niños menores de 15 años eran seropositivos. La contaminación madre-hijo del VIH afecta casa año a, por lo menos, 84.000 recién nacidos. Alrededor de la mitad de los bebés seropositivos que no reciben tratamiento mueren antes de su segundo año de vida y la mitad de los fallecimientos de menores de cinco años en hospitales sudafricanos se deben a esta enfermedad, lo cual hace de esta epidemia la mayor causa de defunción infantil.

La alta tasa de mortalidad se debe en parte al limitado acceso de las futuras madres a los servicios de prevención de la transmisión madre hijo y de los niños y niñas que necesitan atención y tratamiento pediátrico del SIDA.

En 2005 solo el 30% de las mujeres embarazadas infectadas por el VIH recibieron una dosis de nevirapina, sólo recibieron profilaxis con contrimoxazole el 26% de los niños expuestos a la infección y solo tuvieron terapia antirretrovirtal el 18% de los pequeños necesitados. Uno de los principales obstáculos ha sido que raramente se ha diagnosticado la seropositividad de los chiquillos a tiempo –de cuatro a seis semanas después de su nacimiento.

El gobierno sudafricano ha determinado que el acceso de los niños y niñas al cuidado y al tratamiento contra el sida sea una prioridad en su actuación a nivel nacional. Este virus continúa siendo el principal enemigo de la supervivencia infantil en esta región. Para alcanzar los objetivos del milenio será necesario ampliar el acceso al diagnostico infantil temprano y el tratamiento y la atención para los que resulten infectados.

El gobierno y el pueblo de Sudáfrica se han comprometido a lograr el acceso universal a los servicios de atención y tratamientos para todos los niños antes de 2011.

Fuentes:
UNICEF: Progreso para la Infancia.
Informes de la Organización Mundial de la Salud.

* Periodista.
La entrega anterior de esta serie se encuentra aquí.
 

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