La desigualdad es mortal: muere una persona cada cuatro segundos
La pandemia de coronavirus, que ya superó los 100 millones de contagios y causó la muerte de más de 2,1 millones de personas en todo el mundo, puso a la desigualdad en el centro de atención. Las desigualdades no solo generan un inmenso sufrimiento; contribuyen a la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos, precisó el informe sobre desigualdad de Oxfam Internacional.
La desigualdad es mortal. Contribuye a la muerte de al menos 21.300 personas cada día, en “una estimación muy conservadora” de las muertes causadas por el hambre, la falta de acceso a la sanidad y el deterioro del clima que afecta sobre todo a los países pobres.
“La crisis climática nos afecta a todos, pero no nos afecta por igual. El 1 % de las personas más ricas del mundo, unos 63 millones de personas, son responsables de más del doble de la contaminación por carbono que los 3.100 millones de personas que componen la mitad más pobre de la humanidad”, asegura el informe.
Subida de los mares, incendios sin precedentes y hambrunas históricas. “El cambio climático está ocurriendo ahora. Es uno de los motores más dañinos del empeoramiento del hambre, la migración, la pobreza y la desigualdad en todo el mundo”, indica. En los últimos años, ya con 1°C de incremento mundial de las temperaturas, se han producido ciclones mortales en Asia y América Central, o enormes mangas de langostas en África.
Oxfam reporta que en las distintas sociedades, los impactos del cambio climático afectan de forma diferente a las mujeres y a los hombres. Las mujeres y las niñas deben caminar más para recoger agua y combustible y suelen ser las últimas en comer. Durante y después de los fenómenos meteorológicos extremos, son ellas quienes corren un mayor riesgo de violencia y explotación.
Asimismo, en los últimos 10 años, más personas de todo el mundo se han visto obligadas a abandonar sus hogares por catástrofes meteorológicas extremas que por cualquier otro motivo. El número de catástrofes relacionadas con el clima se ha triplicado en 30 años, y hoy se registra un fenómeno meteorológico extremo por semana.
El año pasado el mundo registró una cifra récord de 50.000 millones de dólares en daños por desastres meteorológicos extremos agravados por el cambio climático, lo que llevó a casi 16 millones de personas de 15 países a niveles críticos de hambre. Y “apesar de ello, los gobiernos han retrasado las medidas para hacer frente a la crisis climática a fin de centrarse, en cambio, en la pandemia de Covid-19”, remarca Oxfman.
Es que mientras las grandes fortunas mundiales se han incrementado, los más pobres «necesitarían más de una década para recuperarse de los impactos económicos de la crisis», El número de personas que viven en la pobreza a nivel mundial aumentó hasta en 500 millones el año pasado, según el Instituto Mundial de Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas.
Apartheid de vacunas, invitación a la muerte
Durante los últimos dos años, muchas personas en todo el mundo han muerto al contraer coronavirus, porque no pudieron vacunarse a tiempo. Pero también han muerto por otras enfermedades porque no podían permitirse atención médica privada, de hambre al no poder comprar alimentos, mientras muchas mujeres han muerto víctimas de la violencia de género, mientras las más ricas del mundo han seguido enriqueciéndose.
Según el informe, más de 80 % de las vacunas han ido a parar a los países del Grupo de los 20 (G20) de potencias industriales y emergentes, mientras que menos del 1 % han llegado a los países de bajos ingresos, en un verdadero «apartheid de las vacunas», que se está cobrando vidas y está aumentando las desigualdades en todo el mundo.
Las desigualdades no son una cuestión abstracta. Son devastadoras y tienen consecuencias reales. Han provocado que la pandemia de Covid-19 se prolongue más tiempo, cause más daños y resulte más mortal. Están enquistadas en nuestros modelos económicos y están devastando nuestras sociedades.
Los superricos, más ricos
Los multimillonarios vieron incrementar su fortuna en un volumen total de 3,9 billones de dólares entre el 18 de marzo y el 31 de diciembre de 2020, mientras Estados Unidos, China y Francia fueron los países que registraron los avances más importantes en cuanto al aumento de patrimonio de los «superricos». La pequeña élite mundial de 2.755 multimillonarios ha visto crecer su fortuna aún más durante la Covid que en el conjunto de los últimos 14 años precedentes.
La desigualdad se debe a la subida vertiginosa de las cotizaciones bursátiles, al auge de las entidades no reguladas, al aumento del poder de los monopolios y a la privatización, así como a la erosión de los tipos impositivos individuales de las empresas y de los derechos y salarios de los trabajadores: se ha creado un nuevo milmillonario cada 26 horas, asegura.
Entre los diez más ricos del mundo, Oxfam destacó al fundador de Amazon, Jeff Bezos; al jefe de Tesla, Elon Musk; al principal accionista del grupo de artículos de lujo LVMH, Bernard Arnault, a Bill Gates, de Microsoft, Mark Zuckerberg, de Facebook; Larry Ellison, de Oracle; al estadounidense Warren Buffett, y al cofundador de Google, Larry Page. El chino Zhong Shanshan, con su marca de agua mineral Nongfu Spring, y el jefe del Grupo Reliance, de la India, Mukesh Ambani, completan la lista.
“Las economías manipuladas están canalizando la riqueza hacia una élite rica que está sobrellevando la pandemia con lujo, mientras que los que están en la primera línea de la pandemia (dependientes, trabajadores de la salud y vendedores de mercado) luchan por pagar las facturas y llevar comida a la mesa”, señaló Oxfam.
“Para luchar contra esta creciente desigualdad, los gobiernos deben asegurarse de que todos tengan acceso a una vacuna contra la Covid-19 y apoyo financiero si pierden sus empleos”, dijo Bucher. “Además, este es el momento de inversiones a más largo plazo en servicios públicos y sectores con bajas emisiones de carbono para crear millones de puestos de trabajo y garantizar que todos tengan acceso a la educación, la atención médica y la atención social”, agregó la dirigente.
Estas medidas no deben ser soluciones de ‘curita’ para tiempos desesperados, sino una ‘nueva normalidad’ en las economías que funcionen en beneficio de todas las personas, no solo de unos pocos privilegiados”, concluyó Bucher.
“Todos salimos perdiendo cuando el 1 % más rico del mundo consume el doble de emisiones de carbono que el 50 % más pobre, o cuando unas pocas empresas poderosas pueden monopolizar la producción de vacunas y tratamientos que salvan vidas en una pandemia mundial”, continúa.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)