La economía occidental con pronóstico reservado

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La decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) de endurecer sus políticas monetarias en forma agresiva, aunque en línea con lo que recomiendan los manuales y con lo que esperaba la mayor parte de los analistas e inversores para frenar la inflación, pone a la vuelta de la esquina un panorama recesivo no exento de estallidos sociales en el mediano plazo.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que una recesión «no es inevitable» y confió en que la mayor economía mundial pueda superar la inflación, que actualmente se encuentra en el nivel más elevado en casi 41 años. Sobre las advertencias de los economistas de que Estados Unidos podría dirigirse a una recesión, el optimista presidente explicó: «Primero que nada, no es inevitable. Segundo, estamos en una mejor posición que cualquier otra nación del mundo para superar esta inflación».Archivo. Fachada del Banco Central Europeo

El Banco Mundial, en su último informe de junio, disminuye en 1,2 puntos porcentuales la estimación del crecimiento del producto mundial realizada antes de la guerra, en enero de este año, lo que estadísticamente podría asumirse como el costo o el efecto de la guerra. Admite que la guerra de Ucrania ha exacerbado la desaceleración de la economía mundial, provoca  una mayor inflación y condiciones financieras más restrictivas, aumentando el riesgo de estanflación.

Para el Banco Mundial (BM) se trata del mal menor frente la posibilidad de un largo período de estanflación -suba de precios y débil crecimiento- como el que atravesó la economía mundial en la década del 70, cuando el precio del petróleo se cuadruplicó entre 1973 y 1974 -por la decisión de la Opep de suspender sus envíos a Estados Unidos, en represalia por el apoyo de Washington a Israel en la guerra de Yom Kipur-, y luego se duplicaron entre 1979 y 1980 -en esa ocasión, por el derrocamiento del Sha de Irán-.

Aún con la subida de tasas, la inflación estadounidense podría tardar años en retornar a valores normales - Forbes ArgentinaLa determinación de la Fed de ubicar sus tasas de referencia que rigen el costo del dinero en un rango de entre el 1,5 y el 1,75 por ciento anual, sin bien amortiguará la inflación -que alcanzó un pico interanual del 8,6 por ciento en mayo, y podría subir aún más en julio-, también frenará el gasto de los consumidores estadounidenses, que ya descendió según el Departamento de Comercio el mes pasado un 0,3% con relación a abril, cuando la expectativa era que creciera un 0,2 por ciento.

En lo inmediato, el panorama se perfila muy complejo: en un país donde el crédito es el principal lubricante del consumo, la tasa de interés promedio de la línea de préstamo hipotecario más popular subió a su nivel más alto desde la crisis financiera de 2008 y las solicitudes de compra cayeron un 15 por ciento con respecto a 2021.

Según la Asociación de Banqueros Hipotecarios, el stock de viviendas se encuentra en un mínimo histórico y la falta de acceso al crédito junto con el aumento de las tasas han afectado la demanda.

La interna de Biden

El tema de los precios ocupa un lugar casi excluyente en la agenda de la Casa Blanca. Tanto el presidente Joe Biden, como el titular de la Fed, Jerome Powell, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, están en el centro de las críticas. En la primavera de 2021 desestimaron los primeros indicios de la aceleración. La calificaron como “transitoria”. Ahora, el comunicado de la Fed llegó para subsanar la cuestión. Subraya la «fuerte determinación de llevar la inflación al objetivo del dos por ciento anual».

El texto deja en claro que la “fuerte determinación” refleja la posición de la mayoría de los integrantes del Comité de Política Monetaria (CPM), que estimó que las tasas deberán ubicarse en un rango de entre el 3,25 y el 3,50 por ciento hacia fin de año para lograr la meta. Un sacudón.

«En retrospectiva, probablemente hubiera sido mejor subir las tasas antes», admitió Powell el mes pasado en una Janet Yellen: "Estoy preocupada por la inflación" en Estados Unidosentrevista con The Wall Street Journal. También Yellen reconoció su error, en este caso al comparecer ante el Congreso. Lo concreto es que la suba, la mayor en 27 años, llegó luego de que Biden recibiera en la Casa Blanca al titular de la Fed, organismo en teoría independiente del Poder Ejecutivo.

Por lo pronto, Biden seguirá pagando el costo político por ser el rostro a quien los estadounidenses culpan por tener que abonar cinco dólares el galón (3,78 litros) de gasolina. Es un tema complicado para los demócratas, de cara a las elecciones legislativas de noviembre. Ahora, los republicanos aprovechan el malhumor social de cara una votación de enormes consecuencias para la segunda mitad del mandato de Biden, ya que se renovarán 435 escaños de diputados y un tercio del Senado.

Biden sigue con la misma cantinela, culpando a su par ruso Vladimir Putin, por la escalada de los precios de los combustibles y alimentos, al tiempo que The Washington Post y The New York Times dan cuenta de off the records en los que los funcionarios de la Casa Blanca admiten que la Fed no podrá llevar la inflación a un nivel razonable antes de los comicios.

El gobierno estima que la tasa de desempleo quedará en el 3,7 por ciento a fines de este año, pero la noticia, sin embargo, llegará tarde a las urnas.

Si la inflación es un problema, no menor es la caída en el nivel de actividad que se espera. Horas antes que la Fed anunciara la suba de las tasas, el propio organismo informó que la actividad manufacturera en la región de Nueva York aumentó en junio, pero “no lo suficiente como para compensar la caída de mayo”.

La desaceleración está en marcha. Más allá de la responsabilidad que Biden le achaca a Putin (que por cierto no gobierna en EU) los analistas afirman que las causas que contribuyen a la inflación son varias: un gasto fiscal excesivo, un mercado laboral al rojo vivo, el salario en aumento a máximos en una generación y los shocks por el lado de la oferta global, primero por la pandemia y ahora por la guerra entre Rusia y Ucrania.

Hace menos de un mes, Biden puso a Powell en el centro de la escena cuando dijo que el organismo, y no la Casa Blanca, jugaría un rol central en el combate contra la inflación, una forma de admitir el fracaso del grupo de trabajo que creó a mediados del año pasado con empresas minoristas y líderes de logística para enfrentar los problemas en las cadenas de suministros.

El comité comenzó a liberar reservas estratégicas de petróleo para amortiguar la suba del precio de los combustibles. Hoy, las reservas acumulan una caída de 100 millones de barriles y se ubican en el nivel mínimo de los últimos 35 años, según la Agencia de Información sobre Energía. Sin embargo, el precio de los combustibles siguió subiendo.

Un mundo desgarrado

El informe de Naciones Unidas, El impacto global de la guerra de Ucrania, es desgarrador e impactante: La guerra ha exacerbado una crisis global del costo de la vida no vista en al menos una generación, comprometiendo vidas, medios de subsistencia y nuestras aspiraciones de un mundo mejor para 2030, debido a una escalada de los shocks de precios en los mercados mundiales de alimentos, energía y fertilizantes.

Estima que 1.600 millones de personas en 94 países están expuestas a una dimensión de la crisis, mientras que 1.200 millones de ellas viven en países con «tormenta perfecta», es decir vulnerables a las tres dimensiones (alimentos, energía y finanzas) de la crisis del costo de la vida. Los efectos dominó o reacción en cadena de la guerra estiman aumenten el número de personas con inseguridad alimentaria en 47 millones.

Eurozona, países ricos y pobres

El panorama no es menos complejo en Europa. El Banco Central Europeo (BCE) también está obligado a un delicado equilibrio y deberá subir sus tasas para contener la inflación y, al mismo tiempo, sostener el nivel de actividad en la zona del euro. Y en ese contexto se suman las tensiones que generan las deudas soberanas de los países del sur europeo, en particular de Italia.

Las turbulencias en el mercado de deuda soberana comenzaron cuando el BCE anunció el fin de la era del dinero abundante y barato y por primera vez desde 2011 anunció que elevará su tasa de referencia un 0,25 por ciento en julio y anticipó una nueva suba, posiblemente mayor, en setiembre.

La reacción del mercado obligó a la presidenta del BCE, Christine Lagarde, a convocar a una reunión de urgencia para alejar el fantasma de una nueva crisis de deuda, como la que puso a la eurozona al borde de la ruptura en 2010.

Los guardianes del euro se comprometieron a flexibilizar su política de recompra de bonos del plan de emergencia lanzado durante la pandemia -conocido como PEPP-, mediante el cual el BCE adquirió ya deuda pública por 1,8 billones de euros entre marzo de 2020 y marzo pasado. Además, prometió diseñar un nuevo instrumento para combatir los diferenciales.

En lo inmediato, el anuncio no causó el efecto buscado. Los diferenciales que pagan Italia, Grecia, España y Portugal siguieron ampliándose con respecto al bono del Tesoro alemán a diez años.

La realidad y la ortodoxia

Por el momento, a los mercados financieros de Estados Unidos y Europa les gustó la decisión de la Fed y la que adoptará el BCE en julio. Una política monetaria agresiva que cierra a nivel global los tiempos del crédito abundante y barato. Sin embargo, la inflación no cederá en lo inmediato: vendrá un período incómodo en el que la inflación será alta y los costos de endeudamiento también aumentarán.

Más allá de la futurología de los analistas financieros, habrá que ver cómo evoluciona la guerra en Ucrania y cómo afectará su dinámica los precios de las commodities, ya sea petróleo, gas, granos o metales. También habrá que evaluar la evolución de la estrategia “cero Covid” de China, que ralentiza el comercio mundial, y la escalada geopolítica global y las correcciones que harán los mercados financieros en el futuro.

La historia, al menos, es clara: La suba agresiva de tasas siempre trajo recesión. ¿Será el mal menor? como señalan los manuales. La realidad no siempre viene en los manuales.

*Analista económica de la Agencia Latinoamericana de Análisis Estratégico 2 (Alia2)

 

 

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