La Educación para el Desarrollo (IV) – CONCIENCIA Y RESPONSABILIDAD

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Hay muchas maneras de implicar a los niños, niñas y jóvenes en el trabajo para el cambio, sea a nivel local o mundial. Sin embargo, desde el punto de vista de la Educación para el Desarrollo, no todas ellas constituyen “participación” en el sentido estricto. Hasta el año 1989, en que se adopto la Convención de los Derechos del Niño, lo normal en nuestras sociedades era patrocinar una actitud paternalista y protectora hacia niñas y niños.

La Convención fue el primer tratado internacional cuyo objetivo no sólo era proteger a los niños, niñas y jóvenes, sino también darles poder. Así, pasaron de ser “objetos” de protección, a ser “sujetos” de derechos, entre ellos el derecho legitimo a participar en todas las decisiones que les afectan.

La participación es sumamente importante para nuestro desarrollo personal, permite a las personas el perfeccionamiento de aptitudes fundamentales; entre ellas la capacidad de expresarnos por nosotros mismos, negociar diferencias, tomar decisiones responsables, comprometernos en un diálogo positivo o responsabilizarnos de nosotros mismos, nuestras familias, comunidades y sociedades, afirma el documento de la UNICEF, Educación para el Desarrollo.

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¿Cómo participar?

A menudo se habla de cooperación infantil por parte de los adultos, y sin embargo tal participación no es real. Muchas veces, lo que se denomina “participación infantil” no es más que manipulación. En estos casos, las personas, utilizan la voz de los niños y jóvenes para transmitir sus propios mensajes, los emplean para defender sus propios objetivos. Pero se equivocan…

La autentica cooperación debe dar a niños, niñas y jóvenes la posibilidad –y el poder– para que puedan alcanzar su mayor desarrollo y dignidad. Debe partir de ellos mismos, desde sus propias realidades, en sus propios términos porque ellos mejor que nadie pueden hablar de lo que viven, sienten y desean.

Para lograrlo, es necesario que los mayores cambien su conducta hacia los niños, niñas y jóvenes, y como no están acostumbrados a tenerlos en cuenta a la hora de tomar decisiones, deben desarrollar su capacidad de prestar atención y consulta. Los jóvenes a pesar de las reticencias de los adultos no se quedan con los brazos cruzados, opinan y se movilizan.

“Seguiremos luchando por esa participación que queremos desde nuestros lugares, y desde lo que podemos. Lograr que los adultos nos consideren capaces, confíen en nuestras potencialidades y habilidades y seamos verdaderamente prioridad para ellos e inviertan en la infancia para el desarrollo social, es aún un sueño, un sueño que será realidad en el futuro, sólo con la lucha, el esfuerzo, y el empeño de muchos, muchos niños y niñas del mundo” señalo Jennifer Garay, representante del Movimiento Latinoamericano y del Caribe de niños, niñas y adolescentes trabajadoras –conpocido por sus siglas: MOLACNATS–, en la cumbre de la Infancia celebrada en Nueva Cork, en mayo 2002.

El involucrar a los niños, niñas y jóvenes en la toma de decisiones tiene enorme beneficios para los propios infantes y sus comunidades y, en última instancia, para las sociedades que dirigirán algún día, que serán administradas con criterios más humanos. Nos demuestran diariamente que cuando participan, pueden cambiar el mundo que les rodea. Tienen ideas, experiencias y aportes que enriquecen la comprensión de las personas adultas y ofrecen una contribución positiva a las actividades de los adultos.

Ejemplos:
En el mundo existen numerosos ejemplos sobre como los niños, niñas y jóvenes, cuando se les escucha y se les ofrece la posibilidad de actuar, han introducido cambios positivos en sus comunidades.

En Kenya, la Asociación Juvenil deportiva Mathare vincula las actitudes positivas de los jóvenes hacia el deporte con un enfoque igualmente positivo hacia la comunidad. Hoy día la Asociación patrocina a cientos de equipos, y ofrece becas y educación sobre el VIH/SIDA.

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Muchos de los niños y niñas que viven en las calles de Brasil se responsabilizan de sus vidas por medio del Movimiento Nacional de Niños y Niñas de la Calle. Organizado por primera vez en 1985 por un grupo de educadoras y educadores, ha ejercido una influencia importante en la reforma de la legislación brasileña. En 1988, introdujo en la constitución de Brasil un artículo que resumía la Convención sobre los Derechos del Niño. Participó también activamente en el debate que culminó con la promulgación del Estatuto del Niño y Adolescente en 1990. Al participar en el movimiento, los niños y las niñas que han vivido en la calle aprenden la mejor manera de retornar a sus familias y a la vida comunitaria, acudir a la escuela y aprovechar un espacio propio donde pueden luchar a favor de sus derechos.

La escalera de la participación

El diagrama de la “escalera de la participación”, propuesto por UNICEF a través de Educación para el Desarrollo, ilustra ocho niveles. El grado de valor educativo aumenta cada vez que se sube un peldaño en la escalera:

1) Manipulación
2) Decoración
3) Política de forma sin contenido
4) Asignados pero informados
5) Consultados e informados
6) Decisión inicial de los adultos compartida por los niños y niñas
7) Decisión inicial y dirección de los niños y niñas
8) Decisión inicial de los niños compartida con los adultos.

Los proyectos que corresponden a los tres primeros no pueden considerarse en realidad como participativos. La manipulación se da cuando los adultos usan a los niños y niñas para promover una causa que les afecta profundamente pero sin ayudarlos a que comprendan dicho origen. Cuando son utilizados como adorno, con frecuencia se les pide que se vistan de una manera determinada y actúen para apoyar el programa de un adulto, normalmente con el fin de provocar una respuesta emocional por parte de los que los contemplan.

La política de forma sin contenido describe situaciones en las que les pide que hablen en las juntas o ante grupos de representantes elegidos, pero sin enseñarles nada significativo sobre le tema, sin que puedan expresar su posición o puedan consultar con otros niños y niñas a los que, se dice, representan.

Los cinco últimos peldaños de la escalera representan niveles crecientes de participación real y calidad de aprendizaje. Cada uno puede ser apropiado para el niño o la niña en un momento distinto dentro del desarrollo progresivo de sus aptitudes de participación.

Asignados pero informados indica que, aunque no son ellos quienes deciden su participación, comprenden los fines del proyecto, quién ha decidido que ellos deberían estar

En el nivel consultados e informados, el proyecto está diseñado por los adultos, pero la opinión infantil se toma seriamente en consideración durante todo el proceso de decisión, involucrarlos y por qué.

En los proyectos de decisión inicial de los adultos, compartidas con los niños y las niñas, éstos tienen una participación completa en la toma de decisiones, aunque con carácter consultivo. Se ven difícilmente proyectos de resoluciones iniciales y dirección de los menores, dado que pocos adultos están dispuestos a dejar en manos de los niños el control completo. Estos planes no llegan a implicar verdaderamente a la comunidad, permaneciendo como algo marginal.

Los proyectos de decisión final de los niños, compartida con los adultos, implican a éstos como ayuda para los fines que los chicos se proponen: dirigiéndolos hacia los recursos necesarios, prestándoles apoyo para el desarrollo de las aptitudes necesarias y ayudándolos en la evaluación. Este tipo de relación mejora el aprendizaje de los niños, establece un sentimiento de pertenencia común al proyecto y proporciona a los mayores la oportunidad de aprender del entusiasmo y creatividad de los más jóvenes.

Proceso de Aprendizaje

Los valores precisan de un complejo mecanismo intelectual de construcción, más difícil aún de lograr que en el aprendizaje de conceptos, por cuanto que ahora es necesario su ubicación en una jerarquía axiológica incipiente y su proyección en conductas deseables.

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Bajo este supuesto, se pretende potenciar un proceso en las siguientes etapas:

Conocer, preferentemente a través de una exploración individual o grupal, los jóvenes acceden a una información significativa –hechos, conceptos, métodos, creencias–. Resulta necesaria una comprensión crítica y una valoración de esta información en busca de situaciones problemáticas que despierten el interés y orienten las etapas siguientes.

Responder, estos problemas desestabilizaran la experiencia personal de los jóvenes provocando el conflicto axiológico. La respuesta es una toma de conciencia que admite un determinado valor como solución al conflicto y lo sitúa en algún lugar de la escala personal preexistente. La solidez de la respuesta depende de múltiples factores educacionales, pero el valor queda arraigado como nuevo anclaje significativo.

Comprometerse, es decir: adoptar decisiones acerca de la proyección de esos valores en conductas prácticas y realistas en relación con el tema. Puede tratarse de compromisos de cooperación, de comunicación a los demás de ls ideas propias, de modificación deciertos comportamientos, etc. En este compromiso y en la voluntad de su mantenimiento a lo largo del tiempo radica la consolidación definitiva del valor aprendido.

Un valor como el de la solidaridad internacional, por ejemplo, solo es efectivamente asumido cuando se conocen las grandes desigualdades económicas del mundo y sus consecuencias, se acepta la necesidad de superar esa injusticia aun a costa de sacrificios personales y se ponen en práctica, por fin, unas acciones de cooperación adecuadas a la edad del joven.

Siendo deseable esta secuencia –sostiene el informe de la UNICEF, Educación para el Desarrollo–, la realidad nos ha llevado a apreciar que la retroalimentación es posible a partir de incorporaciones en cualquiera de las fases. Por ejemplo, nos encontramos con personas que tras participar en una actividad solidaria festiva y de acción han comenzado una fase de búsqueda de información y opinión sobre el asunto en cuestión, desembocando en proceso de valor indudable.

Bibliografía consultada: UNICEF: Educación para el desarrollo.

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* Periodista.

giselaoo@gmail.com.

El artículo anterior de la serie aquí.

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