La fatiga ambientalista
Nieves y Miro Fuenzalida.*
Tres décadas atrás, aproximadamente, empezó a surgir un sentimiento diferente al de la época industrial en nuestra apreciación del mundo. Esta nueva sensibilidad empezó a generar otro principio organizador de nuestras actividades centrado ahora en los riesgos ambientales causados por la sociedad industrial. Desperdicios tóxicos y radiactivos, deforestación, rupturas en las capas de ozono, calentamiento global.
Ahora nos es más fácil imaginar los peligros futuros especialmente cuado vemos las materias sobrantes filtrarse de las fabricas y propagarse a través del ambiente y la estratosfera para retornar a nuestras vidas como con venganza.
El problema de nuestra época es que este principio organizador no ha logrado transformarse en un factor político efectivo o en acuerdos internacionales significativos. El valor de los acuerdos de Kyoto ha sido bien limitado y el encuentro internacional de Copenhague sólo produjo acuerdos bien anémicos. Para muchos esto es mejor que nada.
El asunto, sin embargo, es que los acuerdos son ¡… acerca de nada!
El movimiento ambientalista, incapaz hasta este momento de crear una organización social masiva, corre el riesgo de convertirse en una fuerza marginal institucionalizada no diferente de los grupos de interés. En el mundo de la “real-politik” los candidatos presidenciales proclaman su apoyo incondicional a la protección del ambiente y cuando llegan al poder las regulaciones ambientales son escritas por las corporaciones que financiaron sus campanas electorales.
Y los escépticos rechazan el cuerpo de evidencias que indican que el calentamiento global ha comenzado –y que la temperatura aumentara en varios grados debido a la producción indusrial.
El futuro cambio climático va a causar
profundas transformaciones ecológicas
Desde el comienzo de la evolución animal, 550 millones de años atrás, aproximadamente, los niveles de dióxido de carbono han subido y bajado y en general han sido mayores que los de hoy.
Peter D. Ward, investigador y profesor de ciencias biológicas, terrestres y espaciales en la Universidad de Washington y autor de Under a green skie dice que si miramos estos datos en miles de años, en lugar de millones, es posible notar que estos niveles varían de 180 a 280 partes por millón hasta 1.800, fecha en que empiezan a sobrepasar la marca de 280 ppm.
En 1900 alcanzamos 295 ppm. Y en el 2000, 370 ppm. En solo una centuria ha habido un incremento de 80 ppm. debido en parte al uso de energía derivada de materias fósiles y la industria animal.
Si pensamos que China, India, Brasil y otras partes del mundo se unirán al estilo de vida de Europa y EEUU. el incremento alcanzara las 450 ppm. al final de siglo. Si usamos los promedios de los últimos 50 años, como lo hacen la mayor parte de los climatólogos, el aumento será 120 ppm. lo que significa que los niveles de dióxido de carbono alcanzaran 500 a 600 ppm. en el año 2100.
Si usamos modelos con el incremento de la última década y lo proyectamos al futuro los niveles se cuadruplican. En no más de una centuria estos se aproximaran a las 1.000 ppm. Si estos modelos tienen razón, a pesar del escepticismo que los rodea, el aumento será de 3 a 4 grados Celsius. Hoy día el promedio es de 15 a 16 grados Celsius. Este incremento eclipsará cualquier otro aumento que haya ocurrido en el pasado, excepto en el Eoceno –60 millones de años atrás–. Este es el consenso de la inmensa mayoría de los científicos e investigadores provenientes de diferentes disciplinas.
Por supuesto, la ciencia no esta mas allá de toda duda razonable. Estas proyecciones no son destino y su certidumbre, lejos de ser necesaria, es solo probabilística.
El calentamiento global no es el único problema ambiental de nuestro tiempo. Ni tampoco el más inmediato. Las próximas generaciones se verán obligadas a concentrar todos sus esfuerzos en responder al desafío, mucho más próximo, que el agotamiento de recursos naturales esenciales le presentara a la sociedad humana.
Las investigaciones del climatólogo William Ruddiman (Plows, Plagues, and Petroleum) indican que desde hacen más de 8.000 años, debido a las prácticas agrícolas y luego a la industrialización, hemos venido transformando sustancialmente este planeta y alterando el clima.
El aumento de la población mundial acelerara estos cambios. Desde el siglo XIX al XX la población ha aumentado de un millón a 6.000 millones de habitantes, acelerando el impacto en la superficie terrestre. Las proyecciones para el año 2050 estiman que la explosión demográfica alcanzara 9 a 10 billones de individuos, explosión que de producirse no vendrá sin costo.
En su gran mayoría la gente ve el impacto de la actividad humana en términos puramente económicos, concentrándose principalmente en los beneficios que la naturaleza provee. Los pocos que tienen preocupaciones ambientales ponen el énfasis en los servicios que los sistemas ecológicos proporcionan gratuitamente y que tienen un valor económico real.
Los árboles en las colinas, por ejemplo, atrapan la lluvia que pasa a las capas mas profundas de la tierra que lentamente la filtra y la transforma en agua potable. El corte de los árboles en las zonas elevadas causa la erosión de los suelos y con ello la perdida de los servicios gratuitos de los sistemas ecológicos. Entre 1970 y el 2000 hubo una declinación del 37% de la vida forestal, del agua fresca y de los sistemas marinos: el 15% de la población de 282 diferentes especies de pájaros, mamíferos y reptiles. La vida en los lagos, ríos y pantaños es la que ha sufrido el mayor número de fatalidades.
La desaparición de tanta vida en tan corto tiempo, apenas 30 años, es el resultado del desarrollo económico: tala de árboles, pesca, riego y agricultura mecanizada. Entre 1961 y 1999 este desarrollo aumento en un 80%. Y este 80% es 20% más que la capacidad de la Tierra tiene para renovarse.
Hasta hoy la perdida de los servicios naturales ha ocurrido solo a escala regional. El abandono del valle del Tigres-Eufrates algunos millones de años atrás o de la Península del Yucatán entre 900 a 1200 DC. debido a la erosión de la tierra causada por la agricultura.
El agotamiento de los recursos naturales es mucho menos obvio a nivel global a pesar de que ya tenemos señales de ello. Algunos minerales valiosos se han venido agotando a través del mundo y su limitada recuperación requiere el empleo de trabajo y tecnología intensiva a un enorme costo económico y ambiental.
El peligro es éste: cuando los recursos naturales que son vitales para la sobrevivencia de la civilización disminuyan o se agoten, ¿con que los reemplazaremos? En no más de 60 años la próxima generación descubrirá que los recursos naturales no eran ilimitados. El periodo de 1800 a los primeros años del siglo XXI es una burbuja que muy pronto reventara. Petróleo, gas y carbón barato que le tomo a la naturaleza millones de años para crearlos.
Ha sido solo desde la mitad del siglo XIX que empezamos a usarlos en grandes cantidades y ya hemos empezado a descubrir las primeras señales de que la producción y consumo de petróleo alcanzara su cúspide en una o dos décadas, la producción de gas unos años mas tarde y el carbón en pocas centurias… ¿Podremos encontrar sustitutos tan baratos como el carbón?
La investigación de fuentes de enegia alternativas hasta ahora indica que ninguno de estas promete ser tan barata o disponible como la energía solar acumulada en combustibles carboníferos. Cuando la producción de petróleo empiece a disminuir uno por ciento al año causara un tremendo costo al funcionamiento de la economía global, afectando especialmente al transporte y los productos petroquímicos que hoy son la base del mercado.
¿Qué pasara a largo plazo con el suministro de agua?
La naturaleza no puede reponer con la misma velocidad la disminución de más de la mitad de las aguas subterráneas que por miles de años hemos venido extrayendo en las zonas áridas o semi áridas para la irrigación y el consumo humano. Gradualmente el agua que extraemos de las capas cada vez mas profundas del planeta contendrá mayores concentraciones de sal que causara enormes dificultades a la producción agrícola. Eventualmente agotaremos los depósitos de agua y con ello la agricultura de estas regiones –que perderemos para siempre.
Es difícil imaginar una sociedad que tan ciegamente pone en peligro su propia civilización. De acuerdo a la sabiduría común la única razón de que esta destrucción sin paralelo de los ecosistemas continúe sin una oposición o protesta masiva es por la tiranía de las corporaciones.
A los que controlan la sociedad, el pequeño grupo de políticos al servicio de los jerarcas del mundo de los negocios, solo les preocupa mantener el poder. El dramaturgo ingles Harold Pinter hablaba del vasto tejido de mentiras que rodea y alimenta al pueblo y que es sólo gracias a este tejido que cubre la verdad lo que le permite a la clase dirigente imponer y mantener sus intereses. Cuando el pueblo vea la verdad las cosas serán diferentes…
Tal vez… o tal vez no. No hay político hoy día que se atreva a proponer un mayor impuesto al petróleo. Ellos saben muy bien que quienes han pretendido hacerlo han sido sacrificados en las urnas electorales.
… O sin contar con ellas.
* Escritores y docentes. Residen en Canadá.