La Florida: agricultura y esclavitud
Varela.*
Dicen que la prostitución es la profesión más antigua. Yo creo que no, que es la política pero bueno… Realmente no sé diferenciar entre una meretriz y un agraciado del ayuntamiento. También imaginaba que la prostitución era la única profesión que se ejercía por negación a todos los demás oficios hasta que una amiga de la familia, en una cena una noche del pasado noviembre, nos contó lo siguiente…
En trailers de Homestead (ciudad en el sur del condado Miami-Dade) se mantienen chicas de 14 a 16 años, semidormidas con alucinógenos las 24 horas, recibiendo visitas de hasta 60 hombres (!) que por $5 satisfacen en ellas sus morbos sexuales.
Y el producto humano se recicla para no aburrir a la clientela, que son indocumentados que laboran como peones, y que para evitar que cundan de molestias la ciudad cercana tras cada jornada laboral buscando placer incosteable, allí mismo junto a sus sembrados reciben alcohol, droga y sexo a bajo precio para mantener óptima la agricultura. Homestead con 200 compañías agrícolas produce 250 millones (de dólares) anuales empleando 2.000 peones inscritos y otros 5.000 no inscritos (indocumentados).
¿Pero quiénes son los dueños de las tomateras, frutales e invernaderos de flores? Los mismos que importan esas esclavas sexuales desde México. Empresarios locales, consumados benefactores, padres de familia, católicos, donantes a campañas políticas, compradores de anuncios en la prensa del ghetto, abastecedores de las cadenas de supermercados cubanos, que de paso vemos cada semana en galas y brindis en las páginas de Diario Las Américas y El Nuevo Herald.
La amiga de la familia —psicóloga que trabaja para el gobierno federal— nos trajo la noticia desde noviembre pasado, repito. El gobierno hizo redada y tiene desde ese mes a las esclavas sexuales bajo custodia y tratamiento de desintoxicación para declarar en juicio contra estos promotores de la nueva esclavitud sexual-agrícola made in USA.
Incluso nuestra amiga explica que las autoridades federales no avisaron a la prensa local para cubrirlo porque saben —están convencidos— que nuestra prensa responde a los intereses de los que promueven este crimen; y segundo, la vida de las testigos estaría en peligro.
Mi esposa, a pedido de nuestra amiga, fue a maquillarlas a todas gratuitamente como obra caritativa por la cena que les ofrecieron los federales por Acción de Gracias y a propósito del dos de diciembre, el día mundial contra la esclavitud sexual. Esto para que empezaran a sentirse humanas y dejasen el miedo.
La noticia explotará, como siempre, en el corazón del exilio de una forma u otra. Ya el Nuevo Herald dejó caer goticas aparentemente inocuas para ir preparando a la comunidad. Porque así de zopetón no es digerible.
Igual hizo nuestra prensa en el caso del hermano del activista anticastrista Carlos A. Montaner, el cual huyó hace casi un año por fraude de dos millones al sistema de salud y se escondió en Costa Rica (lo informaron cinco meses después que yo lo colgué en mi "blog", algo penoso para la libre información local).
Y harán lo mismo con la esposa de Mario Díaz-Balart, acusada de no pagar los impuestos al Servicio de Rentas Internas de su nómina de empleados en la agencia de publicidad de la que es co-gerente; lo dirán a su debido momento.
Pero por ahora el histerismo ególatra de "bloggers" habaneros contestatarios y el jueguito a las cartas sucesivas de disidentes y ex-presos políticos cubanos son más interesantes para nuestra prensa que este crimen a adolescentes importado a nuestra propia sociedad, donde crecen nuestros hijos.
Queridos lectores, nuestro patriotismo vía satélite es vacuo si nos volvemos seres insensibles a nuestro entorno inmediato.
Periodista.
En http://progreso-semanal.com